Monday, April 29, 2013

"LOS TARANOVELEROS"



Sólo para poner el parche antes de que salga el forúnculo a escupir el pus acumulado en su interior; en tono de protesta, aclaro que este artículo puede resultarle indigesto a quien sea que haya estado dispuesto a amargarse la vida y por ende se haya encontrado indispuesto o no disponible, para la posibilidad de celebrar la existencia por dos significativas razones: la primera es por no haber hecho absolutamente nada para merecerla y la segunda porque se puede acabar en el instante menos esperado por un pobre pendejo, y más anhelado para el alma DESPIERTA que sabe que la jaula, por más sofisticada que sea, sigue siendo un lugar donde sólo se puede vivir en cautiverio. Una vez hecha la pertinente aclaración, supongo que no se atreverá a leer lo que a continuación sigue ningún hombre que, por serlo tan sólo en apariencia, se considere superior a otro ser humano del género masculino o más privilegiado que un ser humano del género femenino. Y mucho menos lo haga una mujer que, por serlo tan sólo superficialmente, esté prácticamente convencida de que nació para ser sirvienta de una bestia que, por saber aparentar que es un ser humano, sirve para ser su representante ante una sociedad a la que no le importa ella, y muchísimo menos la bestia acompañante.

Sucede que me voy a referir aquí a ese fenómeno que la teledictadura exhibe ante los telespectadores con el calificativo de telenovela, y que contribuye a la decadencia de la inteligencia de un ser humano degradándole a la condición de un TARANOVELERO. Un taranovelero es, independientemente de su género o preferencia sexual, una persona que, habiendo nacido sin ninguna anomalía congénita, funciona como si fuera un TARADO que como tal… no tiene criterio propio, no puede pensar por sí mismo, ni puede saber que para amar a otro ser humano y ser merecedor de un amor que NO se parece ni remotamente al que las telenovelas divulgan, tiene que comenzar por amarse a sí mismo. Para que no queden dudas de lo que acabo de afirmar, basta con ponerse a observar detenidamente la resignada actitud que toman los integrantes de un rebaño social pastoreado por cabrones lobos disfrazados de machos cabríos y custodiado por una jauría humana que algunos llaman “clase media”; ante las constantes guerras fratricidas que favorecen los intereses de quienes se benefician con que el hombre se convierta en el lobo del hombre, ante el suicido global al que el consumismo está llevando a todo un planeta y ante el establecimiento de un esclavismo asalariado institucional que garantiza que dichos carneros que son humanos tan sólo aparentemente, sean trasquilados generación tras generación y así…por los siglos de los siglos.

Y tal vez el lector, si es de los pobrecillos que aún no se han ocupado de CONOCERSE A SÍ MISMOS para dejar de comportarse mezquinamente hasta con ellos mismos, me cuestione el motivo que me inspira a poner estas cartas sobre la mesa al colocar en tela de juicio; la COBARDE compostura de los “buenos-para-nada” que integran esa aglomeración confusa y apática que es más conocida por el calificativo de MASA POPULAR. Por si ese fuese el caso, voy a aclararle su duda con una cita de Martin Luther King que expresa: “Lo que más me preocupa no es el éxito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin carácter, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”. Y si dicha cita no fuera suficiente, le puedo informar al lector sobre un hijo al que debo predicarle con el ejemplo, y luego esperar sentada a que, con la siguiente imagen, pueda ubicarse el lector en tiempo y espacio porque estar “desubicado”, dicho sea de paso, es lo que caracteriza tanto al que se hace pendejo como al que, con la práctica del día a día, se ha hecho un experto en incurrir en una pendejada tras otra. 



Una vez ubicado el lector, podrá disfrutar de que haga hincapié en que un ser humano como tal, mientras que se encuentre respirando en un cuerpo que se convertirá en polvo, tiene la posibilidad de ser él mismo o ella misma independientemente de la naturaleza de sus genitales y sin tomar en cuenta el efecto que dicha tendencia a ser auténtico, pueda generar en unos mequetrefes que por ignorar la diferencia que existe entre el SER y el aparentar, desconocen que IMITAR es más propio de un antropoide que de un ser humano que se respete a sí mismo. En caso de que el lector estuviera atrapado por una enfermiza tendencia al melodrama que le prohíbe disfrutar plenamente del placer de estar vivo, le reitero que continuar con la lectura de este artículo puede ser contraproducente, en el peor de los casos, o  favorable en el caso de que se haya cuestionado, con la profundidad del que está realmente harto de tanta superficialidad, si puede haber algo que vaya más allá del adoctrinamiento social al que son sometidas, mediante el sistema escolar imperante y, con el apoyo de unos progenitores mitad persona y mitad primate, casi todas las divinas criaturas que nacen en una forma humana con la certeza de que pueden salir de ella ya sea habiendo disfrutado plenamente de dicha experiencia, o con la sensación de descontento del que reconoce, tras el último suspiro, que ha respirado en vano en un cuerpo cuya mortalidad siempre estuvo 100% garantizada.

