Monday, May 27, 2013

"¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?"



Antes de explayarme en el tema del que tratará este artículo, debo señalar que este planeta está plagado de gente que necesita ser pastoreada por algún lobo disfrazado con piel de macho cabrío y estos resignados borregos con humana apariencia, al no usar la capacidad de pensar por sí mismas que posee cualquier ser humano que no esté dispuesto a dejar de ser persona; con tal de obtener la aprobación de alguien, al no saber lo que piensan tampoco pueden saber de qué están hablando y muchísimo menos podrían animarse a caminar el trecho que va de las palabras a los hechos. Y como cabe la posibilidad de que el contenido este artículo; caiga en las extremidades delanteras de cualquier blandengue que forme parte de la manada social pastoreada por cabrones lobos con apariencia humana y malsanas intenciones, será mejor que advierta que para leer algo que pueda dibujar con palabras la realidad de la que están alejados esos ilusos que viven hundidos en sus puñetas mentales, es preciso hacer uso de la chispa de claridad que cada ser humano que pisa la faz de la Tierra; posee en su corazón. Divino fulgor que, como los rayos del sol en cada nuevo amanecer, posee el atributo de expulsar esas sombrías inclinaciones que envilecen al ser humano más conocidas por miserias humanas. 


Ahora, si algún ignorante que, en su fugaz paso por este planeta, prefiriera actuar como un mendigo que lleva consigo un invaluable tesoro del que no hace uso por anteponer la bolsa a la vida, se atreviese a leerlo; sepa que la responsabilidad por herir sus susceptibilidades recaerá sobre él o ella simplemente porque sobre aviso, no hay engaño. Como me consta que el entendimiento en aquellos que se han hecho expertos en complicarse la existencia, oscila entre lo nulo y lo vacío sobre todo cuando de ponerse al servicio de la sencillez se trata; insisto en señalarle al lector que este artículo no versa sobre esos tantos y tan variados temas en lo que cualquier persona puede profundizar sin por ello, obtener algo de consistencia en la confianza que debería sentir en sí misma. Más bien trata sobre la vida, ese invaluable regalo que nada hicimos para merecer y que sin embargo damos por hecho, cuando no somos capaces de agradecerlo de corazón al menos hasta que ya es demasiado tarde para que la gratitud, ese sublime sentimiento que se demuestra más con hechos que con convencional parloteo, pueda hacer nido en el pecho del moribundo que ha creído estar vivo simplemente por haber tenido uno y otro aliento a su favor. 


No pretendo que un artículo que resalte que la única buena noticia que podemos recibir es la de que estamos vivos, tenga alguna aceptación entre esos mequetrefes con horchata en lugar de sangre en las venas que consideran conveniente complicarse la existencia, y para colmo de males… suponen que la vida es un insustancial suceso con un toque de amargura que hace que morir, sea algo que valga la pena. Para este tipo de gente con una perspectiva tan ruin que se atreve a juzgar la vida de tan miserable modo, dejo esta imagen que puede servirles de espejo puesto que cuando el propósito de celebrar una existencia que es fugaz e irrepetible se tergiversa, es normal que se use la abertura bucal para evacuar la disentería cerebral que a manera de información banal se encuentra contenida en la cavidad craneana y para expulsar los pedos existenciales que comúnmente se acumulan, en quienes no poseen la suficiente lucidez como para poder distinguir la abismal diferencia que existe entre celebrar la vida y amargarse la existencia.



Por si no bastara con verse reflejado en la imagen anterior me permito aclararle, al lector que haya confundido su abertura bucal con el orificio anal que le permite expulsar las sustancias de desecho a manera de materia fecal, que la diferencia entre lo sublime y lo ridículo salta a la vista. Y por si aún no lo ha notado, puedo declarar que es un placer señalarle que basta con haber observado detenidamente a un descerebrado pendejo inflado de pestilentes flatulencias, para que desde entonces uno posea la facultad de poder detectarlo  a simple vista,  y a pesar de que el pobre pedorro hace hasta lo indecible por disimular los esfuerzos que hace para poder mantener una patética armonía entre un complejo de inferioridad y unos delirios de grandeza que le permiten jugar a la vez el papel de víctima y el de verdugo. 

Si ha tenido uno esa posibilidad en esa significativa etapa infantil, en la que simplemente observamos pero sin juzgar; según los parámetros de una mentalidad socialmente adoctrinada, puede uno considerarse doblemente afortunado puesto que en un mundo plagado de insatisfechos que buscan la plenitud fuera de sí mismos, es imprescindible saber quién es quién antes de atreverse a relacionarse con un desquiciado mental que sólo puede verlo a uno como si fuera uno otro orate más o en el peor de los casos…. confundirle con el psicoanalista que, por pendejo, no le cobra las consultas. Me temo que este comentario le haya caído como electroshock con descargas de 440 voltios, al chiflado que se haya identificado con la definición gráfica del “Caraéculo” por lo que es menester que aproveche para insertarle una imagen que, de manera subliminal, le indicará con certeza que para el farsante que se haya hecho experto en engañarse a sí mismo tiene que resultar normal que la verdad… pique y mortifique.


