Saturday, October 13, 2012

¡HASTA AQUÍ LA CLASE!


No sé si la infinita estupidez que describe a un ser humano cuya dignidad haya descendido hasta ponerse al mismo nivel que la de un borrego que necesita de un pastor que le guíe y que de paso… le trasquile toda la lana, alcanzará entender si es que alguna vez la haya escuchado, el significado de la frase que dicha en francés se escribe: “noblesse oblige” y traducida al castellano viene siendo como: “la nobleza obliga”. Y la nobleza, como un sentimiento que glorifica la esencia de un ser con humana apariencia, no se supone que le obligue o lo empuje a uno a comportarse como un vil gusano destinado a arrastrarse por el lodazal de las humanas miserias y que para sentirse importante, necesita humillar a todo lo que tenga el potencial para convertirse en mariposa. La nobleza entonces no puede ser, de ninguna manera, esa enfermiza necesidad que tienen unos extravagantes y miserables clasistas que sólo en poseer mundanas riquezas y poder efímero viven enfocados (si es que a eso se le puede llamar vida), de ver al resto de los especímenes de la especie Homo sapiens como si estos fueran reses de un rebaño que ellos, por supuestamente haber nacido con una gema preciosa insertada en la abertura anal, tienen el derecho a gobernar a antojo y capricho de la desbocada megalomanía que exhiben con la mayor desfachatez. 



Debido a que los desquiciados mentales no tienen como hobby el de leer tratados de psiquiatría, me permito señalar que la megalomanía no es ni más ni menos que la manía que tiene cierto tipo de personas de sentirse miserables y para contrarrestar dicha enfermiza tendencia a subestimarse a sí mismas, utilizan como recurso el de fantasear con una grandeza cuya carencia se les nota por encima de cualquier manto de armiño simplemente porque con clase se nace y los que no son del género Homo sapiens pero tratan de aparentarlo, no pueden ser de la clase de los mamíferos ya que por sus desprestigiadas obras se nota que tras la humana apariencia se oculta un reptil capaz de hipnotizar a un ser humano; hasta hacerle creer que en lugar de un ser divino con libre albedrío, es más bien un aborto de la naturaleza destinado a ser esclavo de unos rastreros miembros de la clase de los REPTILES que dicen tener sangre azul, por la simple razón de que es ese el cianótico estado del plasma de quienes respiran sin saber que ya están muertos. Por si la descripción escrita no resultara suficiente, coloco bajo este texto una imagen que tal vez le resulte impactante al menos, a quien le haya dado al entendimiento más valor que a lo que sea que se pueda comprar con dinero.


No confío últimamente en el entendimiento de quienes están más llenos de conceptos, que del amor del que se llenaron cuando respiraron en este mundo su primer aliento, por lo que me permito colocar en esta publicación una imagen que por cierto, dice más que toda la palabrería demagoga de cualquier politiquero con complejo napoleónico o que todos los embaucadores sermones de cualquier representante de un dogma religioso que no instituyera, dicho sea de paso, el maestro perfecto al que dicen representar aunque eso ya de por sí es la blasfemia de blasfemias.


Esta imagen que demuestra la demagogia de un supuesto líder de masas y que supura la misma hipocresía que destilaba esa ideología representativa de una llamada “raza de víboras” que otro tiempo, iguales de oscurantistas y decadentes que los que corren, enviara a la crucifixión al maestro vivo de esa época, me recuerda lo que no es y ni remotamente se parece, a esa nobleza que va mucho más allá de una mera apariencia, que obliga a mirar  los ojos de un ser humano para poder reconocerse uno mismo en ellos y que por ende; enaltece la dignidad de un Ser que, ya sea que haya nacido en cuna de oro o en pesebre, constituye el contenido de una vasija de barro que del polvo ha venido y hacia el polvo volverá.

Abismalmente diferente dicha nobleza que dicho sea de paso, identifica al corazón de cualquier ser humano, con esa otra dizque “nobleza” que destila megalomanía por cada uno de sus poros y que caracteriza a cualquier aborto de la naturaleza que crea ser un animal superior sufriendo un manifiesto complejo de inferioridad. Esto explica el que ordinariamente miren a otros que no son de la misma clase de culebras a la que ellos parecen pertenecer, por encima del hombro y que, para poder sentir que se pueden tirar un pedo algo más alto que la abertura anal con la que tienen conectada la materia gris, necesitan que se les reverencie. Aquellos que no entienden tan inconcebible, desmedida y fatua pretensión de un pedazo de carne con ojos con una  autoestima calidad escupitajo de borracho, deben comprender ese sabio proverbio que afirma eso de que: “aquel que no tiene lo que tiene que tener, no le queda más remedio que presumir de lo mismo que carece”. Y cuando la grandeza no procede del corazón que, no por casualidad sino benditamente,  es donde mismo habita la nobleza que no depende de la cantidad de bisutería y falsos títulos que uno haya podido acumular durante su fugaz existencia en este plano terrenal, entonces es una grandeza postiza que como todo lo ficticio, precisa de retoques y de amaneramientos que exhiben una vulgaridad que colinda con lo ridículo, ya sea que el arrogante perciba su falsedad desde su infinita estupidez o prefiera dejárselo a su absoluta inconsciencia para poder morir como un perfecto cretino.


Si quien sea que pose sus pupilas en este artículo, no sabe aún que en el planeta que holla con las plantas de sus pies al menos mientras respire, existe una diferencia de clases sociales que proviene de esa monomanía que nace de un profundo complejo de inferioridad más conocida como delirio de grandeza y que personifica lo que un famoso psicoanalista denominara por su similitud con la perturbación mental que sufriera un famoso autócrata: complejo napoleónico, permítame señalarle que su ignorancia al respecto puede hacer una marcada diferencia entre una dignidad intachable y otra que puede ser confundida con una alfombrilla destinada a que un marrano, absolutamente orate y corrompido absolutamente por el poder absoluto, se limpie sus marranas extremidades inferiores. Ya que en la educación académica que inculcan en este mundo donde se considera a la hipocresía como norma de conducta, no destacan la diferencia que existe entre la nobleza que no depende del tipo de cuna ni de árbol genealógico alguno, y la que se adquiere mediante clasistas títulos que avalan una absoluta ausencia de los más elementales escrúpulos humanos que se trasmite de generación en generación, tendré que señalar que es la codicia, despreciable sentimiento que refleja la insatisfacción del que lo alberga y alimenta en su interior, la aberrante arquitecta que puede transformar a un ser humano, en esencia divino, en un déspota y petulante verraco que se siente orgulloso de andar en dos patas mientras que cumple  con el propósito de un lechón que no puede ser otro que el de convertir este planeta en un CHIQUERO CÓSMICO.
 