Debido a que el desprecio de una persona con mentalidad de simio me resbala, y dado que una entidad que aparente ser un ser humano tiene la posibilidad de serlo más allá de las apariencias, con la siguiente imagen me aseguraré de que el lector capte la conveniencia o inconveniencia de que se deje atrapar por el mensaje que este artículo trata de trasmitir. Y supongo que ya sepa lo que tiene que hacer, en caso de que dicha imagen le pueda servir de espejo en el que pueda verse reflejado/a, porque cuando el mono se irrita inmediatamente se le dificulta aún más lo de vivir aparentando que es un ser humano. 



Por haber convivido con ellos simplemente porque nunca se me ha ocurrido sentirme por debajo o por encima de cualquier otro ejemplar del género Homo sapiens, me consta que los telenoveleros son aquellos que se dejan influenciar por el degenerado mensaje que trasmiten esas telenovelas en las que los buenos manifiestan una bondad que colinda con la pendejez absoluta y los malos exhiben una maldad que deja fehacientemente (quitándole la “h”) demostrado que hasta para ser malo, hace falta contar con la claridad que emana de una chispa de inteligencia. Me gustaría destacar que lo degenerado del mensaje que las TARANOVELAS trasmiten, no se basa precisamente en la escases de sesos de los artistas que tienen que presumir de un talento que no pueden hacer patente, ni en las exageradas o casi pornográficas muestras de afecto que suelen brindarse los protagonistas sino en que en dichas telenovelas, se pone de manifiesto que la diferencia de clases en una sociedad compuesta por seres humanos resulta algo normal y para colmo de males…se relaciona al amor con un sentimiento capaz de compensar la ausencia de confianza del que no puede amarse a sí mismo y por consiguiente, tiene que basar su aparente dicha en el encuentro con alguien que con semejante insuficiencia, se atreva a amarle hasta que la muerte le haga un grandísimo favor. Y ya que hago mención de ese momento en el que la vanagloria de un pendejo se desinfla, cual pedo que ha sido retenido más tiempo del recomendable, voy a insertar esta imagen con una útil advertencia que tal vez le sirva a alguien para quitarse de encima, una carga cuyo peso, además de insoportable, le impide viajar por su vida ligerito de equipaje.



Teniendo esto en cuenta, no es de extrañar que los espectadores de telenovelas o taranoveleros; de ordinario protagonicen historias de las que no se sentirán muy orgullosos que digamos… cuando tengan que enjuiciar sus actos a la luz de sus propias conciencias. Como siempre me ha parecido que lo cursi no supera sino más bien ni le llega al calcañal a lo que ordinariamente la realidad revela en vivo, en directo y a todo color; puedo declarar que sin tener que convertirme en una adicta a la FICCIÓN que se experimenta mediante el uso de las puñetas mentales, he visto a hermanos unirse tan sólo para intervenir en la vida de un hermano que se ha decidido a ser dichoso por encima de las habladurías de la gente amargada, aborrecible y metiche, he sentido el hastío que resulta de compartir con amistades que afirman serlo; a pesar de que ponen de relieve un comportamiento tan autodestructivo como el de una célula cancerígena, he tenido que enfrentarme con unos hijos que se creen con el derecho de fiscalizarle la vida a su “querido” progenitor y también me las he visto “cara a cara” con gente tan detestable como los villanos de telenovela que, a pesar de estar podridas en dinero, actúan tan miserablemente como para suponer que un ser humano vale por lo que tiene y no por lo que realmente ES más allá de su efímera apariencia.

El problema de los telenoveleros es que, como creen que la vida es una tragicomedia, en el peor de los casos, o un melodrama, en la más patética de las situaciones; no conciben la posibilidad de que la vida pueda ser una fiesta en la que la existencia, puede darse el lujo de poner de manifiesto su infinito potencial. Es por ello que a los telenoveleros  se les hace fácil creer que tienen derecho a intervenir en las vidas ajenas con el objetivo de estropearlas tanto o más, de lo que ellos tienen la propia. Y para nadie es un secreto el perjuicio que le puede ocasionar a una relación, ya sea entre padres e hijos, amigos o amantes, la insidiosa secreción que a manera de chisme, brete y chanchullo, exudan esas desgraciadas entidades que dada su malsana inclinación a estar metiendo las narices dónde no las llamado, son reconocidas como las alcahuetas, intrigantes y entrometidas que son. Llegado a este punto y debido a la tendencia a la novelería de esos tarados que hacen hasta lo incalificable por aparentar lo que no son ni en sus sueños, me parece oportuno insertar una imagen que le podrá gustar a cualquiera excepto en el caso de que quien la observe, se identifique con un corresponsal de “Telechisme” o un locutor de “Radiobemba”.


