Saturday, October 30, 2010

DE GUSANO A MARIPOSA.

 Al llegar la cuarentena o sea, cumplidos unos 14 400 días de nacidas, algunas personas deciden finalmente escuchar el llamado de la Vida que les susurra en silencio que en cualquier momento, podría desear irse el espíritu que anima al cuerpo y que todavía es tiempo de disfrutar plenamente de la existencia. Los que se han dedicado a deleitarse con vivir incluyendo al inevitable sufrir, que es consecuencia de pretender luchar contra lo inevitable, y sienten que hay algo más por experimentar en esta existencia; intuyen que es tiempo de comprometerse con lo que les llevará de vuelta a Casa. Para ello solo necesitan sentirse hartos de repetir lo mismo, creyendo que usando el mismo método podrían obtener un resultado diferente.

 Estos ruegos del corazón que se suceden unos tras otros y que nos invitan a sentirnos plenamente satisfechos mientras que tengamos esa posibilidad a favor,  sólo los escuchan los que no se han dedicado a insensibilizarse hasta el cinismo y por tanto, conservan sus sentidos fielmente ecualizados. Supongo que cualquiera sepa lo que es ecualizar pero para estar segura, mejor anoto que ecualizar en equipos de alta fidelidad,  es ajustar dentro de determinados valores las frecuencias de reproducción de un sonido; con el fin de igualarlo a su emisión originaria. En el caso de los sentidos humanos que sirven para relacionarnos tanto con el entorno como con el universo interior, la fidelidad no es similar a la supuesta entre dos amantes que posiblemente no se aman más allá de sus genitales, sino que esta fidelidad está relacionada con la lealtad que siente uno hacía sí mismo.

 La fidelidad a uno mismo tiene mucho que ver con prestarle más atención a los dictados del corazón, que con guiarse con fe ciega por los mandatos de una mente que ha sido moldeada; para hacer de un individuo soberano un ser social que sea esclavo de los convencionalismos sociales y de los dogmas tanto políticos como religiosos. Es un compromiso con uno mismo que evita que entre uno y la dicha que uno tiene derecho a experimentar, no se interponga absolutamente nada ni nadie. Dicha fidelidad es la que garantiza que por sobre todas las cosas de este mundo, nuestro más caro anhelo sea el de estar en paz con nosotros mismos y una vez que esa paz sea sentida, usar esa luz para reconocer que la prosperidad tiene más que ver con los divinos tesoros que cada ser humano posee en su interior, que con los bienes gananciales acumulados que se perderán en un abrir y cerrar de ojos. 

 No recuerdo haber conocido a un niño que dudara de su valor y que dedicara preciosos segundos de su existencia, a preocuparse por obtener prebendas que le garantizaran una estimación afectada por la acumulación de cosas materiales. Tiene un niño que renunciar al carácter extraordinario que le caracteriza desde que le penetra un hálito de vida, para convertirse en un adulto inseguro de sí mismo que deba hacer depender su autoestima de recursos externos. Estos que reniegan de su naturaleza sublime y tienen que suponer una grandeza que está dada por ostentar una mezquindad sin límites, lo único que le pueden proporcionar a otro ser humano  es un nicho para moverse  dentro de un círculo vicioso entre trabajo y riqueza imaginaria; que constituye una estafa.

 Así como sólo puede amar al prójimo el que se ama a sí mismo, nadie puede estafar a otro sin antes engañarse a sí mismo. Y cuando la conciencia está mugrosa por el rechazo a percibir su invaluable utilidad, es natural que al contemplarnos en ella nos devuelva una imagen distorsionada de lo que realmente somos, por eso me gustaría decir que aunque el tiempo es una ilusión en la que cualquiera queda atrapado fácilmente; en este transitar por la eternidad hay un reclamo que se repite sin cesar, recordándonos que no hay absolutamente nada que sea tan preciado y exquisito como esta vida que nos ocupa, y que se nos da única y exclusivamente para vivirla intensamente.