No encontré una imagen que representara con más lujo de detalles, a esa ridícula extravagancia conocida también con el calificativo de “complejo napoleónico” que maquilla de marrano, a cualquier vulgar dictador corrompido por un poder que dura, a los ojos de la eternidad, lo que un merengue a la puerta de un colegio, y, aunque le falta al verraco de la foto el ridículo tricornio que usara el otrora emperador francés, espero que igual sirva para recordarle al ególatra que esté leyendo este artículo que: “todo Napoleón encuentra su Waterloo”. Si deseara el lector profundizar en esta desquiciada tendencia tan típica de los actuales líderes mundiales, con excepciones que me gustaría nombrar pero todavía sigo buscando…, le recomiendo leerse “Rebelión en la granja” de George Orwell el mismo que señalara que: «Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír». Digo... si es tan afortunado de encontrar algún ejemplar en las librerías puesto que este tipo de literatura está catalogada, por razones obvias, de subversiva y como expresara Milán Kundera: "La cultura sucumbe bajo el volumen de la producción, la avalancha de letras, la locura de la cantidad. Por ese motivo te digo que un libro prohibido en tu país significa infinitamente más que los millones de palabras que vomitan nuestras universidades".

Por si no le resultaran tan obvios al lector, los motivos de que se condene por parte de la considerada “clase alta” más vulgarmente conocida por aristocracia, el poner de relieve la similitud entre un sórdido marrano y un verraco con apariencia humana, voy a dejar esta otra imagen que nada deja a la imaginación del que vive de sus puñetas mentales. Aclaro que el propósito de hacerlo es meramente didáctico así que no soy responsable de que algunas susceptibilidades queden heridas. Y como diría quien lo dijo: “AL QUE LE SIRVA EL CHALECO…QUE SE LO PONGA”.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                
Teniendo en cuenta que la raza Homo sapiens lleva poco más de diez millones de años haciendo de las suyas y demás marranadas, sobre la faz de esta Tierra; no considero una impertinencia poner de relieve que la nobleza de la que carecen aquellos que sustituyeron el amor propio por franca adhesión a  la avaricia, incluye una generosidad que obviamente brilla por su ausencia en aquellos personajes que emulan en tacañería; con el usurero que describe Moliere  en su famosa obra “El Avaro”. Y aunque hiera la susceptibilidad del miserable por cuenta propia  y con ello… me gane el desprecio del que repudia todo aquello que el dinero no pueda comprar, confieso que coincido con Averroes cuando afirmara que:"Cuatro cosas no pueden ser escondidas durante largo tiempo: la SABIDURÍA, la ESTUPIDEZ, la RIQUEZA de alma y la POBREZA de espíritu". Para confirmar dicha declaración, me permito insertar una imagen que representa a la roedora víctima de esa miseria humana conocida por AVARICIA ya que esta, constituye una muestra del indigente estado tanto de los que nadan en billetes mientras que presumen de un altruismo que no camina el trecho que va del dicho al hecho, como de los que alardean de una pobreza de espíritu al envidiar el miserable estado de un señor acaudalado que al calcular sus dizque riquezas, nos recuerda esa frase que se menciona en la obra “El pequeño príncipe” de Antoine de Saint Exúpery: “Conozco un planeta en el que vive un señor muy colorado. Nunca ha olido una flor. Nunca ha contemplado una estrella. Nunca ha amado a nadie. Nunca ha hecho otra cosa que sumas. Se pasa el día diciendo, como tú: “¡Soy un hombre serio! ¡Soy un hombre serio!”, lo que le hace hincharse de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!”.

A la altura de estas líneas, ya le debo haber herido la susceptibilidad a más de un mamerto con el ego más inflado que un globo de cantoya así que en lo que se desinfla un poquitín, aprovecharé para restregarle en su jeta la posibilidad de elevar su conciencia, AHORA, desde el despreciable nivel del TENER o el más deprimente aún que es el de HACER pero sin saber lo que uno está haciendo, hasta la excelsitud del SER que es, en definitiva y absolutamente, el que goza de la soberana potestad de hacer con su vida lo que dé su reverenda gana simplemente porque sabe, más allá de sus creencias, quien exactamente es y por tanto, tiene resuelto ese tan escabroso asunto de saber QUIÉN es QUIÉN. Porque vamos a sincerarnos, pasándonos por una buen vez esa tan hipócrita norma social de conducta por el arco del triunfo, y respondernos a nosotros mismos si en verdad nos gustaría o no, saber si estamos tratando con un ser humano o con un pobre mamarracho que aspira a ser persona algún día. Si es Ud. el mamarracho, entendería que su respuesta a dicha cuestión fuera negativa ya que lo que le conviene es que quien sea que se relacione con Ud., tampoco sepa de buena tinta el tamaño de su inconsciencia o para decirlo más despampanantemente… que no perciba el fenomenal desequilibrio mental que sufre y que a duras penas trata de disimular. Sé de las dificultades de una mentalidad socialmente adoctrinada para comprender lo que resulta obvio y teniendo en cuenta dicho impedimento, me he tomado la atribución de insertar esta imagen que puede resultar más explícita en lo que concierne a la importancia de saber con qué clase de gente uno trata, si las que se consideran seres vivos con una humana apariencia o la que se creen animales que son superiores por poder aparentar que son seres humanos.


Ojalá que el lector no se haya identificado con la adinerada mascota de la imagen pero una vez le escuché decir, a un supuesto amante de la verdad y fanático devoto de un admirable maestro, que su mayor anhelo era reencarnar en la forma de la mascota del maestro perfecto de su época y después de semejante declaración, no me extrañaría que de la jauría humana surgiera uno que otro gruñido. Afortunadamente perro que ladra no muerde así que prosigo con ese asunto de las clases sociales puesto que este, es un paradigma rancio, obsoleto y decadente que separa al ser humano de su verdadera naturaleza y al hacerlo, le impone la alienada condición de tratar de compensar el complejo de inferioridad con un desquiciado delirio de grandeza. Y aunque algunos alfeñiques con grandes ínfulas traten inútilmente de pasarlo por alto, es de todos sabido que esos elementos tan esenciales para el gozo del alma como son: la natural alegría de vivir, la gratitud por existir sin haber hecho nada para merecerlo, estar en paz con uno mismo, el amarse a sí mismo como la existencia ha demostrado amarlo a uno, entregarse por el simple placer de la entrega y dar de lo mejor de uno mismo sin esperar algo a cambio, no están al alcance de ninguna billetera por más forrada que esté de fardos de papel moneda.

Es por eso que podemos ver, a simple vista y si en verdad hay alguien asomado en las ventanas del alma, la diferencia que existe  entre el natural sentido del humor que caracteriza a las personas que gozan plenamente de su efímera existencia ya sea que posean o no  títulos nobiliarios o la suma de dinero que atraiga el interés pero no el amor, y la patética purulencia de esos pobres mequetrefes que insensatamente, ya que NO SABEN LO QUE HACEN, degradan su humanidad hasta convertirla en una alcancía. Y lo enfatizo a pesar de que en este plano, resultan ser una inmensa mayoría las nulidades que se creen la gran cosa, porque cualquiera puede coincidir conmigo en que no hay nada más desagradable que tropezarse con alguien que, independientemente del discurso que nos pueda ofrecer acerca del lujo que representa disfrutar del milagro de existir, a la legua se le nota lo de amargado, empachado y retorcido. Podría poner unas fotos que demuestren lo anteriormente afirmado pero para no buscarme más “enemistades”, espero que el lector se conforme con estos ajados rostros que demuestran las huellas que deja, más que el paso del tiempo, la inquina personal y la persistente insatisfacción con uno mismo. 
 