Llegado a este punto del artículo y, esperando que el taranovelero que haya puesto sus pupilas en él me disculpe por desenmascararlo y si no me disculpa, ¡mejor!, lo lógico sería que dejara para los taranoveleros unos pocos tips que tal vez le podrían servir al lector digo… si fuese de esas insensibles personas con una sensiblería que sobrepasa con creces a lo que se le conoce por cursi, para al menos ponerse a pensar en la posibilidad de dejar de aferrarse a la taranovelería que, dicho sea de paso y sin esperar que me disculpen los tarados que manipulan los medios de difusión masiva, es un inmundo subproducto de una teledictadura orientada a hacer de una criaturas divinas, unos miserables abortos de la naturaleza que se resignen a ser víctimas de unos perniciosos lobos que, para poder mantener un poderío que a la luz de la eternidad dura lo mismo que un merengue a las puertas de un colegio, se disfrazan de machos cabríos o se exhiben como cabrones líderes de manada. 

Quien se haya rebajado su divino entendimiento al escaso poder de discernimiento que puede poseer un orangután, por eso mismo no podrá captar la descomunal diferencia que existe entre un líder de manada que, con el pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática del amor, el evangelio bárbaro del odio y un faro de luz que le sirva a la humanidad para salir de esa oscurantista Era en la que, para poder vivir en santa paz, son necesarias las “guerras santas”, por lo que antes de proseguir me gustaría insertar aquí una imagen que sirva para poner de relieve dicha DIFERENCIA.




Para empezar debo advertirles a quienes cometen el megadisparate de sufrir con lo que otro goza que la envidia, es una emoción malsana que acaba por perjudicar seriamente al que le da abrigo en su pecho mientras que para el envidiado, suele ser un afortunado adversario. Luego tengo que señalarles, a quienes toman a los protagónicos de las taranovelas como ejemplos de conducta dignos de tomar en cuenta, que cuando alguien se queja por haber chocado con la CRUDA realidad es simplemente porque se trata de un pobre pendejo que, por creer que puede conseguirse un permiso que le autorice a ser un INCONSCIENTE de por vida, se ha acostumbrado a permanecer en la celda acolchonada que han erigido sus puñetas mentales; ataviado con la camisa de fuerza que le confeccionara la ignorancia para que nunca supiera lo que hace ni tuviera la madurez que se necesita para poder responsabilizarse por las deplorables consecuencias de cada uno de sus desvaríos. 

Y por último me complace poner a disposición de cada taranovelero que tenga la fortuna de tener este artículo en sus manos, una imagen de sí mismo/a que quizás pueda disuadirle de seguir tratando de aparentar que es un ser humano, mientras que actúa una y otra vez como si fuera un antropoide socialmente adoctrinado. No sin antes advertirle al taranovelero que haya llegado hasta aquí que la vanagloria de la que se alimenta, por haberse amputado el sentido del gusto, no es ni más ni menos que un pedo existencial que, al ser retenido por más tiempo del prudencial en el interior de una vasija de barro, sólo sirve para inflar la importancia personal de un idiota que lo único que puede atesorar en su cavidad craneana es disentería cerebral. Y siendo así a un taranovelero… ¿quién podría tomarlo en serio?



Nunca me parece suficiente cuando se trata de darle chucho a esos pobres mequetrefes que, para poder comportarse como si fueran seres humanos, necesitan guiarse por un “Manual de Buenas Maneras” o por algún “Libro Sagrado” en cuyos textos se defecan cada vez que aconsejan a los demás que hagan lo que ellos dicen pero no, lo que ellos hacen. Pero me parece que ya dejé claro que a los telenoveleros se les dificulta captar lo que resulta tan evidente que para notarlo, ni siquiera es preciso hacer uso del lenguaje oral o escrito, por lo que antes de buscarme más problemas de los que he tenido al trata de “socializar” con ellos; me dispongo a ponerle punto final al tema que pone a los TARANOVELEROS al descubierto no sin antes insertarles una imagen que procura ponerle fin, de una vez por todas, a ese mal que convierte a un ser humano con el potencial de sentirse plenamente satisfecho, en un mamerto con horchata en las venas que no puede celebrar la existencia por la sencilla razón de que, aunque aún respire, está más familiarizado con la muerte que con la vida. Supongo que el taranovelero que crea que el propósito de su efímera existencia en una forma humana sea limitarse a ser un aborto de la naturaleza que con sus “buenas intenciones”; adoquine el camino hacia su propia perdición, considere conveniente pasar por alto lo que dicha imagen sugiere pero, por su propia conveniencia, le propongo que antes de cometer semejante barbaridad consigo mismo se esfuerce por activar el potencial que posee para, antes de hacer algo de lo que más tarde o más temprano tendrá que arrepentirse, ponerse a pensarlo por un par de veces al menos.

