Monday, June 3, 2013

“DANDO Y DANDO… PALOMITA VOLANDO”.


Dado que respeto el derecho que tienen quienes prefieren mendigar el aprecio ajeno antes que amarse a sí mismos, de aferrarse con colmillos y pezuñas al conflicto interno que se desencadena entre una mentalidad socialmente programada y un corazón que defiende su divino derecho  a hacer lo que le dé su reverenda gana; es menester que antes de proseguir con un tema que a los conflictivos les pone los pelos de punta y les precisa a defecar blandito, advierta que para mí tanto la paz como la libertad que se debe asumir para poder sentirla, son naturalmente estados de Ser imposibles de satisfacer, a través de ideas preconcebidas que distorsionan la realidad a las que por intrascendentes, denomino puñetas mentales o apelando al uso de determinados símbolos que evocan lo que no se puede describir con palabras y que, no por casualidad, son objetos de adoración de esos puñeteros idólatras capaces de acudir a la infinita estupidez; para pretender reducir la extraordinaria inspiración que se obtiene en presencia  de un ser humano PLENAMENTE satisfecho, al retorcido y pernicioso influjo de un fetiche religioso con el que el idólatra, en pleno uso de un descojonadísimo estado de desequilibrio mental, puede establecer un monólogo multitemático, peripatético y  superpedigüeño más propio de una mentalidad que, por ESTRECHA, no conoce la diferencia entre pensar y sentir, que de un ser humano que no por humano deja de ser: regio, divino y maravilloso dada la naturaleza de su mismísima esencia.

Una vez advertido el lector de que en este planeta, aunque sean pocos los que ELIGEN decir: ¡Presente!; al llamado que a TODOS los elegidos se les hace, también existen seres humanos capaces de MARCAR la diferencia entre el hedor que las miserias humanas expelen, y el aroma que se desprende de lo que reconoce su verdadera naturaleza y por tanto, no está dispuesto a degradarse a la condición de un aborto que parece un ser humano pero está muy lejos de serlo, por si fuera de esos fantoches que consideran a la paz como el último recurso a tener en cuenta únicamente; cuando sus restos mortales descansen en un camposanto, le advierto al lector que me dispongo a argumentar acerca de esa vital necesidad cuya satisfacción se debe tener tan en cuenta, como la satisfacción de las necesidades básicas que garantizan una constitución humana saludable que pueda revelar fácilmente, el verdadero propósito para el cual fuera creada.

Por si algún despistado no lo ha captado aún, aclaro que la innata necesidad a la que me refiero y cuya satisfacción no se debería pasar por alto porque SÍ es posible, es la de sentirse uno en paz consigo mismo aunque en el exterior esté reinando el caos  y a pesar de la hostilidad de los conflictivos que, por no darse ni un segundo de tregua en la lucha que libran contra ellos mismos, habitualmente no pueden sentir ni la más mínima consideración hacia quienes ansían estar en paz con ellos mismos con el mismo anhelo con el que una persona verdaderamente sedienta, ansía beber el agua que puede calmar su sed. Y me refiero a una sed real que una vez saciada realmente, le pone fin al suplicio del que se siente fatalmente impulsado a encontrar fuera de sí, y en pozos casi sin agua o completamente secos, una satisfacción que sólo podría sentir plenamente si se zambullera en una fuente cuya sinceridad resulta tan fresca y vivificante, que una vez empapados de ella nos resultaría prácticamente imposible seguir considerando a la hipocresía, como una norma de conducta. Por si los hipócritas se dieran por ofendidos con esta imagen, me dispongo a meterles el dedo en la llaga para que, al menos por esta vez…, tenga un buen motivo para quejarse por la susceptibilidad no herida, sino hecha pomada para que puedan untársela.


Me consta la facilidad que tenemos los seres humanos y el empeño que somos capaces de emplear, para ocuparnos de satisfacer otras necesidades que podrán satisfacer al cuerpo físico que acabará convertido en polvo o hinchar a una importancia personal que resulta emocionalmente desgastante pero que, para el alma que está en este plano tan sólo de paso y con un propósito específico que cumplir, resultan intrascendentes. Y no afirmo que dichas necesidades tengan que ser rechazadas, sobre todo en cuanto a las que requiere el cuerpo físico para su normal funcionamiento porque las exigencias de un ego manipulador y flatulento, si no se tienen en cuenta ya eso es ganancia. Lo que quiero destacar es que, si es importante sentir sed para asegurarnos de que el cuerpo no se deshidrate, sentir hambre para que el cuerpo obtenga los nutrientes que le sirven para sostenerse con vida, sentir las necesidades fisiológicas para poder excretar el material de desecho y sentir el repapaloteo hormonal para contribuir a la multiplicación de la especie, también resulta importante y por demás significativa, la capacidad de sentir la necesidad de considerarnos en paz con nosotros mismos para que sea esa SED, la que nos guíe en pos de su satisfacción plena. Como resulta imposible describir la naturaleza de dicha SED, voy a auxiliarme con una imagen que pone en evidencia la necesidad de calmarla, A COMO DÉ LUGAR.


No están para saberlo esas infelices víctimas de la embaucadora verbodiarrea de una alimaña con complejo napoleónico, pero sucede que al tener la posibilidad de saciar dicha sed por la gracia de un maestro; no me complace observar con displicencia el cinismo con el que unos líderes de manada se refieren a la paz, no como una necesidad innata en cada ser humano que debe ser plenamente satisfecha sino como una probable circunstancia mundial que sólo se puede alcanzar, con el reiterado empleo de guerras fratricidas que sirven, exclusivamente, para aniquilar valiosas vidas humanas y para acrecentar las ganancias materiales de unos verracos con complejo de alcancía, y es por ello que con este escrito que surge de mi propia inspiración, me resuelvo a arrancarle la venda a quienes confían ciegamente en la capacidad de unos esperpentos con maquiavélicas intenciones; para traer paz a este mundo que hay que ser ciego para no ver que va de mal en peor.

Y por si eso fuera poco, para marcar aún más la diferencia entre especular por los siglos de los siglos y practicar sin tener en cuenta especulación alguna, me pronuncio abiertamente en contra de unos hipócritas lobos que, disfrazados de machos cabríos para poder adjudicarse el papel de pastores, se dedican a hacerle a los integrantes de un rebaño compuesto por seres que tienen que aparentar que son seres humanos, unas promesas cuyo cumplimiento con toda confianza se pueden poner en duda y, en el caso de que tales pastores relacionen al Todopoderoso Creador con la paz que mora en el corazón de cada ser humano que pise la faz de la Tierra, como si fuera poco con el disparate de reducir su presencia a un representación religiosa que supuestamente se trasmite con un simple apretón de manos, dicho sea de paso, entre entidades que no se han puesto en contacto aún con la paz que llevan por dentro; hasta tienen la desfachatez de ir a Dios rezando pero con el mazo dando. Ya que no hay peor ciego que el que no quiere ver, utilizaré una imagen que revela por sí misma el motivo de que, hace más de dos mil años, un maestro perfecto clasificara a estos perfectos hipócritas que se hacían expertos en verle a los incautos la cara de pendejos como una: RAZA DE VÍBORAS.

