Una vez colocado en esta reseña, un espejo para que se pueda ver reflejada toda esa gente que a la vez que hace ostentación de lo que se desprecia a sí misma, cree ser de clase muy superior a esa otra clase de personas que naturalmente son ellas mismas y por tanto, no cometen la aberración de ensoberbecerse y  subestimarse al unísono; supongo que las palabras salen sobrando. Y si no sirviera este artículo para llamar la atención del que, dándose por aludido al verse reflejado en ese mugre arquetipo, prefiere sufrir un derrame biliar en lugar de ponerse a reflexionar respecto a la posibilidad de poder CAMBIAR tan atroz, aburrida y aberrante situación antes del último suspiro, entonces como último recurso le dejo con esta cita de un maestro por el que siento una profunda admiración y para despedirme le digo que: ¡Hasta aquí la clase!, que se acabó la tiza.    


Wednesday, October 3, 2012

MAESTRO! MAESTRO! PARTE II



Espero haber sido lo suficientemente explícita aún a costa de recibir la incomprensión y rechazo de esa gente superficial y ficticia, que ordinariamente insiste en ser políticamente correcta, mediocremente ilustrada y gravemente ignorante de su verdadera naturaleza, más si quedara alguna duda respecto a la realidad que he intentado describir en este documento  bastaría con que quien sea que haya desfilado sus pupilas por lo antes escrito, se preguntara si realmente sabe QUIÉN ES más allá de lo que cree ser y si en verdad es capaz de verse a sí mismo a través de sus propios ojos en lugar de asimilar, sin cuestionársela, la opinión que otras personas han vertido acerca de una personalidad que nada dice del que se encuentra más allá de las apariencias.

El espectáculo que muestran los habitantes de este planeta que se identifican con una nacionalidad arbitraria  por completo y definitivamente impuesta por una jauría que como tal precisa de marcar el territorio, y que se dejan manipular por una caterva de megalómanos que insisten en convertir a la humanidad en un rebaño ovejuno al que poder esquilar generación tras generación, constituye la prueba definitiva de que resulta mucho más saludable para la autoestima y la innata sabiduría de un espíritu que habita temporalmente en la carne, apegarse al conocimiento de esa ley universal que advierte no hacerle a otro lo que a uno no le gustaría que le hicieran, que tratar de obtener una instrucción académica que rebaja a conceptos los extraordinarios valores innatos del Ser hasta el punto de expulsar la excelencia para poder hacer de la mediocridad un modo de vida. Y al respecto, no me dejarán mentir los tantos parientes, amigos y amantes con una autoestima entre escasa y nula, que corrientemente dan de sí mismos lo peor o lo mínimo indispensable para que el verdadero amigo, ese que disfruta tanto de su soledad como de la compañía de sus semejantes, no les invite a meterse tan mezquino y mugroso aprecio por donde mejor les quepa. Me consta que muchos de ellos ostentan, colgado de la pared, un título universitario que demuestra la ineficacia del sistema escolar actualmente imperante; para extraer del ser humano una excelencia que como Ser innatamente posee. 


 

Permítame, quien sea que se dé por aludido cuando se hace mención de la mediocridad, la hipocresía, la mezquindad, la astucia, el interés material o cualquier otra miseria humana que niega a la divinidad del Ser como fundamento básico de su humanidad, destacar que en medio de ese deprimente panorama que miles de millones de mentes esquizofrénicas y paranoicas puede plasmar en este escenario llamado mundo, siguen brillando las luces de seres humanos cuya transparencia resulta incuestionable y por demás…evidente. Esas velas con humana apariencia cuyo único propósito al nacer en esta esquina oscura del infinito universo, es ofrecer CLARIDAD a un mundo hundido durante siglos en el más mugriento oscurantismo y expositor de la más espeluznante barbarie, con el  ejemplo que ofrecen al caminar el trecho que va del dicho al hecho ponen de manifiesto la abismal diferencia que existe entre maestro y pedagogo. No necesito nombrarlas por el apelativo que sirvió o sirve para identificarlas porque para una llama cuya naturaleza es resplandecer, el patronímico sale sobrando y es un hecho que las librerías de este mundo están atiborradas de obras que transcriben las charlas de seres LÚCIDOS que han sido y son sinceros amantes de la verdad sin que eso haga la diferencia simplemente porque a una mente socialmente adoctrinada para hacer del engaño un arte, no le es dada la profunda comprensión que reside en un corazón sinceramente agradecido y plenamente satisfecho consigo mismo.

No es mi intención tampoco referirme a lo que sus corazones abierta y soberanamente han expresado, le guste a quien le guste y le pese al que vive de un disgusto en otro, porque mi corazón está en sintonía con la claridad que los seres humanos CLAROS han irradiado e irradian; pues para un ser intemporal el presente es todo lo que existe, y por la gracia de un maestro vivo conocido bajo el título honorífico de Maharaji y el calificativo de embajador de la paz, puedo darme el lujo de citarme a mí misma. En esto tiene mucho que ver la insistencia de una maestra que por fortuna fue mucho más que una figura materna, en que en lugar de chispear de vez en vez a manera de cirio pascual me dedicara a brillar con luz propia, cual hace una simple vela cuyo propósito es derramar claridad donde sea que se ponga.


 Quienes están más interesados en impresionar a otros que en conocerse a sí mismos y que en lugar de aceptarse como un dechado de virtudes; prefieren actuar como unos ridículos mamarrachos con una autoestima calidad escupitajo de tuberculoso y una falsedad que envidiaría el mismísimo caimán de Disneyworld, al leer este artículo no podrán hacer otra cosa que creer que esa es también la retorcida intención que este alberga pero siento mucho tener que defraudarlos al advertirles, ya sea que lo crean o no, que no estoy interesada en lo absoluto en captar la atención de quienes ignoran quiénes son, pretenden saber quién es quién y  para colmo de males…se resignan a recibir el último aliento sintiéndose insatisfechos consigo mismos debido a los ruines pensamientos, torpes palabras  y  mezquinos actos que exhibieron descaradamente;  mientras que se arrastraban por una vida que fueron incapaces de agradecer al aquilatarla en su justa medida. Mi propósito al expresar francamente lo que solamente un hipócrita carnero del rebaño social o el pastor que le mangonea no podrían admitir ni en sueños, es alertar a las nuevas generaciones que se supone no se degraden a imitar los pésimos ejemplos que ofrecen las proles de ignorantes que ni siquiera intentan estar en paz consigo mismos, respecto al peligro que supone cambiar la natural comprensión de lo que es en sí mismo este viaje terrenal que transcurre entre nacimiento y espiración por la artificial mentalidad del androide que tiene, por la fuerza de la automatización, que apegarse a un programa previamente diseñado para que funcione de manera predecible y controlada.