Y sepa el taranovelero que se sienta honrado de serlo que si le brindo un remedio tan eficaz a su tan malsana actitud, no es precisamente para que me honre con un aprecio que hacia sí mismo no puede sentir ya que para mí sería un mayor honor que me echara en cara su desprecio porque, cuando de un taranovelero se trata, me pasa con él o con ella lo mismo que con las cucarachas y es que mientras más lejos deseen estar de mí, mejor que mejor… Y al taranovelero que ya se sienta harto de ser una víctima más de la teledictadura que transforma a un ser humano en un TARADO le garantizo, que la imagen que cierra con broche de oro este artículo, le puede servir como incentivo para inspirarle a ser uno más de los tantos seres humanos plenamente satisfechos que marcan la diferencia entre un apagado cirio pascual; que sólo de Pascua a San Juan se enciende, y una vela prendida que es capaz de prender a varias velas que se encuentren apagadas. Pues, en un mundo gobernado por el oscurantismo y la superchería, es de esa manera que se hace la LUZ.







Monday, April 22, 2013

“Y a ustedes… ¿se puede saber qué les pasa?”



Antes de que se malinterprete el título de este artículo y se tome como un cuestionamiento del que posiblemente no conozca la respuesta, aclaro que la pregunta va dirigida a esos muertos vivientes o automatizados mentecatos que se resignan a ser integrantes de un rebaño social dirigido por lobos que cuando hacen las leyes… garantizan que la trampa y el engaño prevalezcan muy por encima de la posibilidad que tiene cada ser humano que esté respirando sobre la faz de la Tierra,  de ser un individuo honesto cuya alma no valga tan poco como para ser susceptible de ser vendida al mejor postor y al más soberbio impostor. Y para no dejarle a la duda ni el más mínimo margen me complace explayarme al insistir que dicho cuestionamiento, es de la debida incumbencia de esos inconscientes mamarrachos que tan pronto hacen alarde de ser fieles devotos de un verdadero maestro, como ofrecen muestras de ser unos farsantes capaces de traicionar al maestro negándole no una, ni dos, ni tres sino miles de veces y, en el colmo de la desfachatez, tienen la pretensión de rebajar a un Ser humano de incalculable dimensión a la categoría de fetiche religioso o peor aún, de psicoanalista que no cobra honorarios porque, según un demente, trata inútilmente de ayudar a unos orates aún sabiendo que estos… se sienten muy a gusto con su desequilibrio mental por la sencilla razón de que se han adaptado a caminar en esas penumbras donde la entrada de un rayo de claridad, en lugar de facilitar la visibilidad, lo empeoraría todo.

Sigo sin confiar en la claridad de entendimiento de esos embaucadores que hacen gala de una fidelidad que están dispuestos a traicionar más de 70 veces 7, simplemente predicando más sin dar el mejor ejemplo de que pueden respaldar sus chácharas con hechos que no precisen de palabras para que sean EFECTIVOS, en lo de marcar la diferencia entre sinceridad e hipocresía, entre amor e interés, entre el Ser y el aparentar. Y como coincido con este magistral ser humano que me ofreciera, sin condición alguna y sin haberme visto ni una sola vez en esta vida, la posibilidad de abrirme a la ocasión de ponerme en contacto con un sentimiento de plenitud mientras que un aliento me lo inspirara; en que la bondad cuando es verdadera no precisa de montar un espectáculo para poder brillar con luz propia, luego de colocar una imagen que describe lo que trato de explicar con palabras, pondré al lector en contacto con una cita cuya revelación obviamente no pueden captar quienes han reducido su original entendimiento, a la despreciable perspectiva de una mentalidad de mosquito Aedes aegipty que en lo único que puede estar enfocada es en chuparle la vida a alguien y encima de eso, trasmitirle la fiebre amarilla que a nivel emocional se puede traducir en envidia de la más biliosa.



 “Es necesario que la BONDAD que empleamos en otros sea también hacia nosotros mismos. Hemos aprendido que la benevolencia deberíamos emplearla para con los demás, y es necesario que esa bondad sea también para nosotros mismos. Puede ser que nadie os lo diga pero necesitamos reservar una parte de esa BENEVOLENCIA para nosotros mismos. Sé bondadoso, actúa desde la bondad que hay en ti. Que haya BONDAD por dentro y por fuera porque sé que hay mucha gente que monta un espectáculo para DEMOSTRAR su bondad, pero tiene un cierto HEDOR…Es FALSA. Cuando existe la bondad interior y la bondad que se MANIFIESTA, no hay FALSEDAD”. Prem Rawat