               Si al lector le parece que con colocar las cartas sobre la mesa, he cometido una herejía que podría condenarme a arder eternamente en las llamas del infierno, permítame quitarle esa preocupación aclarándole que, por fortuna, no admito intermediario alguno entre lo que en verdad soy, y la divinidad que siempre me favorece residiendo en mi interior sin pagar renta por hospedaje. Y, residiendo permanentemente en el reino de los cielos, ¿a quién le importaría visitar el Vaticano y escuchar los aburridos sermones de un viejito decrépito que sabe sermonear pero sin dar el ejemplo? Espero que esta pregunta, le haya revelado al lector la consecuencia inmediata de sentirse uno en paz consigo mismo, aun viviendo en un mundo donde la paz no pasa de ser un acuerdo que unos megalómanos se pasan regularmente por sus santos genitales y relacionándose uno con gente que, ordinariamente, antes de sentirse en paz con ellas mismas prefieren pintarse una palomita blanca en el trasero e insertarse una ramita de olivo en el orificio anal. Sí, porque no hay nada que resulte más atractivo que el simbolismo, para esos ilusos que gustan de chapoletear en sus puñetas mentales mientras que ignoran que el que vive de ilusiones, inevitablemente muere de desengaño.

Y por si esto tampoco pudiera captarse, voy a poner como ejemplo el de esos lunáticos que, por razones aún desconocidas para mí, en lugar de estar en una celda acolchonada se encuentran detrás de un volante y que, para anunciar a los cuatro vientos su condición de devotos cristianos, colocan en el cristal del auto que conducen una pegatina que le recuerda al transeúnte que “Jesús te ama”. Pero si el transeúnte que leyera ese mensaje pudiera ir como copiloto del supuesto seguidor del Señor Jesucristo  y no estuviese al tanto de las sagradas enseñanza de dicho maestro, creería que este sólo era otro lunático que le había enseñado al idiota que iba conduciendo el automóvil, que lo más conveniente era odiarse a sí mismo para así poder odiar, en esa misma medida o más…, al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo y la madre que le pariera nada más por no reventarse. Quienes han tenido la oportunidad de relacionarse con entidades que presumen de amar al prójimo con ese supuesto amor que no son capaces de sentir hacia sí mismas, las han descrito como antipáticos sujetos cuyos  irracionales actos concordarían con los de unos abortos de la naturaleza que cuando se amontonan, constituyan una jauría humana. Por si las dudas… voy a insertar aquí una imagen que explica gráficamente lo que significa ser parte de una jauría humana y espero que sea cierto eso de que: perro que ladra no muerde porque aún, no me he reactivado la antirrábica.


No creo que para nadie que haya viajado por las carreteras que existen en este planeta sea un secreto, el cagastrófico proceder de unos personajes de submundo que parecen sacados de una película de terror que, mientras que anuncian en una pegatina su condición de seres humanos que le atribuyen a la paz una merecida devoción, con la sombría expresión facial que se cargan y con cada uno de sus despreciables actos demuestran todo lo contrario. Tal vez sea el lector uno de estos psicópatas que al estar en contra de sí mismo; se le facilita pasarle por encima a alguien que no le haya tirado ni una hollejo de naranja y siendo así, es posible que ignore el motivo y las consecuencias de insistir en engañarse a sí mismo al no poder demostrarse a sí mismo, que existe una coherencia entre lo que predica y lo que se puede confirmar con cada una de sus actitudes. Al igual que Sócrates, el filósofo griego que por respaldar sus palabras con sus actos; unos homicidas condenaran a beber cicuta, opino que: “Si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle.”, pero como en este caso me resulta imposible preguntarle al lector si desea evitar las causas que le impulsan a actuar como un desequilibrado mental que para colmo de males…cree estar en su sano juicio, voy a regalarle una imagen que puede servir lo mismo de revelación si funcionara como un espejo, que como pretexto para que el chiflado se disponga a hacer catarsis al verse reflejada/o en ella. De cualquier modo… ¡PROVECHO!





Si la imagen anterior fuera una revelación, le puedo confirmar al lector que está listo para tomarse seriamente el asunto de sentirse plenamente satisfecho y si sirvió como justificación para que el lector se saliera de sus casillas por haberse reconocido en ella, todo lo que puedo hacer es sugerirle al lector una visita a un psicoanalista y advertirle acerca de que este artículo promete darle más chucho… que el que ha recibido hasta llegar a este punto. Y no creo herirle la susceptibilidad al enajenado que crea que soy yo la neurasténica, si afirmo que no me interesa en lo absoluto ganarme la estimación de alguien que ni siquiera conoce la diferencia entre inspirar lástima y generar admiración. Lo digo porque, para empezar, es imposible poder apreciar algo cuando el aprecio hacia uno mismo; se desnaturaliza hasta llegar a expresarse en una actitud autodestructiva y para concluir, si mi objetivo fuera congeniar con lunáticos que dicen una cosa y hacen todo lo contrario, entonces me daría la lengua con unos miserables idólatras que, cada vez que el maestro señala a la luna, se quedan como idiotas mirándole el dedo y todavía… tienen la desfachatez de presumir de sabios. Puede que algún mojigato y fanático seguidor de estos llegase a leer este artículo por consiguiente, es un placer insertarle una imagen que le recuerde lo que no quiere comprender ni siquiera cuando es expresado, clara y sencillamente, a través de un ser humano plenamente realizado al que es imposible que engañe, el pobre mequetrefe capaz de traicionarse a sí mismo sin tan siquiera notarlo.

























Si la mera idea de sentirse uno en paz consigo mismo fuera admitida por menos de la mitad de la población mundial, seguramente que en este planeta no se respiraría el hedor de tanta hostilidad que se da tanto entre hermanos, como entre amigos, como entre parientes y, a pesar de que el amor nada en contra tiene del placer sexual y viceversa, entre amantes que hacen gala de profesarse un amor que puede que esté circunscripto a un orgasmo y limitado por el interés que exige un elevado precio; por la bagatela que entrega. 

Únicamente un pendejo que haya permitido que le hagan la lobotomía parcial del cerebro sin dar su previo consentimiento, podría creer que la simple idea de darle cabida a la paz en donde debe anidar que es en el pecho de cada ser humano; podría tener una buena acogida en un mundo donde una criatura divina puede correr el riesgo de convertirse en un implacable depredador que, a la hora de satisfacer sus más bajos instintos, literalmente no cree ni en la madre que le dió a luz. Es precisamente por eso que, cuando la idea de sentirnos en paz con nosotros mismos se contempla, de ordinario es tan sólo para supuestamente asegurarnos un boleto que nos permita viajar a otra vida que, también supuestamente…, existe después de esta y en la que estar en paz con uno mismo es una posibilidad mucho más viable que en una vida estéril que, dicho sea de paso, no es más que una bendita oportunidad para sentirnos VIVOS que sólo un imbécil utilizaría sin sentir por ello ni un mínimo de gratitud y para colmo de males… sintiéndose a gusto mientras que se defrauda a sí mismo.