No aspiro a que todo el que lea este artículo capte la esencia del mensaje simplemente porque sé que no se le pueden pedir peras al olmo y además, no tuve que llevar muchos días respirando sobre este planeta para percibir que lo de la transparencia en este mundo que más parece manicomio intergaláctico, no podía ser más que un lujo que sólo se pueden dar unos pocos, esos llamados “raros” o catalogados de “irreverentes” porque a pesar de las leyes que imperan en una abyecta y decadente sociedad de amos y esclavos, se atreven a mantener una autoestima saludable y, a expresar una absoluta coherencia entre palabras y actos. Tal actitud digna de admiración y elogio, contrasta patentemente con la lástima que puede inspirar un tropel de ignorantes que confunde la dignidad inherente a un ser humano, con una alfombrilla donde cualquier aberrado esperpento con apariencia humana pueda limpiarse sus inmundas extremidades y que, con absoluto desparpajo, presumen de desconocer completamente la naturaleza de lo que simplemente ES y goza de una incuestionable existencia que va más allá de las despreciables puñetas mentales del que no puede ni tan siquiera pensar por sí mismo.

Quien sea que sienta heridas sus susceptibilidades al leer lo antes escrito, no debería culparme a mí por identificarse como un elemento más de los que pertenecen a la manada de ineptos que viven de las apariencias, pues es muy su asunto usar o no la chispa de claridad que traía al nacer para tomar decisiones más claras y sobre todo más provechosas para sí mismo. Me consta que todo lo aquí expresado se basa en la fidedigna observación de unas imparciales pupilas que me han servido tanto para asomarme a las ventanas del alma y poder ver lo que resulta obvio, como para constatar que en este mundo tan arbitrario y efímero, hay algo que permanece absolutamente inalterable que reside en el corazón de todos los seres humanos.

Desde aproximadamente unos doce años, he podido constatar mediante el contacto directo y tratando de no vomitar ante la fetidez que emiten las miserias humanas que un ser mezquino puede albergar dentro de sí,  la vigencia de esa frase que se puede leer en los evangelios cristianos y que un maestro perfecto expresara entre un grupúsculo de idólatras que se autocalificaban de sinceros amantes de la verdad, para poner de relieve la hipocresía del discípulo que exclama con apasionado frenesí: ¡Maestro! ¡Maestro!, en lo que el torrente de sabiduría que brota fresco y espontáneo de un sincero instrumento de la Verdad que dicho sea de paso, DEBE SER DICHA Y DICHOSAMENTE EXPRESADA, les entra por un conducto auditivo y le sale por el otro sin poder satisfacer la sed de un alma que clama al cielo por su auténtica realización.

No creo que peque de impertinente cuando llamo a cada cosa por su nombre porque fue precisamente en este mundo y por la gracia de un maestro vivo que, me consta, absolutamente nada tiene que ver con un pedagogo mediocremente instruido… donde aprendí por propia experiencia la diferencia que existe entre fragancia y hedor así que para hacer aún más notoria la diferencia entre el mundo del conocimiento y el mundo de los ilusos que se engañan a sí mismos estúpida e insistentemente con el fin de morir de desengaños le llamaré Dormimundo, a ese lóbrego submundo donde pululan unas sombrías entidades que creen conservar algo de claridad en sus grises existencias y para colmo de males considerándose verdaderos amantes de la verdad se dedican nefasta y afanosamente a apagar velas que con el corazón, anhelan dar de sus luces al mundo porque, al igual que esa caterva de alimañas que condenara a la crucifixión a un maestro perfecto hace apenas un par de siglos, se creen con la potestad para servir como intermediarios entre un ser divino y el más caro anhelo de su propio corazón que no puede ser otro que el de: CONOCERSE A SÍ MISMO. 





 Como este artículo será publicado en Facebook, donde cuento virtualmente con la aparente amistad de algunos aparentes amantes de la verdad que tratan inútil y desconsideradamente de engañar al DADOR del regalo; mientras que en lugar del autoconocimiento lo que practican es el autoengaño supongo que para llegar a ser unos expertos farsantes, aprovecho para advertirles a quienes practican la INCONSCIENCIA y encima de cometer tan craso disparate, pretenden servir de modelos de impecabilidad, que resulta de una hipocresía verdaderamente repugnante ponerse a exclamar cuando a él se hace referencia: ¡Maestro! ¡Maestro!, mientras que cuando el maestro les invita a brillar con luz propia lo único que pueden hacer al respecto; es cubrir a esa innata chispa de claridad a la que el maestro hace referencia cuando menciona la perfección, con el ceniciento, opaco y pueril manto de la falsa modestia. No es de extrañar que las Fb expresiones de estas sombrías entidades que se creen iluminadas…sean las típicas de una berenjena ambulante que tiene a la madurez en un muy bajo concepto y a la autoestima en un deplorable estado. Si el escaso entendimiento de alguna de estas abominaciones que habitan en Premilandia y que, por sus insípidos, desagradables y putrefactos frutos, dejan demostrado que precisan con urgencia recibir el auxilio de un terapeuta o psicoanalista más que de aceptar el lujo que confiere el gozar de la gracia de un sincero ser humano plenamente satisfecho, fuera capaz de captar la diferencia entre maestro y pedagogo al distinguir que el primero hace maestros y el segundo promueve a los mequetrefes, entonces este artículo habrá cumplido con el propósito por el cual fue traducido en palabras.

 Y si acaso la infinita estupidez del pusilánime que haya expulsado de sí mismo un conocimiento que le haría consciente de su propia grandeza, me hace la distinción de pretender ofenderme con alguna que otra rebuznancia que tenga a bien intentar expresar muy borricamente, le invito a hacer catarsis con entera libertad. No le aseguro lo de sentirme ofendida con los sonidos guturales de un orangután con complejo de líder de manada o los estridentes chillidos de alguna Chita que me confunda con Tarzán pero al menos… le servirá para bajarle algo el tono amarillento bilioso del que envidia, irremediable, al afortunado que GOZA celebrando la existencia y su cualidad de transitoria en este submundo donde se ha legalizado el hurto, la trampa, el engaño y toda clase de falacia, mientras que otros, los desgraciados, SUFREN simplemente por elegir creer que la vida no es más que un penoso arrastrarse mendigando el aprecio que uno, es incapaz de ofrecerse a sí mismo.

 Supongo que estas susodichas entidades que están obligadas a dar de lo que llevan por dentro, no tomen como una descortesía el que responda la grosera cachetada con guante blanco porque noblesse obligue, sugiriéndoles que visiten la página web: www.wopg.org , donde podrán encontrarse con la posibilidad de ver la vida que ahora despilfarran inconscientemente o sea SIN SABER LO QUE HACEN, desde una perspectiva más elevada que la de un protozoario y quizás hasta se puedan permitir reconocer que se les ha dado una vida, que nada hicieron ni hacen para merecer, no para que se consideren unos abortos de la naturaleza que nacieron sin propósito alguno sino para que confirmen que un ser humano, donde sea que nazca y cualesquiera sean sus apellidos y ya sea que fuera arrullado en cuna de oro o en un pesebre, no puede ser ni más ni menos que: regio, divino y maravilloso. Simplemente porque esas son las cualidades de esa infinita conciencia de la que TODOS formamos parte pero esto, que resulta tan obvio en un maestro que entre natalicio y fin de la historia se dedica por entero a dar de su luz a quienes se han apagado al punto de asemejarse a muertos vivientes o zombis, es algo que no puede reducirse a un mero entendimiento intelectual sino que hay que probarlo en uno mismo para que se haga real porque, como expresara ese maestro perfecto que fuera reducido a un fetiche religioso por una caterva de idólatras que no confían ni en ellos mismos: “al árbol se le reconoce por sus frutos”.