Llegado a este párrafo, supongo que el lector haya notado que no es suficiente poseer una abertura bucal y unas cuerdas vocales en perfecto estado para poder expresarnos con propiedad o sea,  sabiendo exactamente de qué estamos hablando. Y al respecto no me dejarán mentir esos demagogos discursos de unos patrañeros que se deshacen en promesas cuyo cumplimiento; ponen en manos de un futuro incierto para evitarse la molestia de consumarlas en un presente inmediato. No me gusta poner en tela de juicio al opio que adormece a las muchedumbres adoctrinadas para poder respirar el hedor que desprende la ignorancia, porque sé que cada cual es responsable del tipo de estupefaciente que consume y está documentado respecto a las consecuencias de la ingestión de soporíferos; pero como esto es algo que se puede percibir simplemente echando un vistazo a menos que sea uno como ese ciego que no quiere ver teniendo luz en sus pupilas, me gustaría destacar que no es mucha la diferencia que existe entre lo que hacen los charlatanes disfrazados con piel de macho cabruno que sufren de complejo napoleónico y la labor que realizan esos predicadores que se atribuyen la potestad de declararse intermediarios entre una criatura divina y SU divino creador, mientras que son incapaces de predicar poniéndose como ejemplo a ellos mismos sobre todo en eso de amar a Dios por sobre todas las cosas de este mundo, incluyendo en esas “cosas” al capital que no procede precisamente del reino de los cielos. Resulta que son muy pocos los que en este planeta conocen, en verdad, la diferencia que existe entre lo que se puede conseguir con dinero y lo que, por su autentico e incalculable valor, no se puede obtener ni con todo el oro del mundo, por eso es preciso que inserte aquí una imagen que expresa dicha diferencia de una manera tan categórica, que habría que ser pendejo para pasarla por alto.



De esos propagadores de ideas sublimes que supuestamente resultan irrealizables, al menos durante esta existencia terrenal y mientras que se sienta uno culpable hasta de los pecados jamás cometidos, un maestro que sí sabía de lo que estaba hablando por ser capaz de revelar la verdad desde su mismísimo corazón, expresó públicamente:

“Así pues hagan ustedes con los demás, lo que quieran que los demás hagan con ustedes. Y cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas pero por dentro, son lobos feroces. Ustedes los pueden reconocer por sus acciones pues no se cosechan uvas de las espinas ni higos de los cardos. De modo que ustedes los reconocerán, por sus frutos”.

Me consta que existen cristianos que todavía no captan cuán significativa es esta advertencia, para poder comprender el motivo que hace más de dos mil años impulsara a unos fanáticos a ejecutar a un Ser que, incluso en una Era en la que imperaba el oscurantismo, la engañifa y la prepotencia de unos maniáticos con complejo napoleónico, fuera capaz de trascender su condición humana al ponerse en contacto con su naturaleza divina. De modos que a esos “engañados” que defienden con malsana intransigencia, unas creencias que tienen que ser inculcadas y que desestiman el valor de un conocimiento que se reside en el corazón de cada individuo de la raza Homo sapiens; me gustaría dejarles esta imagen que trata sobre el predicar sin dar el ejemplo y con ella, una invitación para que quienes no comprendan de lo que se está hablando aquí, hagan uso de un potencial que hace del ser humano una criatura regia, divina y maravillosa que como tal, puede situarse por encima del lodazal donde pululan esas miserias humanas que sólo sirven para emponzoñar el alma. 



Si no sufre el lector de algún tipo de anomalía que le impida mantener la coherencia entre lo que piensa, lo que dice, lo que hace y lo que ES; entonces le será fácil sospechar el verdadero motivo de que este artículo pueda ser visceralmente rechazado por esas personas que con cada uno de sus actos; dejan demostrado que no guardan coordinación alguna entre los antes mencionados procesos que, dicho sea de paso, son comunes en cualquier Ser de naturaleza divina que transite por la eternidad fugazmente ataviado, con una humana apariencia. Sucede que de lo que se habla aquí, no es acerca de esas delirantes fantasías que alucinan esos desdichados orates que, al no estar en pleno uso de sus facultades mentales, se encuentran tan alejados de la realidad que cuando esta se les aparece de pronto en lugar de poder simplemente abrazarla, lo que sucede es que se dan un encontronazo que puede que les sirva tanto para dejar de hacerse pendejos de una buena vez; como para aferrarse aún más a esa enfermedad que amenaza con convertirse en pandemia y que podría ser científicamente nominada como: pendejitis aguda. Aquí se está opinando sobre lo que resalta a la vista y de paso poniéndose de relieve que la clasificación de los seres humanos socialmente adoctrinados en: sumisas bestias de rebaño ovino y prepotentes alimañas con delirios de grandeza; no sólo es algo de por sí inadmisible sino que es una aberración que cualquier ser humano que albergue algo de integridad en su interior debería denunciar, donde quiera que su humanidad haga acto de presencia.

Y para respaldar esta afirmación con un hecho, voy a dejar aquí una imagen que revela una abominable circunstancia con la que no me conformo ni me conformaría jamás y en la que afortunadamente no tengo participación alguna; ya sea jugando el papel de víctima o el de verdugo. Sé que la misma va a herir la susceptibilidad de quien sea que considere normal y como la mera consecuencia de la aplicación de un divino decreto, a un alienado sistema que glorifica la explotación del hombre por el hombre y valoriza a un ser humano por lo que tiene y no por lo que realmente ES, pero como no estoy especialmente interesada en relacionarme, en modo alguno, con seres irracionales con apariencia humana  que se crean inferiores o superiores a otros seres vivos que habitan sobre la superficie terrestre, bien puedo correr ese riesgo al publicarla.


Mientras que los idealistas, esos puñeteros mentalistas que entre todas las pendejadas que clasifican como dogmas irrefutables; está la de pretender que se puede lograr un mundo en paz mediante la práctica periódica del exterminio masivo de valiosas vidas humanas, se esfuerzan por masticar y digerir el mensaje de la imagen anterior, aprovecho para proponer que le paremos a eso de menospreciar a un logro obtenido por la raza humana y que nos diferencia del resto de los seres vivos que pertenecen al reino animal, tratando de usar el lenguaje, tanto oral como escrito, para expresar ideas que podamos respaldar con hechos concretos y antes de expresarlas, que nos detengamos a pensar para determinar con precisión si dichas ideas pueden marcar la diferencia entre lo trascendental y lo intrascendente. En caso de que al lector le interese dicha propuesta es un placer felicitarle ya que lo que más abunda en este planeta, son sujetos que se muestran encantados con la idea de hablar sin saber del tema que están hablando más que lo que han podido captar, con el uso del 3% de una red neuronal de cuya existencia y potencial ni siquiera se dan por enterados. 