Admito que hay imágenes que no dicen nada, como esas fotos que la gente desgraciada publica en Facebook con el propósito de convencer a otros pendejos, de que ellos son en verdad dichosos pero eso no quita que existan otras imágenes que sí pueden resultar reveladoras ya que no sirven; en modo alguno, para sostener el macabro sortilegio que aplican unos esperpentos rellenos de paja y saturados de egolatría, para hechizar a unos ridículos mamarrachos que aparentan ser personas y que no tienen nada en contra de amputarse el criterio propio. Esta es una de ellas, y me complace insertarla en este escrito porque podría prescindir de la cita, para poner de manifiesto lo que pasaría si la paz fuera una palomita que, cual espíritu santo, deseara anidar en un ser humano; en el caso de esas abominaciones ambulantes que aparentan ser seres humanos mientras que se comportan, públicamente, como aberrantes abortos de la naturaleza. Antes de colocar dicha imagen, le recomiendo al lector que se identifique con un despojo humano sin propósito definido alguno que, antes de abandonar su cubil, se asegure de llevar un paraguas no sea que la palomita aparezca luego de haberse terminado de leer el librito con las instrucciones, para poder defecarse sobre un pendejo que aparenta ser un espécimen más de Homo sapiens.


                                     


                                Siendo que la mayor parte de los habitantes de este planeta se encuentra evidentemente programada y por tanto, sometida por una teledictadura que glorifica a la estupidez generalizada y estigmatiza a cualquiera que se atreva a MARCAR la diferencia entre lo sublime y lo ridículo, no espero encontrar la aceptación de la mayoría cuando coloque una imagen que revela cual es mi relación con quienes opinan que la satisfacción de la necesidad de sentirse uno en paz consigo mismo, es algo que debería pasarse por alto y dejar para el último minuto. Especifico que dichas consideraciones resultan absurdas, a menos que uno considere favorable presumir de ser una pobre víctima de los convencionalismos sociales y un patético mendigo de la aprobación ajena, puesto que es natural que uno se haga un experto en todo aquello que practique más a menudo y siendo así, no sería de extrañar que el perfecto conflictivo se encuentre realmente en aprietos; para poder encontrar dentro de sí mismo una paz con la que no quiso ponerse en contacto mientras que aún contaba con la bendición de respirar en un cuerpo, que le hacía viable dicha posibilidad.

Antes de colocar la imagen y como usualmente comparo con un cirio pascual, a toda esa gente APAGADA que no puede cumplir con el propósito de dar de su LUZ al mundo porque sólo se encienden de Pascuas a San Juan, se me ha ocurrido aderezarla con una cita que aunque trate de masticar una y otra vez…, puede resultarle indigesta al conflictivo CIRIO PASCUAL que entre todo lo que sabe, ignora que el instante siguiente bien podría ser el último de su complicada, patética y frustrante existencia:

"La manera en que mueres refleja toda tu vida y cómo la viviste. Si puedo observar tu muerte, podré escribir tu biografía porque en ese momento; se condensa toda tu vida. En ese momento, como un relámpago que todo lo ilumina. Una persona miserable morirá con los puños apretados, aferrándose y apegado, intentando no morir y no relajarse. Una persona generosa, en cambio, morirá con los puños abiertos, compartiendo...Compartiendo su muerte de la misma manera que compartió el TESORO de SU vida". Osho




Si deseara el lector interrumpir la lectura porque prefiere cavilar sobre la diferencia que se puede percibir entre mezquindad y generosidad, ya que al leer la cita sobre la diferencia entre una persona miserable y un espléndido ser humano poco antes del último suspiro; sintiera un breve ramalazo de arrepentimiento con respecto a la cicatería que ha venido practicando más que con cualquier otro, consigo mismo, no lo piense dos veces porque a lo que voy a hacer referencia a partir de este punto y coma; es al aliento que nos acompaña íntegra y lealmente desde el principio hasta el fin de esta maravillosa aventura que consiste en sentirse vivo, existiendo en un plano de existencia material donde la amplitud de horizontes puede manifestarse incluso; ante la estupefacta mirada de quienes presumen de estrechez mental. Y dado que el aliento nos ofrece a cada ser humano, sin esperar algo a cambio o sea incondicionalmente, el más valioso tesoro que consiste en sentir que la VIDA está totalmente a favor de que tengamos una existencia real; no creo que a la persona capaz de ser mezquina hasta consigo misma le interese continuar con un tema que sirve como recordatorio de que seguirá siendo incapaz de amar a alguien a menos…, que se esfuerce por quererse a sí misma.

Y no creo que tenga que cantarle al lector en el oído, el mexicano tema musical en el que el charro le propone a su “cielito lindo”, que si a su ventana llegase una paloma la tratase con cariño que es su persona, para que se dé por enterado de que la paz, al igual que el amor y la plenitud, son como aves que para poder anidar en su pecho y ofrecerle a cambio una quietud tal que sólo podría compararse con la del ruiseñor que se niega anidar en la jaula para que la esclavitud; no sea el destino de su cría, requieren en primer lugar del beneplácito del anfitrión. Lo que significa que la persona que esté dividida y luchando contra sí misma por tanto, en tan esquizofrénico estado mental no resulte muy seductora que digamos… para que tan sublimes aves se decidan a establecer en ellas su residencia permanente. 


Es por esa renuencia a inclinarnos humildemente ante la necesidad de sentirnos plenamente satisfechos que, cuando se trae a colación el tema de la paz, resulta tan común escuchar a quienes hacen hasta lo indecible; por reprimir una contienda interior que se les nota hasta por encima de las vestimentas de marca o las vestiduras monacales, cotorreando lo que se aprendieron de memoria al leer un librito que crucifica a la paz y luego la reduce al nivel de un fetiche religioso que resulta ideal, para que los extremistas supersticiosos al fin y al cabo…la idolatren como si de una alucinación que no se puede hacer realidad se tratase. Esos cotorrones esperpentos que  resaltan por cotorrear acerca de lo que no saben absolutamente nada y que se dedican a predicar la paz; sin percibir primeramente la diferencia abismal que existe entre puñeta mental y experiencia propia, si leyeran este artículo deberían detenerse a recapacitar sobre tan mañosa y malsana tendencia mientras que, con detenimiento, se dedican a contemplar la siguiente imagen pero sin confundirla con un espejo.


