Wednesday, March 17, 2010

SENTIR LA EXISTENCIA.

 Lo hacemos cuando inspiramos el primer aliento y confiamos en los primeros brazos que nos reciben. Lo hacen los animales cuando se muestran tal cuales, los árboles cuando florecen y las olas cuando se dejan tocar por el viento. Ninguno de ellos posee una red neuronal activa, y sin embargo, no tienen el menor inconveniente ni ponen algún reparo en aceptar la existencia tal cual es y celebrarla por lo que es simple y llanamente. Sentir la existencia resulta extremadamente fácil, lo difícil es desperdiciarla en lamentaciones amén de la poca vergüenza que se necesita tener;  para pedir algo más de lo que la existencia ofrece. Como si cada aliento que se nos ofrece gratis, no fuese el único responsable de mantenernos vivos y como si a esa vida que cada aliento ofrece, pudiera ponérsele un precio que algo de este mundo pudiese pagar.

 Considerándome por este mundo una desheredada, opino que nada de este mundo importa si la existencia; me sigue ofreciendo la más calurosa bienvenida. Los que aprecian lo mismo, en lugar de llorar por amores perdidos notan que dentro de sí mismos; llevan un amor que jamás los abandona. Y aunque no nieguen el dolor de las supuestas pérdidas, también pueden sentir la dicha que representa moverse con la existencia tan fundidos con ella como artista, y su obra maestra. Sin negar las pequeñas satisfacciones que este mundo tiene para ofrecernos, no me queda más que admitir que para complacencia, la que sentimos cuando sabemos que no tenemos que morir, para conocer el Paraíso sin tener necesidad de besar los gélidos labios de Morticia.



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