Sucede que cuando no sabemos de qué estamos hablando, cometemos errores tales como el de exigirle a un hijo, a un pariente, a un amigo, a un amante o en el peor de los casos, a un progenitor; que se ocupe de llenar unas expectativas de las que no son responsables ni el hijo, ni el pariente, ni el amigo, ni el amante ni el progenitor que según el equivocado, naciera en este mundo con el único propósito de complacer los designios de un pendejo que ni cuenta puede darse de que no es el astro rey alrededor del cual giran los planetas y mucho menos el ombligo del universo. Por eso no de extrañar que nos encontremos con progenitores que, incluso siendo expertos en amargarse la vida y obstaculizársela a otros, definitivamente no saben de qué están hablando, cuando se la pasan exigiéndoles a sus hijos el que estos sigan sus vacilantes y ridículos pasitos marraneros. Para estos progenitores que exigen a sus hijos que se conviertan en unos infelices mequetrefes que en lugar de ser auténticamente dichosos, tengan que hacer alarde de haber cometido el disparate de IMITAR un ejemplo tan nefasto y despreciable por demás, tengo una imagen que tal vez pueda servir para que reflexionen y así, antes de que sea demasiado tarde puedan dejar de confundir a una divina criatura que, en verdad, es hija de universo; con un chimpancé amaestrado que tiene que bailar al ritmo que el organillero esperpento le toque.


Por más descabellado que parezca, también se ha hecho muy común ver a un neurasténico amante cuya confianza en sí mismo se puede poner en tela de juicio y que resulta obvio que no sabe de qué está hablando, cuando se atreve a exigirle a su “adorado tormento” una obediencia muy similar a la que se espera de una mascota mientras que el exigente lunático, demanda que se le respete el derecho a hacer lo que le dé su reverecunda gana. No creo que se desconozca la existencia de esas supuestas amistades que, ofreciendo lo peor de sí mismas al ofrecer hipocresía en lugar de la sinceridad que siempre favorece y si lastima… sería sólo al mequetrefe que prefiere mentirse a sí mismo, exigen que el amigo o la amiga le ofrezcan únicamente lo mejor de sí mismos. Cualquiera puede haber sufrido en carne propia a esos inoportunos e impertinentes parientes que, a pesar de ser partícipes de un sinnúmero de sucesos más propios de un manicomio que de un entorno donde lo familiar no le reste crédito a lo tolerable, es obvio que no saben de qué están hablando cuando se toman la atribución de dar consejos tan absurdos como ellos mismos y encima de eso, todavía pretenden que tales disparates sean seguidos al pie de la letra.

Como no se le pueden pedir peras al olmo, considero que lo mejor que se puede hacer con estos seres queridos es insinuarles que visiten a un psicoanalista capaz de diagnosticarles, mediante la sencilla aplicación de un simple test mental, el tipo de monomanía que padecen. En caso de que luego de dicha sugerencia el desequilibrado mental le replique que el que está loco es Ud., entonces mejor decídase a seguirle la corriente total que no será precisamente Ud., quien tenga que estar poniendo en dudas  constantemente a algo tan imprescindible como la lucidez. Por si las dudas… voy a insértales esta otra imagen.



No es que crea que a algún pariente de los que todavía respiran en un cuerpo que hay que abandonar tras el último suspiro; le queden ganas de saber  sobre lo que opino acerca de los parientes que no saben de qué están hablando, cuando pretenden que uno haga lo que ellos dicen y no lo que ellos hacen pero por si las moscas… voy a dejar aquí una imagen que explica magistralmente el verdadero motivo de no sepamos de qué estamos hablando, cuando pretendemos dirigir la vida del prójimo mientras que con cada uno de nuestros actos, dejamos demostrado no poseer ni el más mínimo control sobre nosotros mismos.

Como dato curioso me complace dejar dicho, que según quienes han investigado acerca del uso de una red neuronal cuyo potencial es infinito, el premio Nobel Albert Einstein usaba únicamente un 10% de su red neuronal y el humano ordinario, para tener una vida donde lo extraordinario resulta también irrealizable, se conforma con emplear el 3%  excepto en el caso de quienes, sin haber nacido con algún tipo de retardo mental, actúan como si les hubieran realizado una lobotomía parcial sin que ellos hayan dado un consentimiento previo. Ahora ya no me queda más que rezarle al Omnipotente poder que me permite sentirme viva cada instante que me regala, para que este escrito, con la imagen que muestra a continuación, no caiga en manos de un cabeza de chorlito que, para poder aparentar ser un ser humano en sus cabales, haya considerado apropiado reducirse el cerebro al tamaño de un garbanzo relleno de vanagloria que sólo le sirve para no quedarse comiendo hierba, cuando pasea por un pastizal y, por no ver por donde camina, tropieza con una piedra.


Y por último pero no por eso menos importante, es el caso de esos demagogos líderes de manadas que, ignorando que la autoridad debe estar sustentada por la sabiduría en lugar de estar apoyada en la prepotencia de un primate con delirios de grandeza y olvidando que se debe predicar con el propio ejemplo, no saben de qué están hablando, cuando se atreven a exigirle a las masas que le secundan que defiendan hasta con sus propias vidas, la ejecución de las ideas de un lunático que en lugar de tener sus posaderas achantadas sobre el cojín de una silla presidencial, debería tenerlas colocadas sobre la acojinada superficie de una celda acolchonada. 

Como nunca falta el idiota capaz de negar lo que resulta evidente, ni el cobarde que no se atreve a denunciar lo que salta a la vista, ni el pendejo demagogo que ignora eso de que: se puede engañar a toda la gente durante un tiempo, y a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, mejor pongo un ejemplo de este último caso y si se va a formar… qué se forme pero concuerdo con Bertolt Brecht en que: “Cuando la mentira comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”.