  Hasta los que se conforman con creer, debido a que han olvidado un saber innato; no le imputarían a la Divinidad ninguna cualidad mezquina y por eso los creyentes, independientemente del credo que acepten en sus mentes con fe ciega, admiten que Dios es, entre otras cosas;  Todopoderoso y Omnisciente. Y si algún intermediario les asegura que todos los seres humanos están hechos a Su imagen y semejanza, no tienen dudas en aceptarlo sin cuestionarlo siquiera. Por eso no me explico que en este mundo existan personas que, lejos de actuar como si la esencia divina morara en ellas, elijen desechar la posibilidad de ser simplemente divinos con tal de poder convertirse; en pobres esclavos de las miserias humanas. Ignorando así que el poder creador obra a través de ellos y por consiguiente, en lugar de favorecer en este mundo un clima de armonía entre todos los seres vivos, se dedican a crear unas condiciones que hacen que lejos de sentirse la vida como una dulce y maravillosa fantasía hecha realidad, más parezca una pesadilla infernal puesta en marcha por una mente desquiciada.

 Si gusta llamarle Dios a la Vida está bien, de cualquier modo la Vida seguirá siendo independientemente del nombre que un ser humano le dé, simplemente porque la Vida o Dios o la Divinidad, por fortuna no le debe a los seres humanos Su existencia. Hasta los que se sienten endiosados saben que no pueden estar por encima de la Divinidad, y aunque parecen pasarlo por alto, también ponen en evidencia que el precio a pagar por pretender ser superior a otro ser vivo es caer en un profundo abismo, del que no es tan fácil salir. Esclavos de la codicia que no tiene piedad con sus sirvientes, a esos pobres usureros que se sienten vacíos por dentro, se les puede ver hasta en sus últimos días de vida reclutando esclavos cuya mano de obra abaratan; con tal de poder obtener más dinero del que ya tienen. Como si antes de nacer en este maravilloso planeta, trajeran la encomienda de usar a sus hermanos como bestias, y como si no supieran que de este mundo no podrán llevarse ni siquiera una pestaña.

 Aunque la persona que valore mas al dinero que a sí misma, no pueda ni siquiera  admitir que el dinero y lo que se obtiene a través de este; no fue lo que garantizó la vida que le proporcionó el primer aliento cuando no poseía absolutamente nada de este mundo, aprovecho para comentar que el dinero no garantiza la llegada de un aliento vital y los multimillonarios que ya han fallecido, para beneplácito de sus herederos, aunque hayan inutilizado sus existencias al menos sirven como una prueba irrebatible de ello. Mi mejor amigo siempre me recuerda que, antes de que el ser humano eligiera andar en penumbras durante una fugaz existencia, la fórmula para garantizar una vida plenamente satisfecha era: PAZ Y PROSPERIDAD.

 Y siendo que la paz mora en el corazón de cada ser humano, sólo se necesita echar mano a la claridad que la chispa de inteligencia divina nos proporciona; para desear contactar con ella. Una vez en paz consigo mismo, el ser humano puede percibir notoriamente que es el depositario de un tesoro del que puede disponer a su gusto, y cuya abundancia le permite ser en verdad generoso. Nada tengo en contra de los que eligen ser marionetas de la avaricia ni de los que aceptan sin chistar,  ser víctimas de un ruin usurero, comprendo que ya bastante tienen ambas partes con ir en contra de la esencia que les permite respirar por un breve plazo, pero como con dinero o sin escrúpulos humanos siguen siendo como yo, simples seres humanos; me gustaría recomendarles que se tomen unos instantes de una vida que dura un promedio de 25 550 días, para reflexionar sobre lo que  están haciéndose a sí mismos. 

 Pues si bien es cierto que en su vulnerabilidad, el ser humano puede estar expuesto a ser afectado por quien se perjudique a sí mismo, en su infinita grandeza  dada por el incalculable valor de cada aliento vital, también puede evitar llegar a convertirse en un gusano ruin y despreciable; que nunca conocerá el poder contenido en el mágico aleteo de una mariposa.