Habiéndome ganado el rechazo de quienes tienen la desfachatez de hacer mención de la paz; mientras que promueven conflictos bélicos que aniquilan valiosa vidas humanas y que están financiados por quienes no notan la esencial diferencia existente entre lo que el dinero puede y lo que no puede comprar, puedo darme el lujo de expresar que hay que tener un grave problema de alcance de miras o sea ser de mente bastante estrecha cuando uno no puede percibir la diferencia, entre únicamente saberse la teoría y, sin saberse la teoría incluso, poder practicar lo que no necesita de las palabras para ponerse en evidencia. Y mire el lector si será grave dicho problema, que puede darse el caso de que cualquiera pueda escuchar, de los mismísimos  labios de un Premio Nobel de la Paz, una verbodiarréica arenga que justifica la manifestación de un conflicto bélico como si dicha conflagración, no conllevara al exterminio de valiosas vidas humanas que no se pueden reemplazar con absolutamente nada de este mundo aunque algunas personas, que ilusamente creen ser padres, sean capaces de conformarse con recibir una suma monetaria a cambio de la vida irreemplazable de un ser querido.

Y de nada vale que hayan leído unas sagradas escrituras que comentan el caso de una traidora alimaña que, haciendo alarde de una fidelidad que realmente no sentía hacia sí mismo, vendiera por unas pocas monedas a quien todavía es mencionado luego de más de dos mil años con el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por si las dudas… voy a colocar esta imagen que alude a ese hecho registrado en unas escrituras que se consideran sagradas, pero no sin antes aclarar que no formo parte de esa claque de payasos capaces de reducir a un ser humano plenamente realizado, a la miserable condición de fetiche religioso y que, para colmo de males… se caracterizan por confundir sincera devoción con hipócrita idolatría. Si alguno de esos sepulcros blanqueados posara sus ojos en esta imagen, se haría un gran favor a sí mismo teniendo en cuenta la observación que revela la cita que le acompaña.


Cualquiera puede notar que en este planeta, resulta muy rara la persona que pueda darse cuenta fácilmente, ya que basta con escucharlos del pi al pa, de la contradicción que se puede hallar en los demagogos discursos de un líder mundial, designado por unanimidad por una caterva de pusilánimes mequetrefes que prefieren cometer suicidio colectivo; antes que proponerse usar la capacidad natural que posee cualquier ser humano de pensar por sí mismo y de guiarse, en lugar de por las arbitrarias leyes implantadas por un adefesio con delirios de grandeza que legaliza la injusticia, por los dictados de su propio corazón. 

Y debido a que no hay pobre diablo que reconozca, y si lo hace es sólo teóricamente, que tanta culpa tiene el que mata a la vaca como el que le aguanta la pata, no es de extrañar que en este planeta prolifere esa raza de megalómanos que, como expresara el poeta considerado el apóstol del pueblo cubano, …con el pretexto de dirigir a las generaciones nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al oído, antes que la dulce plática del amor, el evangelio bárbaro del odio". Por si necesitaran estos lunáticos un espejo donde poder ver reflejados sus delirios de grandeza, aquí les dejo una imagen que les puede servir para ese propósito y no se molesten en agradecérmelo que para poder dar las gracias de corazón, es preciso ser algo de naturaleza más sublime que la de un payaso con complejo napoleónico.


Ese mismo poeta, más conocido bajo el nombre de José Martí y cuyos “Versos Sencillos” se pueden escuchar en ese popular ritmo cubano mundialmente conocido por “La Guantanamera”, calificó de: “asesino alevoso, ingrato a Dios y enemigo de los hombres”, a dicho mamarracho con complejo napoleónico que, en lugar de estar jugando a ser un emperador romano ofreciéndole pan y circo al populacho para garantizar que este, se preste a rendirle culto a personalidad tan desquiciada; debería permanecer una larga temporada encerrado en una celda acolchonada y vistiendo una camisa de fuerza, en lugar de un provocador uniforme militar que le acredite como ejemplo digno de ser seguido por las nuevas generaciones en caso de que estas quieran, naturalmente, establecerse por una breve temporada en un planeta donde reine la paz entre los hombres de buena voluntad.

Es imposible que un maniático que desprecie la posibilidad de sentirse en paz consigo mismo, actúe de manera distinta a como lo hicieron esos otros megalómanos que, en lugar de enfocarse en el intento de conquistarse a sí mismos, se dieron a la tarea de exterminar vidas humanas y de arrasar con el legado cultural de civilizaciones que no comulgaban con la barbarie, por eso voy a dejar en este espacio una cita que constituye un recordatorio para quien no haya notado aún que la vanagloria, sólo sirve para irnos de este mundo con las manos tan vacías como las trajimos y con tanta suciedad sobre el espejo de nuestra conciencia, que resulta prácticamente imposible reconocer nuestro rostro original cuando nos contemplamos en él y es así como, creyéndonos triunfadores y dignos de recibir grandes honores, acabamos por morder el polvo de la derrota al tener que admitir cuán equivocados estábamos cuando creíamos tener la sartén por el mango mientras que en realidad, estábamos fritos.

“Incluso Alejandro Magno murió profundamente decepcionado. Había conquistado todo el mundo conocido para al final darse cuenta de que no se conocía a sí mismo. Y antes de expirar dijo a sus vasallos: - “Cuando llevéis mi ataúd al cementerio, dejad que mis manos cuelguen por fuera”-. Ellos le indicaron que eso no se podía hacer y él les respondió: -“Yo lo ordeno y es mi última voluntad. No me importa que no se haga así, quiero que se haga conmigo”-. Alguien le preguntó: -¿Pero qué extravagancia es esa?-. Y le respondió el que fuese el gran emperador: - Quiero que la gente lo vea…, porque a la última procesión de mi vida asistirán miles de personas y quiero que vean que me muero con las manos vacías. Ni siquiera conquistando todo el mundo me he podido llenar las manos y mucho menos mi ser interno. Me muero como un mendigo-”.  Osho

No hace falta llegar a hacerse merecedor de un premio Nobel de Física, para darse cuenta de que sentirse uno en paz consigo mismo es la garantía de que a uno no se le ocurra, ni remotamente, cometer el disparate de convertirse en el soldadito de plomo de un maniático que tiene la malsana intención de ser el Amo del Universo y cuyo complejo de inferioridad es tan exorbitante, que para creer que es alguien en la vida precisa de una prepotencia que obligue a otro ser humano a caer de rodillas, para besarle las patas al gorila que aparenta ser un ser humano íntegro. Para evitar la ordinaria y equivocada interpretación de los pendejos que no pueden percibir lo que resulta más que obvio, aquí dejo un gráfico que algunos lectores consideraran una irreverente bofetada en plena jeta y otros un acto de disidencia que serían incapaces de cometer pero como, por fortuna, no busco la aprobación de los pendejos que se desacreditan a sí mismos perteneciendo a una u otra abominación; que les facilite dejar de comportarse como individuos y les permita actuar como animales que deben ser pastoreados por carecer de voluntad propia, puedo ratificarle al lector que su parecer me tiene tan pero tan sin cuidado que se lo dejo demostrado, insertando aquí mismo esta imagen. Y para que no se me tilde de descortés, antes de invitarle a tratar de digerir dicha imagen permítame desearle: ¡PROVECHO! 