Como advirtiera un ser humano plenamente satisfecho que proclamara que SU reino no era de este mundo, trato de no  darle las cosas sagradas a los perros para que no se vuelvan contra mí y evito, en la medida de mis posibilidades, no echarle mis perlas a los cerdos no sea que las pisoteen pero como resulta imposible que este artículo no caiga en las patas delanteras de algún subyugado sabueso socialmente adoctrinado que aparente ser persona, o en las pezuñas de un prepotente marrano con complejo de alcancía y manía de grandeza, es menester que señale que a quienes no se sientan capaces de ser un fiel instrumento para que la verdad se exprese sin tapujos de ningún tipo; no les queda ninguna otra opción más que la de convertirse en insensibles e inexpresivas marionetas cuyos hilos manipula la ignorancia.

Para profundizar en dicha declaración que, dicho sea de paso, hago percatándome acerca de qué estoy hablando y, a sabiendas de que herirá la susceptibilidad del mamarracho que se sepa víctima del autoengaño y que no quiera hacer absolutamente nada para dejar de serlo, me dispongo a darle fin a este escrito con una imagen que, en el caso de que el lector no haya caído en la esclavizante rutina de menospreciar la posibilidad que tiene cualquier ser humano de expresar libre y espontáneamente lo que su corazón desea revelar; puede servir para inspirarle a extraer de sí mismo una grandeza que definitivamente no puede ponerse de manifiesto, en alguien que insista en juzgar a la vida como una experiencia trivial que sólo le permite sobrellevar la mediocre condición del que está obligado a mendigar la aprobación de otros, porque no es capaz de aceptarse a sí mismo tal cual ES.

Y si fuera el lector de esos fantoches que prefieren ser mediocres de por vida, antes que disponerse a hacer el esfuerzo que se requiere para poder extraer de uno mismo su propia grandeza, y me refiero a una grandeza que para brillar con luz propia no precisa de encaramarse en un pedestal, entonces antes de insertar la imagen que pondrá fin a este artículo le voy a presentar una recomendación hecha por William Shakespeare y confío en que este famoso dramaturgo inglés, tenga más suerte con esos desentendidos que no se entienden a sí mismos y a quienes no se les puede hacer entender ya sea con muchas o con pocas palabras: “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros… la grandeza les queda grande”.

















Wednesday, May 8, 2013

"Y TÚ...¿PARA QUIÉN TRABAJAS?



Entre todas las fechas que han tenido para mí algún significado se encuentra el día primero de mayo. Y no es por ser este, el día que quienes llevan siglos controlando al rebaño humano decretaron como el día del trabajador pues me parece que celebrar una vez al año, que uno en su efímera existencia no es más que es un resignado esclavo de un sistema esclavista; no es tan sólo un disparate colosal sino que es algo que deja demostrado que la dignidad inherente a un ser humano en este mundo, es algo de tan escaso valor que se puede cambiar por una módica suma de dinero a la que le llaman: salario. No pretendo que muchas personas estén de acuerdo conmigo en eso porque a la legua se nota que la mayoría de la gente, aboga más por mantener el status quo que por un cambio radical de un sistema que se apoya nada más y nada menos, que en la explotación del hombre por el hombre.

Pero antes de entrar de lleno en tema tan escabroso, dado que la esclavitud en este planeta más que un régimen degradante es un modus vivendis, debo destacar que recuerdo el primero de mayo por haber celebrado de un modo u otro el cumpleaños de una amiga que, después de veinte años y con una actitud que desmentía lo que sus palabras pretendían manifestar, me dejara demostrado que resulta contraproducente mostrar generosidad con una persona que se sienta miserable y que, para ser amiga de alguien, lo primero es asegurarse que uno no sea de sí mismo su más virulento adversario. Y como tal vez tenga algo que ver eso de estar hundido en la rutina de un esclavo asalariado, con esa sensación de insatisfacción que hace que un ser humano se preocupe más por el día de mañana que por el de hoy lo cual hará, inevitablemente, que se pase de ahorrativo para caer en la mezquindad; en memoria de esa amiga que, al presumir durante un tiempo de una amistad que no sentía hacia sí misma, me recuerda esta breve estrofa de un poema cuyo autor es Juan Carlos Aragón Becerra: "Un amigo es un amigo, me dijo un amigo mío, que era tan amigo mío y tanta amistad la nuestra, que no supe que pensar…, pero le dije muy dolido: un amigo de verdad, no lo dice y lo demuestra.”, me complace traer a colación una cuestión que ni siquiera se cuestionan esas personas que hacen alarde de saberse de memoria los textos bíblicos y que los cotorrean así, sin más ni más y sin siquiera uno habérselos pedido, y que trata sobre saber exactamente ¿para quién uno trabaja”.

Bueno, en caso de que el salario que uno obtiene de doblar el lomo ante un parásito que quiere vivir del sudor del de enfrente, sirviera para obtener cosas que no son cosas pero que SÍ son sagradas, al menos para quien sea un ser humano que como tal…, lo único que requiera sea sentirse plenamente satisfecho, tales como: la compasión abierta, la paz interna, la salud física y mental, la dicha verdadera, el amor que se puede expresar desde el corazón porque el que supuestamente acontece a nivel de los genitales es una expresión de lujuria, la claridad que sirve para  poder verlo todo, y demás tesoros que no pueden comprar ninguna cantidad de billetes; opinaría que el esclavismo asalariado es un régimen efectivo pero como no es así, me complace insertar aquí una imagen que caricaturiza magistralmente la relación que en este planeta se da entre los ricos y los pobres que son igual de mezquinos, porque ambos, tanto amos como sirvientes, sólo están pendientes de lo que se puede conseguir con dinero. 