 Si te pareciera útil este artículo para zarandear a esos dormidos gerentes de Dormimundo que creen estar despiertos, mientras que se babean y bostezan de aburrimiento esperando la visita del último aliento; puedes compartirlo con entera confianza. Te advierto que recibirás el rechazo de quienes sean víctimas del autoengaño, mendigos de la ajena aprobación y partidarios de los convencionalismos sociales pero ¿quién quiere ser aceptado por esa gentuza que ordinariamente se subestima a sí misma y por ende, sólo puede dar de las miserias que llevan por dentro? Recuerda que a entidades de esa calaña se dirigió un maestro vivo cuando expresara: “¿Por qué me llamáis: ¡Maestro!, ¡Maestro!, y en cambio no hacéis lo que os digo?”. Al menos para mí esos hipócritas fanatizados que se hacen expertos en desgraciarse la vida: APESTAN y es así; gracias a que ahora sé, no por las enseñanzas de los pedagogos que inculcan exánimes conceptos sino por la gracia de un maestro vivo, la abismal diferencia que existe entre el perfume de Dios y el tufo de todo lo que huele a miseria humana.




MAESTRO! MAESTRO! PARTE I






¡Maestro! ¡Maestro!

 Para hacer algo distinto a lo habitual, como método idóneo para zarandear a quienes se acogen a los hábitos sin tener que convertirse en monje capuchino o en monja de las Carmelitas descalzas, voy a pasarme por alto el prólogo y los agradecimientos ya que esto no es un libro como tal sino tan solo un simple folleto que recoge la opinión de un observador imparcial. Este sencillo recurso literario, me servirá también para pasarme por abajo a esos pobres ignorantes que se dedican a criticar todo lo que no son capaces de hacer, supongo que por mediocres. Y una vez hecha la aclaración, paso a lo siguiente que será explicar el título que encabeza este humilde folleto dedicado con amor, respeto y admiración absoluta, a esos seres que irradian luz a través de una humana apariencia y que mientras respiran sobre la faz de la Tierra, cumplen el divino propósito de dar de sus luces al mundo. Un mundo, dicho sea de paso, plagado de androides que miran, con absoluta indiferencia, cómo es arruinado un planeta creado para gozo y celebración de TODAS las especies vegetales y animales que habiten su superficie. Un viaje del calibre de nacer en un entorno de submundo donde los animales se muestran más inteligentes que esos que dicen ser hijos del Creador, en lo que se defecan en su magna obra terrena; es lo que avala la infinita compasión de todos esos MAESTROS que no vienen a esta esquina oscura del universo donde la hipocresía es una norma de conducta, más que para ser una flauta en las manos de esa infinita conciencia de la que absolutamente TODOS formamos parte.   




Si el lector ha sentido alguna vez cierta inclinación hacia la lectura de textos bíblicos ya sea con la retorcida intención de una mente socialmente adoctrinada o aplicando el claro enfoque del que sabe que el pensar es una dádiva divina y lo que pensemos es un regalo que a nosotros mismos nos hacemos, le será familiar esa frase que sale en los evangelios en la que se dice que un Maestro preguntó a sus discípulos: “¿Por qué me llamáis: ¡Maestro! ¡Maestro!, y en cambio no hacéis lo que os digo?”.  Nada mal para haberme estudiado la Biblia hace unos veinte años, con el objetivo de tomar la comunión y poder comulgar con otro espíritu que cuando se manifestó en la carne, también fue un incomprendido por los elementos del rebaño social y tanto… que según afirman unos relatos considerados sagrados, fue desacreditado, masacrado y asesinado por la misma caterva de hipócritas llamada por el maestro Jesús: RAZA DE VÍBORAS que hoy por hoy… siguen predicando la palabra de Dios con una descarada demagogia mientras que se cruzan de brazos demostrando  una insensibilidad digna de rechifla, ante la cada vez más obvia bestialidad de unos seres humanos que lo son tan sólo en apariencia porque con suma facilidad; bajan la cerviz para que cualquier aborto de la naturaleza con complejo napoleónico les utilice y conduzca hacia el matadero.



 La simple observación objetiva deja claro que en este planeta lo que abunda es la inconsciencia que, dicho sea de paso, no es otra cosa que la natural  consecuencia de que un ser humano ignore absolutamente lo que realmente ES; más allá de sus inculcadas creencias y del limitado concepto del que se cree terrícola hasta que el último aliento le corrobora todo lo contrario. Supongo que este folleto no caiga en manos de un lunático cuyo desequilibrio mental le impida captar el significado de la frase póstuma: “EL POLVO AL POLVO”  pero si mi suposición  fuese errada, como toda conjetura puede llegar a ser, le pido a dicho trastornado en sus facultades mentales que no esté encerrado en un manicomio por no haber cama para tanta gente, que haga este folleto a un lado y se haga el favor de conseguirse el manual de instrucciones que el maestro carpintero Geppetto, dejara escrito para que cualquier otra marioneta tan mitómana como su querido Pinocho, pudiera cumplir su anhelo de convertirse en un niño de verdad.

 Para esas humanoides berenjenas que envejecen con una inmadurez que se nota a la legua por sus desabridos frutos, aclaro que un niño de verdad se encuentra; independientemente de su edad cronológica, en el corazón de cualquier ser humano que elija ser un instrumento de la verdad y no consienta, por tanto, en usar la vida que cada aliento le otorga, para ser un pobre mequetrefe que se siente miserable simplemente porque para engañar a otros… precisa de autoengañarse. Y no hay nada que traiga más amargura que el disparate que todo iluso comete de no estar en contacto con la realidad ya que esto; es lo que le impulsa a cometer la barbaridad de ponerse a luchar contra lo inevitable.