Ya que esos peleles que confían ciegamente en que la razón está en la mayoría son muy dados a creer, con una obcecación que raya en el fanatismo, que tratar de subsistir con un estado mental en franco desequilibrio es vida; emplearé este escrito para tratar de sacarles de tan craso error pues así como cada quien pregona acerca de cómo le fuera en la Feria, también es cierto que existe una diferencia entre quien camina por la Feria como si estuviera perdido y quien se dedica a disfrutarla pero marcando la diferencia entre realidad y ensueño. No saben los que se sienten más perdidos que una vaca en un centro comercial que este mundo, dada la tendencia de sus habitantes a vanagloriarse de estar vivos mientras que todo lo que hacen es respirar en sonambúlico estado, ha sido señalado por quienes han preferido estar conscientes o despiertos como una Feria donde se exhiben esas miserias que pululan en un ser humano que, en un trance instigado por la infinita estupidez, consiente en agraviarse a sí mismo reduciendo su divina naturaleza a la deplorable condición de un condenado esperpento o aborto de la naturaleza que tendrá que poner en duda que pueda servirle de expresión a lo divino al poner en tela de juicio el que lo sublime, consienta en residir en su mismísimo corazón. Por si esa fuese la situación en la que el lector se encuentra en este mismo instante, voy a imprimir una imagen que tal vez le recuerde que en lo profundo de su Ser y muy aparte de sus creencias culturales, políticas y religiosas brilla una luz cuyo único propósito, es proveer de claridad a un mundo hundido en el oscurantismo y la superchería.



Y es de esperar que en dicha Feria se exhiban esos fenómenos que cuando fueron al campo un día… cometieron el descomunal disparate de cambiar, por un desmedido interés en lo que el dinero puede comprar, el amor que hacia sí mismos naturalmente debían sentir. Quienes resultaron perdedores en la batalla contra la vanagloria, generalmente no poseen la humildad que se precisa para reconocer un error como paso previo; a no volver a cometerlo y sólo por eso les voy a insertar una imagen que explica mejor y con pocas palabras, tal como le gusta a los lacónicos que aprecian a la inexpresividad por sobre todas las cosas, en qué consiste la aberración en la que caen quienes tienen ojos pero con una mirada tan impasible como la de un difunto simplemente porque el alma, que el desalmado pretende poner a la venta, no se siente con verdaderos deseos de asomarse en sus ventanas, total… para lo que tendría que ver.




Me consta, por haber compartido y derrochado una parte de mi precioso tiempo con ellas, que existen personas que hacen alarde o presumen de una sabiduría que dan muestras de carecer cuando entre lo que se puede conseguir con dinero y lo que no se puede obtener ni con todo el oro de este mundo, eligen apostarle a lo primero. Y cada vez que tropiezo con semejantes seborucos, nada más porque sé que en el fondo de ellos late un corazón que anhela danzar con la claridad de la que esta colmado y, a pesar de saber que no me tomarán en cuenta a mí y muchísimo menos a lo que mi corazón intenta declarar, se apodera de mí una tendencia a  zarandearles porque, para decirlo más claramente, hay que estar hundido en esa semiinconsciencia o vacilante inconsciencia del que sueña que está despierto mientras que en realidad está roncando y babeándose, para que entre esas dos posibilidades: la de sentirse uno vivo y sentirse uno como berenjena ambulante; uno sea tan megaestúpido como para elegir la que le convertirá finalmente en un perdedor porque para nadie es un misterio que todo lo que en este mundo supone ser una ganancia; será considerado como una irremediable pérdida tras el último suspiro. Un ser humano plenamente satisfecho cuyo magisterio tampoco entendieron los ignorantes porque Él sí sabía, en verdad, que SU reino no era de este mundo, comprendía esto perfectamente y fue por eso que nos dejó por herencia esta sencilla advertencia: “No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder y donde los ladrones entran a robar. Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye, ni las cosas se echan a perder, ni los ladrones pueden entrar. Pues donde estén tus riquezas; allí estará también tu corazón”. 

Por si los que tienen oídos no oyen, y los que tienen ojos no ven, y los que quieren hacerse pendejos llegan a convertirse en unos perfectos pendejos finalmente…, voy a insertar esta otra imagen que resultará más explícita; sobre todos para esos tarados que no advierten la diferencia entre pensar y sentir, y que, para colmo de males, creen que la sabiduría se obtiene mediante la memorización de uno o varios textos escritos en la antigüedad que como tales, son vulnerables de ser adulterados por la mano de un hombre que lo sea solamente en la apariencia. 


Quienes creen que es suficiente con la comprensión intelectual de dicha advertencia, en ese pecado llevarán la penitencia puesto que se condenarán a sí mismos a buscar desesperadamente a alguien dispuesto a amarles como ellos de por sí, no pueden amarse a sí mismos. Y como no pueden reconocer al amor en sí mismos, mucho menos podrán apreciarlo en quien se atreva a amar a un cadáver que respira y, siendo así, se puede dar el caso de que en el mismísimo Saint-Tropez, rodeado del lujo que no brilla con luz propia  y en medio de un ambiente superficialmente festivo; exista un corazón suspirando por regresar a un elegante pero modesto apartamento ubicado en una isla del Caribe, donde pudo establecer un lánguido contacto con un corazón que todo lo que quería era bailar al son del amor que, ciertamente, es el único al que los corazones responden.