No sé cómo le resultará a quien se haya resignado a sobrellevar lo inaguantable pero a mí me resulta realmente alarmante el que un ser humano, en su fugaz paso por este magnífico planeta, se destaque por considerar conveniente degradarse a la condición del lobo del hombre que no tiene el suficiente valor como para comportarse como el ser regio, divino y maravilloso que ERA antes de encarnar en un cuerpo físico, ES residiendo en un cuerpo físico y SERÁ luego de el cuerpo físico se haya reducido a su mínima expresión. Y tan alarmante me resulta tan degradante actitud en una entidad con un infinito potencial listo para desplegarse segundo a segundo, que me he visto impulsada a denunciarla aún sabiendo que el derecho a la libertad de expresión en este mundo, se limita a poder expresarse abiertamente a favor de un sistema que, a ojos vistas, niega la verdad esencial de que TODOS somos UNO al implantar la degradante división de ejemplares de la raza Homo sapiens, en estratos sociales más conocidos por: clase alta, clase media y clase baja. Como he contemplado que dicha división resulta normal para la mayor parte de la población mundial, a riesgo de que se tache de anormal a un prestigioso y magistral ser humano; me dispongo a insertar una imagen y sólo me queda esperar que quien no se haya reducido su innato poder de discernimiento al nivel de raciocinio de una ameba, pueda captar fácilmente la advertencia que la cita nos trata de trasmitir.


Y como si esto no fuera una aberración de por sí, más propia de una disfuncional entidad que de un ser humano en su sano juicio, resulta que dicha división clasista depende del poder adquisitivo del sujeto que admite que su valor, como ser humano, está dado por la cantidad de dinero que logre acumular dentro de una bóveda bancaria y aunque dicha creencia, por absurda, le obligue a albergar en el interior de la bóveda craneana una cantidad extraordinaria de materia fecal que, al expresarse de manera oral, será expulsada por el orificio bucal a manera de disentería cerebral. Y no me dejarán mentir al respecto todos esos demagogos mequetrefes que, al hacerse expertos en engañarse a sí mismos, se caracterizan por hacer promesas sin la intención de cumplirlas, como sucede con esos politiqueros de pacotilla cuya rimbombante oratoria trata de encubrir sus sórdidas intenciones y  que sólo pueden engañar a otros que, como le sucede al sujeto  con delirios de grandeza, también estén de acuerdo en engañarse a sí mismos. He aquí la explicación de que los infelices que se consideran de la clase baja, se nieguen a pensar por sí mismos y por consiguiente precisen de ser dirigidos por embaucadores que se consideran de la clase alta. Si se jactara el lector de pertenecer a la mediocre e indulgente clase media, antes de colocar la imagen que puede herirle la susceptibilidad, debo advertirle que no se debería sentir tan orgulloso de contribuir a tal estado de cosas, y en este caso me refiero a esas cosas cuya “sacrosanta” existencia es tan despreciable que no sirve… ni para echársela a los cerdos.


Tema tan escabroso como el de la esclavitud asalariada que nadie se atreve a cuestionar, tal vez por temor a ser silenciado como ha sucedido históricamente con quienes se han atrevido a cuestionar el sistema de clases o castas, debe ser abordado desde una perspectiva elevada simplemente porque cuando uno en lugar de caminar, anda gateando o a rastrándose por el piso, naturalmente tiene de todas las cosas una perspectiva muy limitada. Ahora, hasta dónde sé, por haberlo experimentado que es muy distinto al “saber de oídas”, no existe perspectiva más elevada que la de quien está completamente enamorado porque hasta los poetas que no lo han experimentado más allá de sus puñetas mentales, han reconocido que el amor es capaz de hacernos sentir que volamos sin necesidad de tener alas y que por el ser amado podemos hacer cualquier cosa con una incondicionalidad; que sólo el amor conoce.

Quienes han amado con la misma claridad con la que se han aceptado a sí mismos, reconocen que el enfoque del amor en el Ser amado es tal…, que tal pareciera que el resto del mundo resultara irrelevante y más de una persona ha dicho del amor que este es, sin lugar a dudas, el pegamento cósmico que sostiene todas las cosas. Y siendo así, la pretensión de una persona de explotar a otra para recibir algún beneficio con ello está tan lejos de ser un gesto de amor, como lo puede estar un aberrante aborto de la naturaleza de poder comportarse como un digno ser humano. Es de esperar que esos fenómenos con apariencia humana que respiran, porque el amor universal es así de incondicional, no estén de acuerdo con lo que acabo de afirmar y no me extrañaría que, en el colmo de la ignorancia, proclamaran fanáticamente que fue a Dios o sea al Amor Universal, al que se le ocurriera hacer realidad la “sublime idea” de que un ser humano se convirtiera en el lobo de otro ser humano que, creyendo ser un carnero más de un gran rebaño, se dejara engañar y trasquilar por ese lobo disfrazado de cabrón o macho cabrío. Afortunadamente nunca se me ha ocurrido atraerme la aprobación de un fenómeno que considera apropiado odiarse a sí mismo y que en cambio exige ser amado; sin poder corresponder a ese amor simplemente por no estar en contacto con la Fuente de la que mana en abundancia ese elixir que nos hace sentir inmortales.

Precisamente por eso puedo tocar el tema de “la explotación del hombre por el hombre” sabiendo que puede herir la susceptibilidad tanto del avaro negrero, como del avasallado pendejo que tenga en suerte posar las niñas de sus ojos sobre este escrito. Es normal que quien no sienta hacia sí mismo ni el más mínimo aprecio o se desprecie absolutamente desconozca tanto del amor, que incluso se pueda engañar a sí mismo creyendo que sus continuas y ridículas demostraciones de egolatría constituyen sinceras y sublimes expresiones del aprecio que no siente hacia sí mismo. Por si el lector padeciera de dicha insuficiencia amorosa, aquí le dejo una imagen que tal vez le sirva para reflexionar y hasta para darse cuenta del megadisparate que está cometiendo; cuando se niega a reconocer su verdadera naturaleza.