 Y cuando de engaños se trata tocando el tópico de la enseñanza escolar que actualmente prevalece, no hay que pasar por alto el gran embuste que a todos los niños que nacen en el continente americano les inculca dicha EDUCACIÓN PEDAGÓGICA, al insistir en que unos navegantes europeos descubrieron dicho jardín del edén siendo que en el terreno que hoy conocemos como una América dividida en norte, centro, sur e islotes adyacentes, a la llegada de los tales “conquistadores” ya habitaban seres humanos cuya sabiduría no incluía a esa déspota posición de unos arrogantes energúmenos que ignoraban esa regla de oro que reza: “NO HACERLE A OTRO LO QUE A TI, NO TE GUSTARÍA QUE TE HICIERAN”. Pero qué maestra de estos tiempos que corren, se atrevería a explicarles a los estudiantes que se supone enseñe con la verdad en los labios, que esos lobos de mar que supuestamente descubrieron el continente americano surcaban los mares, no con la intención de ampliar los lazos de amistad entre los hombres y mujeres de buena voluntad incapaces de rebajar a la paz a un simple concepto cuya comprensión es sólo intelectual; sino que se aventuraban en los océanos sin siquiera saber usar una simple brújula y mucho menos un astrolabio, con el objetivo de ser amplia y materialmente recompensados por encontrar más tierras que saquear y más seres humanos que oprimir vilmente en nombre de un USURPADOR cuya insana manía de grandeza con avaricia incluida, era tan así de ilimitada que no ponía reparo alguno en tratar a sus semejantes como si fuesen bestias y para justificarlo… es muy posible que dichos CLEPTÓMANOS usaran esa otra “teoría” que los actuales pedagogos inculcan en las mentes de sus estudiantes y que afirma que el ser humano es un animal superior. Con razón tiene que ir uno por ahí escuchando tantas rebuznancias y para colmo de males… expresadas en un tono solemne que pone aún más en ridículo, al erudito con complejo de inferioridad que trata de impresionar  a otros con su colosal ignorancia.





 No pretende este fascículo responder a las banales preguntas que acosan a esa gente presuntuosa y coprófaga por demás que presume de ordinaria con chabacana desfachatez, a pesar de sus inútiles esfuerzos por aparentar una excelencia que no pueden demostrar con sus actos así que quien sea que cumpla con los requisitos indispensables para comportarse como un orangután con apariencia humana y modales aprendidos, debería desechar en el acto la idea de continuar la lectura y haría mucho mejor en ponerse  a imitar la pose de esos simios que, existiendo en cautiverio, se dedican a mendigar de lo que sea que le ofrezca quien esté  fuera de la jaula. No es mi intención herirles la susceptibilidad cuando comente acerca de la diferencia entre maestro y pedagogo, y mucho menos procuro excitar la irritabilidad del bruto, al poner en evidencia que para ser un ignorante basta con NO CONOCERSE UNO A SÍ MISMO.




 A Sócrates lo condenaron a  beber cicuta por insistir en esa simple expresión  grabada en un templo de Delfos donde se consultaba a un oráculo o pitonisa y que invitaba a CONOCERSE A SÍ MISMO; al visitante que iba a consultar a la vidente para que le pronosticara el futuro pero afortunadamente ha llovido mucho desde entonces y no creo que en estos tiempos en que la demagogia ha alcanzado una posición tan encumbrada,  se utilicen métodos tan poco sutiles y tan atroces  para silenciar al que prefiere sincerarse abiertamente por no tener nada que perder si es su personal decisión; rechazar todo acto que provenga de esa norma de conducta obligada para vivir en sociedad que genera la máscara en un rostro que sin ella; mostraría que la plenitud no es un mito sino una posibilidad que cada aliento le ofrece a un ser cuya humana apariencia es de carácter transitorio. Por si alguna duda quedara de la brevedad de la existencia de un Ser en una humana apariencia, dejo aquí una cita del gran cómico de todos los tiempos que sirva de recordatorio ya que en estos tiempos los llamados “centros de rejuvenecimiento”, ofrecen la posibilidad de engañarse aún más respecto a la inevitable llegada del último aliento y esto, créalo o no, es el motivo de que la esquizofrenia en este mundo sea un mal incurable que permite que la inmensa mayoría de los seres humanos, permanezcan en un estado de histeria colectiva.

 Y lo más curioso es que a nadie se le ocurre cuestionar ese ultraje que se le hace a ese derecho que cualquier niño posee de decidir, dado el libre albedrío que le asiste, si desea ser víctima del dogma religioso y/o la doctrina política imperante o prefiere cultivarse de manera autodidacta. Porque de cuestionarse tan esencial asunto que incluye la violación de un derecho humano, lo de transformar a un niño en un autómata esclavo de un sistema inoperante sería responsabilidad de unos progenitores que no se amaran a sí mismos y por ende, fueran capaces de imponerle a una criatura un modo de vida que va contra ese inalienable derecho de todo ser humano de poder pensar por sí mismo para así; entre otras cosas, no tener que depender de las ideas de otros que tal vez… no estén encerrados en un sanatorio para desquiciados mentales simplemente porque en sus más alocadas fantasías creen estar lúcidos. De ahí se infiere que la raíz de la inoperancia del sistema escolar que actualmente opera a nivel mundial, se encuentra en esos progenitores que no estaban aún maduros para atraer una nueva vida a este planeta y que, por no respetarse a sí mismos cual le corresponde a un Ser que sabe perfectamente quien es, son capaces de irrespetar la posición de una criatura de la que no son amos y señores sino momentáneos tutores. El poeta Gibran Khalil Gibran en su obra “El Profeta” expresó al respecto: 



 Si trato ese asunto de respetar el libre albedrío de toda criatura que nazca en la forma humana y, en lugar de imponerle un caduco y obsoleto sistema de creencias, brindarle la posibilidad de decidir por sí misma en base a lo que para sí misma desea, es porque conté con esa posibilidad simplemente porque recibí el respeto de una madre que se respetaba a sí misma y por consiguiente, tenía absolutamente CLARA esa regla de oro que nos recuerda “no hacerle al otro, lo que a uno mismo no le gusta que le hagan”. Luego de demostrarme con hechos más que con palabras, que en esta vida todo lo que importa es agradecer día a día por la posibilidad de existir y aceptarse uno a sí mismo como un ser dichoso que sólo está aquí como ave de paso, me explicó que había nacido en un mundo donde habitaban algunos seres humanos que convivían con otros que no podían hacer otra cosa que aparentarlo por imitación y que como estos brutos con ilusas aspiraciones; habían degradado a la mujer a un nivel bestial, al madurar tenía la opción de venderme al mejor postor y convertirme en “ama de casa” o hacer el esfuerzo de obtener un título universitario que me calificara para encontrar un trabajo que fuera bien remunerado y me garantizara el respeto de los machistas que, ordinariamente, no respetan ni a la que los trajo al mundo. Así fue como pude elegir, entre ambas opciones, la que me pareció más acorde con mi aspiración de no ser propiedad de ningún energúmeno que me utilizara para servirle de sirvienta domesticada y con el fin de asegurar la descendencia mediante una cópula donde el amor si brilla, será por su absoluta ausencia.



Mi intención al plasmar mi sentir utilizando a esa fuente de malentendidos que son las palabras, es honrar la labor que en un mundo de mentiritas plagado de farsantes, realiza un ser humano que con sus actos demuestra estar totalmente lúcido y, al enaltecer tan magna tarea, poner de relieve que un maestro como tal es el que enseña lo que todos sabemos pero hemos olvidado y puede hacerlo; por la sencilla razón  de que es un ser humano cuya dignidad no ha sido convertida en un tapete o felpudo y por consiguiente, puede  servir de espejo para que otro ser humano se refleje como tal y si es el caso, deje de creer que es un aborto de la naturaleza diseñado para autodestruirse y en consecuencia, estar a favor de la extinción de la flora y la fauna de un planeta que  es obra de una consciencia que todo lo abarca y de la que él o ella forma parte. Y al respecto no me dejarán mentir esos reportes que informan acerca de los miles de especies animales y vegetales que un día existieron y hoy están extintas o en vías de extinción. Respalda lo escrito en este párrafo el hecho de que a pesar de todos los organismos que existen y están enfocados, según el decir de sus organizadores, en establecer la paz mundial, desde hace siglos la humanidad esté enfrascada en uno u otro conflicto que, dicho sea de paso, sólo le sirve a esos oscuros intereses que están invertidos en artículos bélicos que promueven los mismos que están interesados en hacer de la humanidad un manso rebaño destinado a ser trasquilado por lobos disfrazado disfrazados con piel de oveja. 