Siendo así, tampoco es de extrañar que estos lunáticos primates ignoren que la autoridad debe estar respaldada por la sabiduría de los siglos, en lugar de apoyarse de manera vacilante en la manía de grandeza de un orate. El trato regular con estos especímenes de Homo sapiens, capaces de exteriorizar una ilimitada hostilidad hacia los miembros de su misma especie y de poner en evidencia una malsana intolerancia a las opiniones que no coincidan con las perturbadas ideas que brotan de un garbanzo relleno de vanagloria, me capacita para afirmar que no  es fácil que un desequilibrado mental pueda llegar por sí mismo a estas conclusiones, por lo que me apetece insertar aquí una imagen que tal vez le facilite, a ese ciego que incluso disfrutando del don de la visión no quiere ver lo que salta a la vista, la sencilla comprensión de un asunto que no puede ser tan trivial cuando trata sobre la satisfacción de una sed que, de no ser plenamente satisfecha, puede conducir a un ser humano a un grado tal de locura que la posibilidad de lucidez tenga que darse prácticamente por perdida.

Esta imagen se la debo a esos niños que tienen que soportar en silencio tan desquiciante situación porque han acallado sus voces, y a esos amantes que no han podido realizar al amor en sus vidas porque han confundido la Era del amor con un campo de batalla. Tal vez pueda tocar con ella, ese bendito lugar donde todavía vive el niño que alguna vez tuvieron que Ser, antes de consentir en transformarse en unos neurasténicos payasos que, ignorando a la línea que separa a lo sublime de lo ridículo, todavía se atreven a exigir respeto por lo que resulta obvio que no es digno precisamente de ser reverenciado.


Pero si te olvidas de ti mismo al darle prioridad a las preocupaciones mundanas y al pasar por alto que cualquier minuto puede ser el último de tu breve paso por este globo terráqueo, ¿cómo vas a hacer para recordar esas cosas elementales que ya sabías innatamente y por tanto, nadie te tenía que inculcar para que las empollaras en tu memoria? Tú sabes que la paz comienza por ti y si puedes entender eso, con eso es suficiente para que te enfoques totalmente en la bendita labor de encontrarla en tu mismísimo centro. Y si el cinismo ha calado tan hondo como para cobrar contigo a una víctima más, no será de extrañar que te aferres a esa malsana tendencia que califica a un ser humano de orate y que consiste en tratar de meter las narices en las vidas ajenas que, dicho sea de paso, no son de su incumbencia y mucho menos el fruto de las alucinaciones de un chiflado, mientras que dicha maña metiche conspira a  favor de desgraciarle la existencia al idiota que le acoge en su interior. 

Antes de proseguir y tan sólo para echarle una mano al que dude hasta de sí mismo, insertaré otra imagen ya que me consta que resulta entre difícil e imposible, persuadir a una persona hundida en el pesar que la ausencia de paz provoca, de que se dé la oportunidad para poder sentir la sed que dicha ausencia genera y con ello, se anime a satisfacer un anhelo que, ciertamente, es el más noble que un ser humano puede abrigar en su pecho mientras que respira sobre la faz de la Tierra. Y si dicha imagen fuera pasada por alto, todo lo que puedo señalarle al conflictivo que elude la posibilidad de reconciliarse consigo mismo antes del último suspiro, es que si se fijara mejor en lo que a sí mismo se hace; por sí mismo llegaría a la conclusión de que con sus “buenas intenciones” va empedrando el camino que le llevará hacia su propio infierno y el que por su propio gusto arde…que la quemazón le sepa a gloria.


Para hacer sufrir a quienes se resignan a amargarse la existencia, he elegido una imagen que es un placer regalar a esos miserables, antipáticos y calculadores esperpentos que desconocen en qué se parecen las matemáticas a un papel higiénico, y a quienes les haré un favor señalándoles que la similitud radica en que las matemáticas se calculan y el papel higiénico seca el culo, porque esos desdichados limoneros que por el amargor de sus frutos parecen ignorar la diferencia que existe entre inspirar pena y causar admiración, ordinariamente son quienes le dan más importancia a esas ganancias que pasan a ser pérdidas en un abrir y cerrar de ojos, y que han obtenido cambiando el amor propio por todo lo que se puede conseguir con dinero; al haberse habituado a convivir con el conflicto interno que se produciría entre un desnaturalizado gusano que se niega a convertirse en mariposa y el sublime potencial que hace de la mariposa un Ser alado; en lugar de preferir sentirse en paz consigo mismos y así, hacer de la vida una constante celebración que ni la muerte podría impedir, optan por cometer el craso disparate de dedicarse a sufrir con lo mismo que otros gozan.

Es por dicho motivo que estos conflictivos, que tienen la posibilidad de respirar en un cuerpo que acabará hecho polvo sin sentir ni la más mínima gratitud por ello,  pueden servir como bueyes en caso de que lo que quisiera uno fuera arar en el mar para sembrar vanidades y cosechar inclemencias pero lo que NO pueden, de ninguna humana manera, es servirle a la Vida como un afinado instrumento musical que pueda trasmitir su ritmo con armonía y, siendo así, no les queda más remedio que sentir un pernicioso rechazo que a duras penas pueden disimular, hacia quienes saben que teniendo a la vida de parte de ellos ya lo poseen TODO y por tanto, pueden entregarse por entero a la labor de mantener el instrumento musical libre de polvo y paja para que la Vida pueda soplar a través de este, su más perfecta y magnífica tonada.


Para satisfacer la curiosidad del lector, aclaro que la imagen pertenece a un film cubano titulado “Vampiros en la Habana” cuyo disfrute les recomiendo ampliamente, a quienes estén a favor de la posibilidad de bailar constante y dichosamente con una paz que estando dentro de ellos mismos; les permitirá sentir una plenitud que no se puede describir con palabras y por ende, les facilitará lo que tan difícil se les hace a los conflictivos que es brillar con luz propia, y que, para poner el parche antes de que estalle el forúnculo y me salpique de pus, les advierto mirar con cautela a esos colmilludos muertos vivientes que, al cambiar por horchata o chicha la sangre caliente que corre por las venas de un ser humano que en verdad se sienta vivo, rechazan la posibilidad de sentir una espontánea pasión por la existencia y se resignan a enterrarse en vida en un ataúd confeccionado con unos despreciables despojos humanos que expelen un hedor a mezquindad que, dicho sea de paso, está muy pero que muy lejos de evocar al exquisito y fresco aroma que se desprende de lo que es divino por naturaleza. 