Una vez aclarado eso que no tienen nada claro, tanto los megalómanos que toman toda una vida para sentirse importantes por esclavizar a otro ejemplar de la raza Homo sapiens y para lucrar con la nefasta tendencia del que se resigna a subestimarse a sí mismo, de sentirse a gusto siendo una víctima de la mezquindad de otro que aparenta ser un ser humano; necesito hacer hincapié en esa relación que se ha venido dando en este planeta siglos tras siglos entre el lobuno pastor que, disfrazado de cabrón o macho cabrío, se adjudica el derecho de trasquilar, por los siglos de los siglos, a rebaños de carneros que aparentan ser seres humanos. Si perteneciera el lector a alguno de ambos bandos, conformados por entidades que se hacen todo tipo de preguntas excepto las esenciales, tal vez se preguntaría de dónde me viene a mí esa @!#$%^&*?/! tendencia a desenmascarar a ese deplorable binomio social y no sé si se conformaría con saber que algunos de mis seres queridos, durante mi niñez, me apodaban: “la oveja negra de la familia”.

Todavía puedo recordar con nostalgia esa época en la que, aquellos amados maestros tan expertos en enseñarle a un niño todo lo que NO DEBERÍA HACER; a menos que quisiera perder de vista a esa sutil línea que separa a lo sublime de lo ridículo, intentaban inútilmente mostrarme la diferencia que existe entre tener que encajar en un grupo familiar y encajársela a cada miembro del núcleo familiar mientras que la niña que todavía vive en mí podía demostrar, con hechos concretos, que ya sabía en qué consistía dicha diferencia y encima de eso…que se sentía encantada con poder MARCARLA. Por si acaso… voy a colocar una imagen que explique el motivo de que a esas pretenciosas personas que procuran que uno sea como ellas quieren que sea uno, y no lo aceptan a uno como uno ya ES, las siga queriendo aún pero de lejos nada más por eso que dicen de que el amor, va en aumento mientras mayor sea la distancia. 


No estaría de más señalar que fueron dichos seres queridos, los primeros que me aseguraron, no sólo con palabras sino con cada uno de sus actos, que la práctica es la que hace al maestro y sin siquiera sospechar alguno de ellos en lo que practicar el autoengaño los había convertido de modos que a manera de tributo, a los primeros habitantes del globo terráqueo en apodarme: la oveja negra, me complace dejar aquí una imagen que servirá para patentizar que la diferencia entre una blanca oveja y una oveja negra consiste en que la primera, no sabe que trabaja para intentar satisfacer la inconmensurable codicia de un miserable usurero mientras que la última, sabe para quien trabaja y hasta puede percatarse de que su pastor no es precisamente un lobo disfrazado de cabrón. Tal vez fue a esta oveja negra a la que se refiriera el maestro Joshua ben José cuando afirmara que: “los primeros serán los últimos y los últimos…serán los primeros”. Si estuviera el lector de acuerdo conmigo aunque sea en eso, puede entonces posar confiadamente sus pupilas sobre  esta imagen que de ser vista por un lunático, ya fuera el explotado o el explotador, podría tener el mismísimo efecto de un electroshock.  


Si algún lunático hubiera cometido la locura de leer este artículo y llegar hasta esta coma, es menester que le advierta, a manera de balsámico consuelo, que en este mundo también se considera LOCURA al simple acto de denunciar abiertamente lo que se puede notar a simple vista, así que puede proseguir la lectura con la confianza que de loco a loco no va nada. Aunque no hay que perder de vista que el valor de la locura del que pone en tela de juicio la cordura de un sistema esclavista, regido por el dinero y sujeto a lo que se puede conseguir con atesorarlo; es inconmensurablemente mayor que el supuesto valor de la locura del que ignora que tanta culpa tiene el que mata a la vaca, como el que le aguanta la pata.
Y ya que no hay peor ciego que ese disfuncional que teniendo luz en sus pupilas; se niega a ver lo que salta a la vista, me voy a permitir insertarle a los pusilánimes que toleran convertirse en los miserables empleados de un avaro, una imagen que trasmite las consecuencias de poner a un planeta vivo con todos los seres vivos que lo habitan, a merced de intereses tan despreciables como los que mueven los hilos de esos mamarrachos que, en la infinita vanagloria que exudan hasta por los poros, ignoran que todo lo que consideraron como jugosas ganancias en un pestañazo, del que no se regresa con vida, se convertirán en irremediables perdidas. Ojalá que por esta vez alguien se percate del mensaje que dicha imagen, está tratando de comunicar con tremendísima urgencia.


No se mida el lector, a pesar de que carezca de facilidad de palabras, de criterio propio y de la libertad para expresarse cuando así lo estime conveniente, si luego de leer todo lo anterior sintiera el deseo de juzgarme como: disidente, controvertida, impertinente, peleonera o políticamente incorrecta. Pues ESE es el punto del que puede partir para llegar a la conclusión de que, de ninguna manera, podrían sus calificativos resultar ofensivos sino que más bien me parecen halagüeños ya que no es mi intención la de ganarme el beneplácito de esas personas que hacen hasta lo indecible por aparentar que son seres humanos, y que entre todo lo indecible que hacen está el manifestarse como las entidades  conformistas, pusilánimes, mediocres, cobardes y políticamente correctas que en verdad son.

Por si no se captara fácilmente lo que trato de explicar con peras y manzanas y, para hacérselo más fácil a quienes se redujeron la habilidad de pensar y la capacidad de sentir a la mínima expresión; voy a insertar aquí una imagen de parte de la niña que aún vive en mí y que se niega rotundamente a ser cómplice de una incalificable situación que ya se pasó de abominable, al menos ante los ojos de quien no desee otra cosa como no sea sentirse plenamente satisfecho o disfrutar de estar en santa paz mientras que agradece de corazón, una vida que nada especial hizo para poder merecer.  Y sepan esas lamentables velas que, por estar apagadas, no sirven para infundirle claridad a este sombrío panorama que también existen, aquí y ahora, de esas valiosas velas que, por estar encendidas, pueden aprovechar la posibilidad que tienen de cumplir el divino propósito para el cual fueron hechas. Lo digo por si las moscas…