 Un verdadero maestro, al poder reconocer que la excelencia es parte del potencial de un ser humano, puede mostrar la manera de trascender los límites que los conceptos suponen en lo que un pedagogo, por guiarse por un programa que le cercena la espontaneidad, se limita a implantar conceptos en una mente cuyo principal obstáculo consiste en no poder ir más allá de los conceptos y,  siendo una ley universal la que aplica INEXORABLEMENTE lo de que: “se recibe con creces de lo mismo que uno da”, es natural que un pedagogo encuentre ciertas dificultades para transitar el trecho que va de las palabras a los hechos. Dicho impedimento es el que obstaculiza el soberano derecho que a todo ser humano asiste de poder llamarle al pan, pan y al vino, vino incluso estando entre gente ignorante que le llama pan de vida a algo que sabe a hostia y que comete alcohólico vampirismo, tomándose un vino que creen se transforma en sangre de un maestro perfecto que ya no respira sobre la faz de esta Tierra. Olvidan estos demagogos mamertos que a dicho maestro lo crucificaron precisamente por darle más valor al ser humano, que a lo que estuviera escrito en un libro considerado sagrado, “casualmente”, por unos supersticiosos farsantes, y valga la redundancia, que se valían de este para esquilmar a las masas populares que, por contar con elementos que no están conscientes de su propia valía, son fáciles de ser azuzadas a manera de rebaño por cualquier lobo ataviado de macho cabrío.



Si alguien se preguntara el por qué del rotundo fracaso de un sistema escolar que ha dejado demostrado con creces y con sus frutos, a saber seres totalmente DISFUNCIONALES, que sólo sirve para transformar a una divina criatura en un cuadrúpedo orgulloso de andar en dos patas  y saber calcular fríamente cada uno de sus pasos, tal vez este folleto le sirva para resolver un cuestionamiento totalmente válido para quien sabe la diferencia que existe entre un ser dotado de una chispa de inteligencia y una berenjena con humana apariencia que puede vegetar… mientras que cree estar viva pero no puede ser útil; ni tan siquiera formando parte de la cadena alimenticia. Debido a que cualquiera que lea este folleto, aún siendo uno de los tantos... puede no estar familiarizado con el término de DISFUNCIONAL antes mentado y exhibido desfachatadamente por la inmensa mayoría de lunáticos que no ponen los pies en la tierra por pasárselas alunizando, aclaro que la disfuncionalidad en un ser humano se refiere a la pérdida de la comprensión de su verdadera naturaleza lo que conlleva a que en lugar de saberse un ser vivo con consciencia de sí mismo y absoluta comprensión de que este es un viaje astral con principio y fin; comience a considerarse un aborto de la naturaleza que recibe la bendición que cada aliento le proporciona, ignorando que este vaivén de la existencia le brinda en su totalidad algo tan invaluable e insustituible como la vida misma y por tanto, el pobre mequetrefe creerá que respira en este magnífico y pródigo planeta sin otro propósito que el de vegetar hasta el último aliento y acogerse sin remedio, a la brutal opción de sobrevivir bajo la ley de la selva que glorifica la fuerza del bruto y rechaza la opción de vivir en santa paz celebrando la existencia. Dicha ley es la que conlleva a que el hombre se convierta en el lobo del hombre o en su defecto… en el borrego de esos lobos con humana apariencia que pretenden hacer de la humanidad un rebaño de ignorantes que se dejen trasquilar mansamente.




Con el propósito de que este comunicado pueda ser al menos medianamente comprendido, por esos mediocres que parlotean de la excelencia y hasta se acuestan con ella sin tener la más remota idea de la grandeza de un ser humano porque la gente mezquina, ordinariamente posee la escasa o nula autoestima del que no se aprecia a sí mismo, debo señalar una y otra vez que no es lo mismo maestro que pedagogo ya que el primero te recuerda todo lo que ya sabes pero sustituiste por ideas, creencias, ideologías, tendencias, doctrinas y demás banalidades que los pedagogos, incluso en la forma de disfuncionales progenitores, se encargaron de inculcarte simplemente porque cuando le arrebatas a un ser humano la posibilidad de ser quien es y hacer con su vida lo que le dé su regalada gana, lo que obtienes es un esclavo de las miserias humanas que se la pasará mendigando la aprobación ajena porque cuando se mira a sí mismo, ya no ve al rey sino al mendigo.
 Y ni que señalar tengo pero lo hago por si las moscas… que la factura que pasa la obsesiva necesidad del ajeno beneplácito es bastante elevada y tanto… que no diría que es cara sino carísima. Y si lo señalo es porque sería estupendo que las nuevas generaciones, al menos los despiertos, no conozcan por experiencia propia la insatisfacción del mamarracho que, en lugar de agradecer cada instante en que un aliento le permite existir en una vasija de barro, dedica entre 70 y 104 años de vida a pedir más y más y más… a un dios que debe tener la forma de un becerro de oro porque todo lo que piden lleva un precio colgado de una etiqueta y dichos pedigüeños más que dignos seres de luz con una efímera apariencia humana, parecen borregos pastoreados por Don Billete.  




Para  reafirmar mi opinión respecto a que el sistema escolar que imperialistamente domina en la actualidad resulta obsoleto, deprimente, represivo, deplorable  y decadente, voy a poner como ejemplo al premio Nobel Albert Einstein que siendo un genio, con sistema escolar incluido, no pudo advertir que todos los políticos en este mundo, independientemente del país que crean gobernar,  no son ni más ni menos que unos pobres lunáticos con complejo napoleónico cuyo único propósito es dominar imperialistamente puesto que para dicho propósito, fueron educados por el actual sistema escolar que sigue siendo el mismo de hace unos cuantos años tras por lo que es además ANACRÓNICO. Arrepentido por haber cometido el error de creer que un megalómano presidente norteamericano, tuviera alguna diferencia con el sicópata presidente de su Alemania natal, antes de morir dejó dicho que si volviera a nacer en este planeta en lugar de científico prefería ser fontanero.
 Si esto no confirmara mi opinión respecto al sistema escolar que transforma seres humanos en mediocres androides, entonces tengo que decir que fue vana la vida de Albert Einstein y que el premio Nobel que recibiera en vida, no le sirvió ni para soplarse los mocos mientras lloraba la muerte de todas esas personas inocentes que habitaban Hiroshima y Nagasaki. Luego de que un fatuo títere manejado por oscuros intereses que promete la paz en lo que declara la guerra recibiera dicho premio, como Albert Einstein también he decidido que si regreso, me dedicaré por entero a la fontanería. Total que algo de experiencia he adquirido en eso de destapar conductos obstruidos y sólo sería cuestión de escoger el tipo de instalaciones en las que me quiera especializar.