Así que me despido de esos intolerantes mamarrachos que por conflictivos, tienen a la paz en muy bajo concepto o restringida a una irrealizable utopía y que, como desconocen que: “Lo que entra por la boca del hombre no es lo que le hace impuro. Al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca”, comúnmente confunden al orificio bucal con la abertura anal y a la abertura anal, con el sitio perfecto para que la ignorancia los posea mientras que ellos sufren de un rapto de enajenamiento que no los lleva directo y sin escala a un manicomio, simplemente porque en este planeta; NO HAY CAMA PARA TANTO ORATE. 




































Monday, May 27, 2013

"¿DE QUÉ ESTAMOS HABLANDO?"



Antes de explayarme en el tema del que tratará este artículo, debo señalar que este planeta está plagado de gente que necesita ser pastoreada por algún lobo disfrazado con piel de macho cabrío y estos resignados borregos con humana apariencia, al no usar la capacidad de pensar por sí mismas que posee cualquier ser humano que no esté dispuesto a dejar de ser persona; con tal de obtener la aprobación de alguien, al no saber lo que piensan tampoco pueden saber de qué están hablando y muchísimo menos podrían animarse a caminar el trecho que va de las palabras a los hechos. Y como cabe la posibilidad de que el contenido este artículo; caiga en las extremidades delanteras de cualquier blandengue que forme parte de la manada social pastoreada por cabrones lobos con apariencia humana y malsanas intenciones, será mejor que advierta que para leer algo que pueda dibujar con palabras la realidad de la que están alejados esos ilusos que viven hundidos en sus puñetas mentales, es preciso hacer uso de la chispa de claridad que cada ser humano que pisa la faz de la Tierra; posee en su corazón. Divino fulgor que, como los rayos del sol en cada nuevo amanecer, posee el atributo de expulsar esas sombrías inclinaciones que envilecen al ser humano más conocidas por miserias humanas. 


Ahora, si algún ignorante que, en su fugaz paso por este planeta, prefiriera actuar como un mendigo que lleva consigo un invaluable tesoro del que no hace uso por anteponer la bolsa a la vida, se atreviese a leerlo; sepa que la responsabilidad por herir sus susceptibilidades recaerá sobre él o ella simplemente porque sobre aviso, no hay engaño. Como me consta que el entendimiento en aquellos que se han hecho expertos en complicarse la existencia, oscila entre lo nulo y lo vacío sobre todo cuando de ponerse al servicio de la sencillez se trata; insisto en señalarle al lector que este artículo no versa sobre esos tantos y tan variados temas en lo que cualquier persona puede profundizar sin por ello, obtener algo de consistencia en la confianza que debería sentir en sí misma. Más bien trata sobre la vida, ese invaluable regalo que nada hicimos para merecer y que sin embargo damos por hecho, cuando no somos capaces de agradecerlo de corazón al menos hasta que ya es demasiado tarde para que la gratitud, ese sublime sentimiento que se demuestra más con hechos que con convencional parloteo, pueda hacer nido en el pecho del moribundo que ha creído estar vivo simplemente por haber tenido uno y otro aliento a su favor. 


No pretendo que un artículo que resalte que la única buena noticia que podemos recibir es la de que estamos vivos, tenga alguna aceptación entre esos mequetrefes con horchata en lugar de sangre en las venas que consideran conveniente complicarse la existencia, y para colmo de males… suponen que la vida es un insustancial suceso con un toque de amargura que hace que morir, sea algo que valga la pena. Para este tipo de gente con una perspectiva tan ruin que se atreve a juzgar la vida de tan miserable modo, dejo esta imagen que puede servirles de espejo puesto que cuando el propósito de celebrar una existencia que es fugaz e irrepetible se tergiversa, es normal que se use la abertura bucal para evacuar la disentería cerebral que a manera de información banal se encuentra contenida en la cavidad craneana y para expulsar los pedos existenciales que comúnmente se acumulan, en quienes no poseen la suficiente lucidez como para poder distinguir la abismal diferencia que existe entre celebrar la vida y amargarse la existencia.



Por si no bastara con verse reflejado en la imagen anterior me permito aclararle, al lector que haya confundido su abertura bucal con el orificio anal que le permite expulsar las sustancias de desecho a manera de materia fecal, que la diferencia entre lo sublime y lo ridículo salta a la vista. Y por si aún no lo ha notado, puedo declarar que es un placer señalarle que basta con haber observado detenidamente a un descerebrado pendejo inflado de pestilentes flatulencias, para que desde entonces uno posea la facultad de poder detectarlo  a simple vista,  y a pesar de que el pobre pedorro hace hasta lo indecible por disimular los esfuerzos que hace para poder mantener una patética armonía entre un complejo de inferioridad y unos delirios de grandeza que le permiten jugar a la vez el papel de víctima y el de verdugo. 

Si ha tenido uno esa posibilidad en esa significativa etapa infantil, en la que simplemente observamos pero sin juzgar; según los parámetros de una mentalidad socialmente adoctrinada, puede uno considerarse doblemente afortunado puesto que en un mundo plagado de insatisfechos que buscan la plenitud fuera de sí mismos, es imprescindible saber quién es quién antes de atreverse a relacionarse con un desquiciado mental que sólo puede verlo a uno como si fuera uno otro orate más o en el peor de los casos…. confundirle con el psicoanalista que, por pendejo, no le cobra las consultas. Me temo que este comentario le haya caído como electroshock con descargas de 440 voltios, al chiflado que se haya identificado con la definición gráfica del “Caraéculo” por lo que es menester que aproveche para insertarle una imagen que, de manera subliminal, le indicará con certeza que para el farsante que se haya hecho experto en engañarse a sí mismo tiene que resultar normal que la verdad… pique y mortifique.


Llegado a este párrafo, supongo que el lector haya notado que no es suficiente poseer una abertura bucal y unas cuerdas vocales en perfecto estado para poder expresarnos con propiedad o sea,  sabiendo exactamente de qué estamos hablando. Y al respecto no me dejarán mentir esos demagogos discursos de unos patrañeros que se deshacen en promesas cuyo cumplimiento; ponen en manos de un futuro incierto para evitarse la molestia de consumarlas en un presente inmediato. No me gusta poner en tela de juicio al opio que adormece a las muchedumbres adoctrinadas para poder respirar el hedor que desprende la ignorancia, porque sé que cada cual es responsable del tipo de estupefaciente que consume y está documentado respecto a las consecuencias de la ingestión de soporíferos; pero como esto es algo que se puede percibir simplemente echando un vistazo a menos que sea uno como ese ciego que no quiere ver teniendo luz en sus pupilas, me gustaría destacar que no es mucha la diferencia que existe entre lo que hacen los charlatanes disfrazados con piel de macho cabruno que sufren de complejo napoleónico y la labor que realizan esos predicadores que se atribuyen la potestad de declararse intermediarios entre una criatura divina y SU divino creador, mientras que son incapaces de predicar poniéndose como ejemplo a ellos mismos sobre todo en eso de amar a Dios por sobre todas las cosas de este mundo, incluyendo en esas “cosas” al capital que no procede precisamente del reino de los cielos. Resulta que son muy pocos los que en este planeta conocen, en verdad, la diferencia que existe entre lo que se puede conseguir con dinero y lo que, por su autentico e incalculable valor, no se puede obtener ni con todo el oro del mundo, por eso es preciso que inserte aquí una imagen que expresa dicha diferencia de una manera tan categórica, que habría que ser pendejo para pasarla por alto.



