Sunday, March 7, 2010

DIFERENCIA ENTRE PECULIO Y CAPITAL.

 Antes de que lo confundan con una mala palabra aclaro que peculio, es el dinero del que dispone una persona, para satisfacer sus necesidades básicas y las de otros, que no están en condiciones de buscarse el imperioso sustento. Este término se transforma en capital, no después de que uno se lee y estudia la Biblia escrita por los evangelistas Karl Marx y Friedrich Engels, sino cuando uno se vuelve lo suficiente sórdido y ratero, como para apreciar más al dinero que a su propia humanidad. Entonces en lugar de peculio, sueldo, mensualidad o salario, se transforma en fortuna, riqueza, dineral o capital.

 Estos términos establecen la diferencia entre un ser humano común y corriente, y otro vulgar y ordinario que se siente superior y especial solamente por haber atesorado al dinero, a costa de perder los valores humanos. Y a estos el dinero les justifica en algo la prepotencia pero en honor a la verdad, debo decir que los hay peores. Pero seguramente el lector o la lectora lo sabe, por haber tenido que lidiar alguna vez con algún adolescente (hembra o macho) con más de veinte años encima, que no tienen ni donde caerse muertos pero creen que el resto de los mortales, que ni siquiera alentaron a sus progenitores para que trajeran al mundo a otro inútil tarado;  deberían besar el suelo donde ellos plantan sus cascos.

 Pobres y fatuos cuadrúpedos que se creen la gran cosa por marchar en dos patas; que no valoran que la juventud es un divino tesoro, que no saben ni donde están parados y que tampoco conocen la diferencia entre amar y prostituirse por nada. Por agradecerle infinitamente el permitirme existir, no le pido a Dios nada más pero si pudiera hacerle, como al genio de la lámpara maravillosa; tres pedidos, entonces le pediría tres veces, que me mantuviese lo más alejada posible de esos pendejetes (jóvenes inmaduros e inexpertos que ni a pendejos llegan), que por las impertinencias y los desatinos que cometen, evidencian que no  tienen ni la más remota idea de que de la juventud alguna vez; no les quedará más que un ligero recuerdo, y por tanto tratan a los jóvenes de la tercera edad (cuarta década en lo adelante) como si los consideraran trastes inservibles.

 Me ha tocado lidiar desafortunadamente en más de una ocasión, con esas entidades tan soberbias como superficiales y tan petulantes como sinvergüenzas; que no piden las cosas de favor sino que simplemente las toman; como si les pertenecieran por decreto divino  y cuando piden un favor, pretenden ser complacidos de inmediato porque aunque no tengan ni peculio ni capital, tienen la mentecata pretensión de ser tratados como si fuesen multimillonarios. Y lo peor es que, aunque no den ni digan donde hay; suponen románticamente que sin ellos, el mundo no sería un lugar realmente estupendo. Bueno, es que ellos no pueden hacer más que estupideces… Estos patéticos engendritos malcriados y mentalmente extraviados, luego de pasar un corto y relativamente fácil cursillo (dependiendo de la relativa inteligencia del verraco/a), pueden ser contratados lo mismo como funcionarios públicos, que para supuestamente; ayudar, apoyar y consolar a los ancianos y ancianas  internados en asilos. 

 Para información de esas personas que tiran a sus aparentemente seres queridos en un latón de basura, cuando ya no tienen nada más que exprimirles; debo advertir que ese es el tipo de personal que le puede tocar a su ser querido con el inconveniente, de que en su ancianidad un ser humano ya no puede defenderse como podía hacerlo en su juventud, y entonces tiene que pasar los últimos días de su vida soportando resignadamente, a un deficiente mental con una licencia para asistir a personas inhabilitadas; que descarga sobre el anciano/a todas sus frustraciones y resentimientos mientras que, esa persona tirada al olvido que también fue niño y joven; tiene que aguantarse las ganas de romperle los dientes.Es cierto que Dios se ocupa divinamente de esas bestias con apariencia humana, regresándoles lo mismo que tienen para ofrecer pero centuplicado, no obstante sería divino que esos mostrencos mal amaestrados por otros igual de insensatos, al menos vieran la versión de Walt Disney del libro “Pinocho” unas mil veces; para  estar al tanto de que, además de transformarse en unos borricos arrogantes; tienen la posibilidad que ofrece una vida para dar lo mejor de sí mismos y en lugar de conducirse como cobardes fantoches; pueden existir siendo simplemente personas y como tales comportarse. 

 Conocer que el respeto al inevitable derecho a envejecer es  garantizar el poder, de envejecer con dignidad y,  saber que el dinero no compra una conciencia brillante no le vendría nada mal; a eso jovenazos y jovenzuelas que al parecer nadie les ha dicho aun eso de: “Como te ves, me vi y como me ves, te verás; pero más jodido/a, porque de joven a mí nunca se me ocurrió tener  la cobardía de desafiar, al que no pudiera defenderse”     

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