Supongo que quienes no se han tomado ni un instante de sus vidas en respetarse a sí mismos, digo…, como los seres sublimes que realmente son debajo de las capas de miserias humanas con las que han recubierto los divinos dones que corresponden al reino de los cielos, no esperen que respete a lo irrespetable. Y por si, quien sea que esté leyendo este escrito, no se ha percatado aún de la diferencia que existe entre lo que es digno de respeto y lo que resulta peripatético por donde quiera que se mire, específico que no se puede respetar a alguien que base su propia valía más en lo que tiene o en lo que hace, que en lo que ES; más allá de lo que está tratando inútilmente de APARENTAR. Una vez comprendido todo esto, estaría de más puntualizar mi franca disposición de pasarme por donde mi anatomía forma el arco del triunfo, a todo aquello que represente a ese depravado sistema que justifica la prostitución de la dignidad de un ser humano y que, aunque se diga por ahí que ha sido abolido, ha permanecido inalterable a pesar de presentarse actualmente bajo la degradante forma de un esclavismo asalariado. Como en la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada con gran entusiasmo en 1948, se estipula que: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre; la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.”, y la realidad de este mundo revela todo lo contrario… se me ocurre que, lo estipulado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, al estar escrito en papel, es susceptible de confundirse con cualquier otro papel que sirva para limpiar el trasero de un gorila con humanoide apariencia que, como el enajenado emperador Napoleón Bonaparte, padezca de  delirios de grandeza.

Siendo así y confiando en que un antropoide socialmente adoctrinado no tenga el más mínimo interés en ojear este folleto, voy a recurrir a una imagen que enfatiza con una cita, cual es la verdadera cualidad del que está dispuesto a denunciar tan degenerada situación y cuál es la tendencia del que no está dispuesto a renunciar a la denigrante posición de la resignada víctima que por dinero, vendería su alma al mejor postor o a la decadente actitud del que hace gala de poseer la pervertida condición del desnaturalizado esperpento que por dinero, vendería su alma al mejor postor. Luego de interpretar, con la lucidez requerida para ello, el mensaje de la siguiente cita, supongo que hasta el más pendejo pueda comprender el motivo de que el Sr. Martín Luther King haya sido dado de baja de la lista de los vivos y no precisamente por causas naturales.


Tengo entendido que la libertad de expresión en este mundo es algo que se limita a un derecho que, al estar escrito en papel, puede quedarse en las palabras sin que a los cobardes se les ocurra ponerlo de manifiesto en la práctica del día a día. Esto, por supuesto, resulta muy conveniente para esos delincuentes de cuello y corbata que al hacer la ley, también hacen la trampa pero sucede que existen atribuciones que está dispuesto a tomarse quien, como el loto, posea el atributo de flotar por encima del más pantanoso estanque y entre esas atribuciones está la de cuestionar abiertamente a un sistema social que le da más valor al dinero, y lo que con este se puede conseguir, que a la invaluable dignidad de un Ser cuya condición humana no le resta nada a su naturaleza divina. Quienes se han vuelto tan flemáticos como para llegar a creer que el cuerpo humano no puede ser el templo donde una esencia sublime ha querido establecer su temporal residencia, pueden presumir de platónicos y de aristotélicos si todo a lo que aspiran es a impresionar a alguien con sus filosóficos conceptos pero, si lo hacen, háganlo, por favor, teniendo en cuenta que según Carl Sagan:  
                                                
“Platón y Aristóteles estaban cómodos en una sociedad de esclavos, enseñaban la desunión entre el cuerpo y el alma, una idea bastante natural a mi juicio en una sociedad de esclavos”.

La imagen que inserto a continuación, con toda la intención de que hiera la susceptibilidad de los INSENSIBLES que exhiben una sensiblería más cursilona que las novelitas de Corín Tellado, puede servirle de espejo a este tipo de esperpento que, llevando a la divinidad en su mismísimo centro, prefiere comportarse como un mequetrefe en manos de Don Dinero, ese trozo de papel moneda que en caso de apuro no alcanza ni para limpiarse el trasero y que existe para que se pueda proclamar el megadisparate de que un ser humano vale por lo que TIENE y por lo que realmente ES… su valor es nulo o vacío. Por eso no es de extrañar que Edine P. Beauchêne, se arriesgara a caerle como gancho al hígado a esos miserables idólatras que se arrodillan ante el Becerro de Oro, al expresar abiertamente que: "Los que creen que con el dinero puede hacerse cualquier cosa, son los que indudablemente están dispuestos a hacer cualquier cosa por dinero." 


Si el termino esclavismo asalariado le resultara chocante a cualquier negrero empresario que estuviese leyendo esto, le propongo cambiarle el calificativo al sistema social instituido sobre las corrompidas bases de la división de los seres humanos en clases sociales según su poder adquisitivo y la medida en que se renuncie a los más elementales escrúpulos humanos, por el de desenfrenado consumismo. Da lo mismo pues, aunque no se escriban igual, uno depende directamente del otro ya que ambos constituyen el círculo vicioso en el que caen, como cucarachas fumigadas, todas esas personas que están resignadas a ser, generación tras generación, las trasquiladas ovejas de un rebaño humano pastoreado por cabrones lobos que, a pesar de disfrazarse de machos cabríos no son otra cosa que alimañas con delirios de grandeza. No están los ciegos que no quieren ver lo que resulta evidente, para darse cuenta fácilmente de que se han condenado a sí mismos, de la manera más pendeja posible o sea renunciando al poder de un Ser que, incluso en la carne, sigue siendo regio, divino y maravilloso; a comportarse como las víctimas de unas sanguijuelas que aparentan ser personas normales mientras que se alimentan del poder al que el ser humano renuncia, al colocar a su divinidad fuera de sí.