De esos propagadores de ideas sublimes que supuestamente resultan irrealizables, al menos durante esta existencia terrenal y mientras que se sienta uno culpable hasta de los pecados jamás cometidos, un maestro que sí sabía de lo que estaba hablando por ser capaz de revelar la verdad desde su mismísimo corazón, expresó públicamente:

“Así pues hagan ustedes con los demás, lo que quieran que los demás hagan con ustedes. Y cuídense de esos mentirosos que pretenden hablar de parte de Dios. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas pero por dentro, son lobos feroces. Ustedes los pueden reconocer por sus acciones pues no se cosechan uvas de las espinas ni higos de los cardos. De modo que ustedes los reconocerán, por sus frutos”.

Me consta que existen cristianos que todavía no captan cuán significativa es esta advertencia, para poder comprender el motivo que hace más de dos mil años impulsara a unos fanáticos a ejecutar a un Ser que, incluso en una Era en la que imperaba el oscurantismo, la engañifa y la prepotencia de unos maniáticos con complejo napoleónico, fuera capaz de trascender su condición humana al ponerse en contacto con su naturaleza divina. De modos que a esos “engañados” que defienden con malsana intransigencia, unas creencias que tienen que ser inculcadas y que desestiman el valor de un conocimiento que se reside en el corazón de cada individuo de la raza Homo sapiens; me gustaría dejarles esta imagen que trata sobre el predicar sin dar el ejemplo y con ella, una invitación para que quienes no comprendan de lo que se está hablando aquí, hagan uso de un potencial que hace del ser humano una criatura regia, divina y maravillosa que como tal, puede situarse por encima del lodazal donde pululan esas miserias humanas que sólo sirven para emponzoñar el alma. 



Si no sufre el lector de algún tipo de anomalía que le impida mantener la coherencia entre lo que piensa, lo que dice, lo que hace y lo que ES; entonces le será fácil sospechar el verdadero motivo de que este artículo pueda ser visceralmente rechazado por esas personas que con cada uno de sus actos; dejan demostrado que no guardan coordinación alguna entre los antes mencionados procesos que, dicho sea de paso, son comunes en cualquier Ser de naturaleza divina que transite por la eternidad fugazmente ataviado, con una humana apariencia. Sucede que de lo que se habla aquí, no es acerca de esas delirantes fantasías que alucinan esos desdichados orates que, al no estar en pleno uso de sus facultades mentales, se encuentran tan alejados de la realidad que cuando esta se les aparece de pronto en lugar de poder simplemente abrazarla, lo que sucede es que se dan un encontronazo que puede que les sirva tanto para dejar de hacerse pendejos de una buena vez; como para aferrarse aún más a esa enfermedad que amenaza con convertirse en pandemia y que podría ser científicamente nominada como: pendejitis aguda. Aquí se está opinando sobre lo que resalta a la vista y de paso poniéndose de relieve que la clasificación de los seres humanos socialmente adoctrinados en: sumisas bestias de rebaño ovino y prepotentes alimañas con delirios de grandeza; no sólo es algo de por sí inadmisible sino que es una aberración que cualquier ser humano que albergue algo de integridad en su interior debería denunciar, donde quiera que su humanidad haga acto de presencia.

Y para respaldar esta afirmación con un hecho, voy a dejar aquí una imagen que revela una abominable circunstancia con la que no me conformo ni me conformaría jamás y en la que afortunadamente no tengo participación alguna; ya sea jugando el papel de víctima o el de verdugo. Sé que la misma va a herir la susceptibilidad de quien sea que considere normal y como la mera consecuencia de la aplicación de un divino decreto, a un alienado sistema que glorifica la explotación del hombre por el hombre y valoriza a un ser humano por lo que tiene y no por lo que realmente ES, pero como no estoy especialmente interesada en relacionarme, en modo alguno, con seres irracionales con apariencia humana  que se crean inferiores o superiores a otros seres vivos que habitan sobre la superficie terrestre, bien puedo correr ese riesgo al publicarla.


Mientras que los idealistas, esos puñeteros mentalistas que entre todas las pendejadas que clasifican como dogmas irrefutables; está la de pretender que se puede lograr un mundo en paz mediante la práctica periódica del exterminio masivo de valiosas vidas humanas, se esfuerzan por masticar y digerir el mensaje de la imagen anterior, aprovecho para proponer que le paremos a eso de menospreciar a un logro obtenido por la raza humana y que nos diferencia del resto de los seres vivos que pertenecen al reino animal, tratando de usar el lenguaje, tanto oral como escrito, para expresar ideas que podamos respaldar con hechos concretos y antes de expresarlas, que nos detengamos a pensar para determinar con precisión si dichas ideas pueden marcar la diferencia entre lo trascendental y lo intrascendente. En caso de que al lector le interese dicha propuesta es un placer felicitarle ya que lo que más abunda en este planeta, son sujetos que se muestran encantados con la idea de hablar sin saber del tema que están hablando más que lo que han podido captar, con el uso del 3% de una red neuronal de cuya existencia y potencial ni siquiera se dan por enterados. 


Sucede que cuando no sabemos de qué estamos hablando, cometemos errores tales como el de exigirle a un hijo, a un pariente, a un amigo, a un amante o en el peor de los casos, a un progenitor; que se ocupe de llenar unas expectativas de las que no son responsables ni el hijo, ni el pariente, ni el amigo, ni el amante ni el progenitor que según el equivocado, naciera en este mundo con el único propósito de complacer los designios de un pendejo que ni cuenta puede darse de que no es el astro rey alrededor del cual giran los planetas y mucho menos el ombligo del universo. Por eso no de extrañar que nos encontremos con progenitores que, incluso siendo expertos en amargarse la vida y obstaculizársela a otros, definitivamente no saben de qué están hablando, cuando se la pasan exigiéndoles a sus hijos el que estos sigan sus vacilantes y ridículos pasitos marraneros. Para estos progenitores que exigen a sus hijos que se conviertan en unos infelices mequetrefes que en lugar de ser auténticamente dichosos, tengan que hacer alarde de haber cometido el disparate de IMITAR un ejemplo tan nefasto y despreciable por demás, tengo una imagen que tal vez pueda servir para que reflexionen y así, antes de que sea demasiado tarde puedan dejar de confundir a una divina criatura que, en verdad, es hija de universo; con un chimpancé amaestrado que tiene que bailar al ritmo que el organillero esperpento le toque.