 Innumerables son los ejemplos que podría traer a colación de personas que nacieron sabiendo lo que tenían que saber y que, gracias al inoperante y dogmático sistema escolar que ha imperado durante siglos, redujeron dicho conocimiento a la mera interpretación intelectual que estando al nivel de una mente que piensa pero no siente, es incapaz de pasar de las palabras a los hechos que las respaldan. Y así es cómo a partir de una divina criatura como materia prima, se obtiene a una retorcida entidad que puede desechar a la sinceridad que traía al momento de nacer para acogerse, sin cuestionárselo tan siquiera, a una norma de conducta que le permita socializar al mismo pútrido nivel en el que socializan todos los mediocres que por serlo, tiene que presumir de lo que carecen y relacionarse con otros sin dar la cara, la verdadera digo, la que esconde el hipócrita tras su máscara de farsante. Y esto me recuerda que los mediocres; en el pecado de ser vulgares, grises, triviales y anodinos llevan la penitencia de ser mezquinos antes que con otro, consigo mismos. Ojalá que ninguno de ellos se tropiece con este artículo porque ni siquiera para odiar son buenos los pobres, con eso de que todo lo hacen a medias… Pero si así fuera sepa Ud., susodicho mediocre, que lo que sea que le provoque la expresión escrita de mi más sincera opinión, a mí me tiene totalmente sin cuidado y es más, sepa por si lo ignora, que todas las emociones perniciosas dañan seriamente el organismo del bilioso. Y para más claro dejárselo, le informo que acostumbro  cada día de mi vida a bañarme virtualmente en emulsión de quimbombó para que todas las sandeces de los mequetrefes me resbalen. Lo podría escribir con mayúsculas por si además de mediocre fuera miope existencial pero más claro, imposible.




Volviendo al tema del sistema escolar que considera hiperactivo e ingobernable a un niño que, naturalmente dado que sabe más allá de los conceptos que la vida es digna de ser vivida, no está en lo absoluto interesado en estar encerrado en un cuartucho lóbrego escuchando a un ave parlanchina que se aprendió de memoria determinada materia, para expresarla a manera de diarrea cerebral ni comprende que para disfrutar plenamente de su existencia, tenga que obedecer ciegamente a unas bolsas de carne y huesos que todo lo que llevan por dentro es un sancocho de ideas preconcebidas, dogmas obsoletos y convencionalismos sociales, simplemente porque la luz que un niño lleva por dentro antes de que la sumisión la apague, le permite ver claramente que nació en un mundo donde unos pocos seres humanos están celebrando la vida y otros, la inmensa mayoría; llevan años respirando para demostrar que vegetar es superior a celebrar el milagro de existir, comento que ha demostrado constituir un medio muy conveniente para que una bestia con apariencia humana y rellena de egolatría, se pavonee creyéndose superior a un ser humano que no haya pisado esos pestilentes claustros que le llenan de humo la cabeza al alumnado o que los haya pisado tan sólo para ver cómo funcionan más allá de las apariencias.




Estas conclusiones han brotado de la simple observación y es de todos sabido que los resultados de la observación imparcial de cualquier asunto, poseen la objetividad que le falta a las especulaciones de quienes se conforman con creer que saben en lugar de tratar de llevar lo que saben de la teoría a la práctica. Reconozco que esta cruda realidad no debe ser descrita tan explícitamente porque resultaría inmasticable e intragable, sobre todo para los que presumen de una estrafalaria estrechez mental pero dicho sistema escolar ha probado, con creces, ser tan propicio para transformar a un ser humano en un lobo o en una zorra que creen ser personas; que confío en que habrá colmillos para masticarlo o en su defecto, unos molares de carnero que puede andar en dos patas para poder rumiarlo. La observación de esta clase de espécimen que aparenta por su aspecto externo, pertenecer al género Homo sapiens, fue lo que hiciera expresar a Samuel Butler que: “Todos los animales, excepto el hombre, saben que el mejor negocio en la vida es disfrutar de ella”.

 No sé el lector pero no recuerdo, en todos los años que invertí en llenarme la cabeza de información ineficaz y caduca, a algún pedagogo que se dedicara a improvisar atreviéndose a salirse de los límites de la educación didáctica y que, entre col y col, se pusiera a conversar con sus estudiantes acerca de la necesidad de sentirse plenamente satisfechos por el simple hecho de estar respirando temporalmente; en un planeta al que obviamente no pertenecían puesto que el último aliento lo ha dejado fehacientemente demostrado en un sinnúmero de difuntos. A ninguno de mis profesores les escuché insistir en la importancia de sentirme agradecida por una vida que absolutamente nada había hecho para merecer, ni tampoco señalar que para cultivar una sincera amistad que es en la que se puede pensar en voz alta sin problema, era imprescindible sentirse uno cómodo en su propia compañía y poder prescindir de la enfermiza búsqueda de aprobación externa. No escuché nunca a alguno de estos “educadores”,  mencionar la diferencia entre guiarse por una mente socialmente adoctrinada para anular lo humano y exacerbar la naturaleza deformada del animal que cree ser superior y dedicarse por entero a escuchar los sabios dictados de un corazón que sabe lo que es necesario saber para poder sentirse en armonía con uno mismo y por ende, con su entorno. No es de extrañar por tanto que de los claustros universitarios, surjan entidades con un diploma que acredita la capacidad para memorizar de una materia gris pero que no garantiza la excelencia de un ser humano y la plaga de mediocres que hoya la superficie de este planeta no me dejará mentir al respecto.




“Un ingeniero británico a cargo de unas obras de ferrocarril en la India, se quedó atónito al ver que todos los días un joven aldeano llegaba y se tumbaba a la sombra de un gran árbol y, se dedicaba a contemplar a los obreros y a los ingenieros que les daban órdenes. Aquel tipo extraña que se presentaba todos los días llegó a despertar el interés del ingeniero. El tipo se llevaba su comida, comía y descansaba a la sombra del árbol. Un día el ingeniero no pudo resistir más la tentación, se acercó al aldeano y le dijo:

-   - ¿Por qué no trabaja? Viene todos los días y pierde el tiempo nada más mirando.
El aldeano replicó:
-          - ¿Y para qué voy a trabajar?
El ingeniero respondió:
-        -  Pues para ganar dinero.
El aldeano preguntó:
-         -  ¿Y qué voy a hacer con el dinero?
El ingeniero respondió:
-    - ¡Si serás imbécil que no sabes lo que hacer con el dinero!!! Cuando tengas dinero podrás relajarte y disfrutar.
El pobre aldeano dijo:
-         - Pues qué cosa tan rara…, porque yo ya estoy relajado y disfrutando. Anda que no hay que darle tantas vueltas: trabajar un montón, ganar dinero y después, disfrutarlo y relajarte. Pero… ¡si yo ya lo hago!!!”.