Y es por amor que me permito destacar que quien pone a la codicia por encima de su propia y auténtica valía, a pesar de que su mezquindad irá in crescendo bien podría ver la respuestas a sus súplicas cuando finalmente logre conseguir a alguien cuya honestidad no se tambalee y que esté dispuesto a recibir un salario miserable, a cambio de ocuparse de la administración de alguno de sus mugres negocios. Y semejante beneficio no será apreciado en su justa medida simplemente porque quien ponga a la avaricia, como miseria humana; en un pedestal, se verá forzado a despreciar la magnanimidad que caracteriza naturalmente a un Ser regio, divino y maravilloso que, al apreciar los divinos dones de los que ha sido dotado, no se preocupa por obtener esos aparentes privilegios que tras el último aliento, serán considerados como categóricas desventajas. Por lo cual el tal avaro finalmente, y dada su evidente estupidez, con la persona que le servía con el mismo esmero que le hubiera gustado que a sí misma le sirvieran, sentirá que ha perdido, como en cubano se expresa: güiro, calabaza y miel. Voy a intentar con la imagen que ubico a continuación, que se capte el significado de lo anteriormente planteado y se sepa desde cuándo se puede venir gestando lo que se convertirá en desmedida ruindad. Y espero que a quien le sirva el traje no se ponga a refunfuñar porque esté hecho… justo a su miserable compostura.




Quiero destacar que el título de este artículo no indica que ignore que únicamente en un estado de desequilibrio mental, es que un ser humano sería capaz de cambiar amor por interés mercantil. Más bien sugiere la necesidad de que nos detengamos, antes de que sea demasiado tarde para preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que nos pasa por la cabeza, cuando determinamos trocar la dignidad de la que todo ser humano está investido por una harapienta túnica con la que un guiñapo humano que, aunque dé muestras de ignorarlo, está sentado encima de un tesoro de incalculable valor; pretende abrigar su nefasta tendencia a envanecerse a la par que se subestima a sí mismo.

En un planeta habitado en su mayoría por entidades que se hacen expertas en mendigar la aprobación ajena y que por ende, están dispuestas a pagar el elevado precio que cobran los elogios inmerecidos, resulta admirable insistir en que sin una autoestima saludable, es imposible que un ser humano pueda sentirse plenamente satisfecho y con semejante sensación de carencia, es lógico que quienes se conocen a sí mismos en un nivel tan superficial que más que tomarse en cuenta lo que hacen es ignorar sus prioridades, sientan un perenne vacío que nada de este mundo conseguirá llenar. Y lo peor es que lo saben pero chiflados al fin y al cabo, continúan utilizando el mismo método mientras esperan obtener un resultado diferente al que han obtenido de manera acostumbrada y que les ha hecho sentir, cada vez más y más miserables. Dicen que nunca es tarde si la dicha está llamando a tu puerta así que no estará de más colocar aquí una imagen que constituye un llamado, a esa bendita esperanza que abriga cada corazón que late en un cuerpo humano de poder manifestar tan plena confianza en su existencia, que el amor le encuentre digno de arraigarse en él por el resto de su vida. Pues sólo así será viable el que todo lo demás, se dé por añadidura.  


Estoy segura de que cualquier ser humano que se respete mínimamente a sí mismo, estará en desacuerdo con acabar los días que le han sido dados para celebrar su existencia por todo lo alto, como lo haría un androide que, siendo programado para tener una duración delimitada por el tiempo, acabará convertido en inservible chatarra. Por eso a riesgo de servir como objeto de mofa o de caer como patada al hígado, insisto en que es esencial que, mientras que nos encontremos respirando en un cuerpo físico sin haber hecho absolutamente nada para merecerlo, demos la prioridad que se merece  al propósito de establecer un estrecho contacto con ese motor de combustión interna que nos aviva constantemente, la natural disposición a sentirnos dichosos por encima de todas las cosas de este mundo, a estar agradecidos por la posibilidad de existir temporalmente en una vasija de barro, y a celebrar la existencia a pesar de las zancadillas que las víctimas de su propio infortunio, interponen a manera de envidia porque los envidiosos en su amargura, siempre están inclinados a sufrir con lo que otro decide gozar. No le recomiendo a nadie que sea víctima de una miseria tan difícil de esconder y tan deplorable como lo es la envidia, por eso mismo voy a dejar una imagen que espero persuada al lector, si ese fuera el caso, de permitir que semejante achaque se adueñe de un cuerpo que, dicho sea de paso, luce infinitamente mejor colmado de paz que abrumado por el desasosiego que proviene de no estar cómodo con uno mismo y por tanto, sentirse insatisfecho y desagradecido con la propia existencia que se da como un regalo, a través del toque mágico que cada aliento proporciona.