En tal estado de ignorancia, por no decir pendejez absoluta, es normal que al esclavo que se sienta conforme con que se le explote como mano de obra le resulte inadecuado el término: esclavismo asalariado, y qué decir del término: desenfrenado consumismo  que sirve, nada más y nada menos…., que para calificar la ocupación para la que están programados todos los esclavos asalariados porque mediante el desmedido consumo de los recursos naturales de este magnífico planeta, con el fin de intentar satisfacer la excesiva voracidad de un ser humano que se siente como una nulidad; es que los cabrones lobos con apariencia humana y evidente complejo napoleónico garantizan que las ovejas del rebaño social consientan en que les trasquilen la lana o salario, una generación tras otra.

Por si no se entendiera la anterior afirmación voy a meter entre este párrafo y el siguiente, una ilustración que caricaturiza magistralmente la degradante posición de esas blancas ovejas que, por sumisas, crédulas y pendejas, rechazan visceralmente a las rebeldes, lúcidas y relevantes ovejas negras. Las ovejas del rebaño social que aparentan ser personas tal vez no puedan notarlo, por lo que aclaro que la siguiente imagen representa el sueño dorado de esos pobres hombres que al dejarse vencer por la avaricia, se convirtieron en el lobo del hombre y no añado más porque comprendo que estas mezquinas alimañas que sólo en dinero piensan no poseen el entendimiento que se precisa para aceptar que en el pecado, ya llevan la penitencia.


Insertando esta otra imagen a continuación, sé que me voy a arriesgar a ganarme el menosprecio de todas esas chicas que, sin importar lo achacosas y mustias que luzcan a pesar del exceso de silicona en el cuerpo, intentan inútilmente rellenar el vacío existencial que no les deja sentirse en paz con ellas mismas, cambiando el fruto del esclavismo asalariado por toda clase de baratijas que lo único que pueden ofrecer es una euforia momentánea que, inevitablemente, justificará el consiguiente hundimiento en un estado depresivo. Si la lectora padeciera de ese trastorno que evidencia un estado de desequilibrio mental al que denominan: consumismo compulsivo, puedo recomendarle que pase un curso de risoterapia para que un día pueda dejar de tomarse tan en serio y se le facilite lo de llegar a reírse de sí misma, otro de bailoterapia para que ese cuerpo que sufre de rigor mortis adquiera algo de soltura, si tuviera algún problema con la apertura del chacra base o sexual puede probar con algún juguete sexual de su preferencia ya sea humano o de los que se venden en las Sex-shop, y hasta puedo rogarle para que vaya a un oculista que le indique ver la realidad con los ojos en lugar de con el orificio anal, lo que no puedo aconsejarle de ninguna manera es que pose sus pupilas sobre esta imagen porque me temo que, en el desquiciado estado en el que se puede encontrar una mentalidad de simio adoctrinado cobijada en una cabeza de chorlito, la lectora corra el riesgo de salirse de sus casillas y lo peor de todo es que no va a poder contar con mi presencia para que la catarsis valga la pena. Como consolador calmante puedo asegurarle a la mona que no sabe que aunque se vista de seda, mona se queda, que si su imagen coincidiera con la de la siguiente estampa, tiene en la imagen del dobberman vestido de traje y corbata que sale en una de las figuras anteriores, a su pareja perfecta. Y si acaso la frívola entidad henchida de vanagloria hiciera alarde de tener al magistral Joshua ben José (canonizado como Jesucristo), como su veintiúnico guía espiritual; entonces contemplar la imagen será como tener una revelación de manera que mejor será que la aproveche mire que en estos tiempos esa clase de milagros, no se dan todos los días.


No por creer con fe ciega en textos que se dicen sagrados mientras que, por estar escritos en papel, han sido susceptibles de ser manipulados por esos megalómanos que precisan de estar “por encima” de sus semejantes para intentar compensar el nefasto complejo de inferioridad que sufren, es que puedo captar la importancia de la advertencia que hiciera el maestro perfecto Jeshua ben José cuando le señalara a quienes le escuchaban que: “No den las cosas sagradas a los perros para que no se vuelvan contra ustedes. Y no echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen”. Pero sucede que este artículo ha sido creado tanto para ser considerado una irreverente blasfemia, como para ser tomado por una simple señal que le indique al caminante que es mejor y mucho más conveniente encaminarse por el camino correcto; en lugar de cometer la descomunal equivocación de adoquinar, con sus dizque “buenas intenciones”, el camino que le conduzca hacia su propio infierno. Por si este artículo tiene la fortuna de caer en manos de alguien que no sea tan marrano como para no reconocer el incalculable valor de una perla de sabiduría; voy a insertar aquí una imagen que tal vez le sirva de inspiración para salirse del chiquero donde dichas perlas son inevitablemente pisoteadas.


Considero que ni Dios…, puede quedar bien con esos pobres despojos humanos que por no agradecer de corazón la VIDA que disfrutan sin haber hecho absolutamente nada especial para merecerla y que no podrían comprar por más billetes que la cicatería les haya permitido acumular; viven hundidos en un estado de indigencia mental que ni los más ostentosos lujos pueden ocultar. Así que mejor no hago el intento de tratar de ganarme el beneplácito de tan desagradecida gentuza y me enfoco en esos  lectores que están buscando una solución a esa tan nefasta tendencia de tratar de conseguir, a toda costa, la aprobación de unos chiflados que, para poder bailar una danza macabra al compás del retintín  que hace al caer una moneda de cobre, forman el dúo víctima- verdugo.

Antes de cerrar este artículo con broche de oro, considero oportuno advertirle al lector que no me caracterizo por ofrecer soluciones ficticias a problemas reales y que, en lo que se refiere al problema de ignorar la existencia de esa línea que separa a lo sublime de lo ridículo que tiene su génesis en desconocerse uno a sí mismo, me aseguro de que la solución en verdad sea simple y eficaz antes de ponerla a disposición del distinguido lector que no quiera dejar para el último minuto, el gozo que se deriva de  tener en cuenta la posibilidad de sentirse plenamente satisfecho antes de que con el último suspiro…, dicha oportunidad se tenga que darse por perdida.