Por más descabellado que parezca, también se ha hecho muy común ver a un neurasténico amante cuya confianza en sí mismo se puede poner en tela de juicio y que resulta obvio que no sabe de qué está hablando, cuando se atreve a exigirle a su “adorado tormento” una obediencia muy similar a la que se espera de una mascota mientras que el exigente lunático, demanda que se le respete el derecho a hacer lo que le dé su reverecunda gana. No creo que se desconozca la existencia de esas supuestas amistades que, ofreciendo lo peor de sí mismas al ofrecer hipocresía en lugar de la sinceridad que siempre favorece y si lastima… sería sólo al mequetrefe que prefiere mentirse a sí mismo, exigen que el amigo o la amiga le ofrezcan únicamente lo mejor de sí mismos. Cualquiera puede haber sufrido en carne propia a esos inoportunos e impertinentes parientes que, a pesar de ser partícipes de un sinnúmero de sucesos más propios de un manicomio que de un entorno donde lo familiar no le reste crédito a lo tolerable, es obvio que no saben de qué están hablando cuando se toman la atribución de dar consejos tan absurdos como ellos mismos y encima de eso, todavía pretenden que tales disparates sean seguidos al pie de la letra.

Como no se le pueden pedir peras al olmo, considero que lo mejor que se puede hacer con estos seres queridos es insinuarles que visiten a un psicoanalista capaz de diagnosticarles, mediante la sencilla aplicación de un simple test mental, el tipo de monomanía que padecen. En caso de que luego de dicha sugerencia el desequilibrado mental le replique que el que está loco es Ud., entonces mejor decídase a seguirle la corriente total que no será precisamente Ud., quien tenga que estar poniendo en dudas  constantemente a algo tan imprescindible como la lucidez. Por si las dudas… voy a insértales esta otra imagen.



No es que crea que a algún pariente de los que todavía respiran en un cuerpo que hay que abandonar tras el último suspiro; le queden ganas de saber  sobre lo que opino acerca de los parientes que no saben de qué están hablando, cuando pretenden que uno haga lo que ellos dicen y no lo que ellos hacen pero por si las moscas… voy a dejar aquí una imagen que explica magistralmente el verdadero motivo de no sepamos de qué estamos hablando, cuando pretendemos dirigir la vida del prójimo mientras que con cada uno de nuestros actos, dejamos demostrado no poseer ni el más mínimo control sobre nosotros mismos.

Como dato curioso me complace dejar dicho, que según quienes han investigado acerca del uso de una red neuronal cuyo potencial es infinito, el premio Nobel Albert Einstein usaba únicamente un 10% de su red neuronal y el humano ordinario, para tener una vida donde lo extraordinario resulta también irrealizable, se conforma con emplear el 3%  excepto en el caso de quienes, sin haber nacido con algún tipo de retardo mental, actúan como si les hubieran realizado una lobotomía parcial sin que ellos hayan dado un consentimiento previo. Ahora ya no me queda más que rezarle al Omnipotente poder que me permite sentirme viva cada instante que me regala, para que este escrito, con la imagen que muestra a continuación, no caiga en manos de un cabeza de chorlito que, para poder aparentar ser un ser humano en sus cabales, haya considerado apropiado reducirse el cerebro al tamaño de un garbanzo relleno de vanagloria que sólo le sirve para no quedarse comiendo hierba, cuando pasea por un pastizal y, por no ver por donde camina, tropieza con una piedra.


Y por último pero no por eso menos importante, es el caso de esos demagogos líderes de manadas que, ignorando que la autoridad debe estar sustentada por la sabiduría en lugar de estar apoyada en la prepotencia de un primate con delirios de grandeza y olvidando que se debe predicar con el propio ejemplo, no saben de qué están hablando, cuando se atreven a exigirle a las masas que le secundan que defiendan hasta con sus propias vidas, la ejecución de las ideas de un lunático que en lugar de tener sus posaderas achantadas sobre el cojín de una silla presidencial, debería tenerlas colocadas sobre la acojinada superficie de una celda acolchonada. 

Como nunca falta el idiota capaz de negar lo que resulta evidente, ni el cobarde que no se atreve a denunciar lo que salta a la vista, ni el pendejo demagogo que ignora eso de que: se puede engañar a toda la gente durante un tiempo, y a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, mejor pongo un ejemplo de este último caso y si se va a formar… qué se forme pero concuerdo con Bertolt Brecht en que: “Cuando la mentira comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”.



Como advirtiera un ser humano plenamente satisfecho que proclamara que SU reino no era de este mundo, trato de no  darle las cosas sagradas a los perros para que no se vuelvan contra mí y evito, en la medida de mis posibilidades, no echarle mis perlas a los cerdos no sea que las pisoteen pero como resulta imposible que este artículo no caiga en las patas delanteras de algún subyugado sabueso socialmente adoctrinado que aparente ser persona, o en las pezuñas de un prepotente marrano con complejo de alcancía y manía de grandeza, es menester que señale que a quienes no se sientan capaces de ser un fiel instrumento para que la verdad se exprese sin tapujos de ningún tipo; no les queda ninguna otra opción más que la de convertirse en insensibles e inexpresivas marionetas cuyos hilos manipula la ignorancia.

Para profundizar en dicha declaración que, dicho sea de paso, hago percatándome acerca de qué estoy hablando y, a sabiendas de que herirá la susceptibilidad del mamarracho que se sepa víctima del autoengaño y que no quiera hacer absolutamente nada para dejar de serlo, me dispongo a darle fin a este escrito con una imagen que, en el caso de que el lector no haya caído en la esclavizante rutina de menospreciar la posibilidad que tiene cualquier ser humano de expresar libre y espontáneamente lo que su corazón desea revelar; puede servir para inspirarle a extraer de sí mismo una grandeza que definitivamente no puede ponerse de manifiesto, en alguien que insista en juzgar a la vida como una experiencia trivial que sólo le permite sobrellevar la mediocre condición del que está obligado a mendigar la aprobación de otros, porque no es capaz de aceptarse a sí mismo tal cual ES.

Y si fuera el lector de esos fantoches que prefieren ser mediocres de por vida, antes que disponerse a hacer el esfuerzo que se requiere para poder extraer de uno mismo su propia grandeza, y me refiero a una grandeza que para brillar con luz propia no precisa de encaramarse en un pedestal, entonces antes de insertar la imagen que pondrá fin a este artículo le voy a presentar una recomendación hecha por William Shakespeare y confío en que este famoso dramaturgo inglés, tenga más suerte con esos desentendidos que no se entienden a sí mismos y a quienes no se les puede hacer entender ya sea con muchas o con pocas palabras: “No temáis a la grandeza; algunos nacen grandes, algunos logran grandeza, a algunos la grandeza les es impuesta y a otros… la grandeza les queda grande”.