Por si estuviera leyendo esto algún esperpento que  sienta desprecio hacia su mismísima  autoestima aclaro que la envidia, además de ser el veneno con el que los perdedores intentan emponzoñar el alma del prójimo que no está dispuesto a vender su alma al mejor postor, consiste en un sentimiento ruin que nace, crece y se reproduce en un lodazal que se encuentra en el interior de un ser humano que ha consentido en dejar de serlo… con tal de transformarse en un aborto de la naturaleza o sea, en un despojo humano que pretende desnaturalizarse a sí mismo. Y como los envidiosos con su biliosa y disimulada envidia dan muestra de que ignoran lo que se perjudican a sí mismos, también tienen que desconocer que dicha toxina, así como es de letal tanto en quienes la inoculan como en quienes ponen la yugular para que se la administren,  es de inofensiva cuando se derrama sobre esos afortunados que no le envidian nada a nadie simplemente por ser felices con el sólo hecho de estar vivos sin haber hecho absolutamente nada para merecerlo. 

Únicamente dichos afortunados son los que saben que los envidiosos, no son mezquinos y resabiosos porque crean que es civilizado el comportarse como un bicho desagradecido y abusivo,  lo son porque en lugar de elegir aceptarse tal cual son, optaron por dejar de ser para poder permitirles a otros que decidieran por él o por ella, cómo deberían ser si querían llegar a ser alguien en sus vidas. Por lo que no es de extrañar que estos, mientras que derrochan el regalo que cada aliento en sí mismo representa, se dediquen a transformarse en meros roedores de alcantarilla, de almacenes comerciales o de sacristía que tienen en común ignorar la diferencia entre lo que el dinero puede conseguir y lo que no se puede obtener ni poseyendo todo el oro de este mundo. Pero mejor inserto aquí una imagen que lo explique mejor empleando tan sólo unas pocas palabras, para que el malentendedor que no entiende lo que le pasa ni se da cuenta de que resulta imposible ser dichoso mientras que uno se sienta miserable, no tenga que sufrir un derrame cerebral al tratar inútilmente de captar su significado ni  se irrite al ponerse el chaleco por estar confeccionado a la justa medida de la vanagloria de su propia rectitud.




Para evitar en lo posible que el lector caiga en el craso error de dejar de ser, para que unos seres patéticos y anodinos le den cabida en sus hediondos entornos familiares; voy a dejar aquí un dibujo en memoria de un ser querido que prefirió ahogarse en su propia bilis, antes que simplemente aceptar el sincero aprecio de un afortunado ser humano que como tal; aún se puede dar el lujo de estimarle tal cual ella es y, sin esperar algo que sea digno de aprecio a cambio porque sabe que quien no se ama a sí mismo, es como un pozo seco que no tiene la cualidad de saciar la sed del sediento. Y ojalá que este simulacro de obra de arte que tuve la fortuna de ver nacer de las mismísimas manos de su autora, no tenga que pasar por la distraída mirada de un mamarracho que tiene que aparentar que es un ser humano porque para serlo, tendría que dejar de ser el hipócrita desequilibrado mental que tiene a la sinceridad en un muy bajo concepto para volver a ser quien era, es y será aún cuando la vasija de barro que le contiene; se vuelva a convertir en polvo.

Como no sé absolutamente nada sobre pintura antediluviana, desconozco el precio en el que el dibujo original podría ser subastado pero el incalculable valor de esta imagen no radica precisamente en su estilo que, dicho sea de paso, no voy a juzgar ahora porque ya lo hice en el momento justo, sino en la cita que le acompaña porque esas palabras escritas brotaron de un corazón que encarna a la sinceridad y por tanto, siente hacia la hipocresía un profundo desprecio mismo que patentiza donde quiera que se plante e incluso exterioriza, mientras permanece sentado frente a una caterva de idólatras que llevan años cometiendo el craso disparate de despreciar la titánica labor que, desde que era un niño, ha venido realizando; al confundir a un maestro perfecto con un fetiche religioso o con una nana que no recibe honorarios por soportar las inmadureces de unos infantes con aspecto de guacarnacos.



Aunque lo sepa tengo que insistir en la pregunta que sirve de encabezamiento a este artículo porque, quienes se desprecian a sí mismos al abrigar a la falsedad en sus mismísimas entrañas, se caracterizan por creer que entienden algo sin entenderse primeramente a sí mismos de manera que no pueden calcular el perjuicio que a sí mismos se hacen, cuando  simulan sentir afecto hacia alguien al que preferirían ver hundido en el más mustio de los sufrimientos antes que verle sonreír con una espontaneidad, que sólo puede brotar a raudales de un corazón sinceramente agradecido con la vida misma. Y no es que estos pobres pordioseros que, por no quererse a sí mismos, precisan de mendigar la aprobación ajena; merezcan el incondicional apoyo de quienes están dispuestos a jugar con todo… pero no con la plena satisfacción del más profundo anhelo de sus propios corazones, lo que pasa es que una persona realmente dichosa se vuelve naturalmente espléndida y eso hace que desee compartir lo que ha comprendido en su Ser, con cualquiera que ignore que lo que le haga a otros se lo estará haciendo a sí mismo.

Por eso es que no pueden llegar a sentir la plena satisfacción y sienten un vacío insondable que les devora cual agujero negro, esos pobres infelices que dejan de vivir sus propias vidas para pretender intervenir en el control de las vidas ajenas. Me refiero a los envidiosos hermanos que ponen en duda sus fraternales sentimientos, cuando se dedican a sembrar obstáculos en una relación amorosa que un hermano establece con su amante, a las hipócritas amistades que están dispuestas a sabotear la vida de alguien que las acepta aún consciente de que son unos reptiles venenosos, a los aberrados hijos que por haber llegado a este mundo a través de ellos creen que pueden fiscalizar el uso que su progenitora da a sus genitales. Tan sólo para que se vean a sí mismos tal cual aparecen ante la vista de una persona que brille con luz propia y por consiguiente, lleve danzando en sus pupilas a la claridad que permite verlo todo; es que voy  a poner aquí la siguiente imagen y si se sintiera el lector ofendido sepa al menos que esta, su servidora más no su servilleta, no es culpable de que se haya decidido por ser creado a imagen y semejanza de una chismosa sabandija que, en su retorcido infortunio, está dispuesta a NO VIVIR NI DEJA VIVIR. 


Afortunadamente no estoy escribiendo todo esto para obtener el beneplácito de quienes prefieren vegetar mientras derrochan un aliento tras otro, antes que vivir esta vida con la pasión que caracteriza a un ser humano que lleve sangre caliente circulando por sus venas en lugar de un licuado de horchata, de modos que no espero que algún “bueno-para-nada” lo considere algo menos que un grave ultraje a una exagerada importancia personal que trata inútilmente de encubrir, a un manifiesto complejo de inferioridad. Y que conste que no es nada personal porque no dudo que lo provocativo o insultante de mi mensaje, se extienda además entre esos seres queridos que no quieren a nadie por no quererse a sí mismos y que con sus propias acciones, me enseñaron que cuando la familia no cambia con uno es esa la inequívoca señal de que es preciso que uno, se decida a cambiar de familia

Y eso no quiere decir que a la gente que se desprecie a sí misma, se le tenga que facilitar lo de hacerle caer a uno tan bajo como para hacerle dar el mismo odio que el odioso se confiere a sí mismo, no quiero que se interprete de esa manera; lo que quiere decir es que uno se resuelve finalmente a dejar de tirarle perlas a unos verracos que no reconocen el verdadero valor de la sabiduría y que, cuando alguien intenta enseñarles a cantar como cualquier ser humano es capaz de hacerlo; en lugar de agradecer por el intento, se irritan y le salpican con el lodo del chiquero en el que las miserias humanas crecen, se multiplican y mueren. Como los cerdos carecen del entendimiento que distingue al ser humano de un animal de pocilga que camina a pasito marranero, mejor dejo aquí esta imagen para que el marrano en cuestión, pueda verse reflejado.



Por si acaso este artículo cayera en las manos equivocadas de algún desafortunado elemento que crea conocerme a mí pero…sin haberse conocido a sí mismo previamente, concluyo este mensaje de amor y paz (entre seres de buena voluntad capaces de poner sus buenas voluntades al servicio de la excelencia); con una imagen que por no dejar nada a la alocada imaginación de un decadente orate o de una melodramática neurasténica; seguramente será de la complacencia de esos afortunados que en verdad conocen lo que les pasa a los que se duermen en sus laureles porque saben que el conocerse uno a sí mismo, es algo más que la comprensión a nivel intelectual de un simple axioma socrático, y herirá la susceptibilidad de esos insensibles mamertos que, en la infinita estupidez que les caracteriza, creen que pueden amar a alguien reduciendo la propia estima a la condición de un mugre trapo que sólo sirve para limpiarse los mocos del que se sienta desgraciado y luego; restregarlo en la cara del prójimo como muestra de una solidaridad de la que el prójimo muy bien puede prescindir. Y ojalá que el artículo con dicha imagen que lo cierra con broche de oro, tenga la fortuna de caer en manos equivocadas porque eso tal vez resultaría contraproducente pero lo de divertido… no se lo quitaría nadie. ¿A qué no?