Tuesday, March 2, 2010

LO QUE NO SON PURAS CHINGONERÍAS, SON LAS PINCHES CHINGADERAS

A riesgo de que los cubanos me critiquen por usar modismos mexicanos, hoy me levanté muy naturalizada y como casualmente tengo pasaporte de los Estados Unidos (de México) consideré, que no vendría nada mal explicar que no se debe confundir un modismo, con una mala palabra. Y además, que sería conveniente recordar que deberíamos, antes de clasificar algo de bueno o malo; ponernos a pensar en que tan bueno o tan malo es eso, que nos atrevemos a clasificar sin antes pensarlo un par de veces. Algo que muchas veces no hacemos, no porque nuestro Creador no nos haya regalado una herramienta destinada para ello, sino porque la pereza mental se ha hecho tan natural; que hoy se considerar normal ser un adulto con una vocabulario reducido y que hable con faltas de ortografía, y al mismo tiempo se rechaza visceralmente, por considerarse un insulto a la ignorancia;  a las personas que durante toda una vida se dedicaron a cultivarse.

 Cuando me refiero al término cultivarse, no lo hago en ese sentido irónico que emplean los que por tener  complejo de tubérculo (papa/patata, boniato/camote, o yuca que resbala sólo con quimbombó), no soportan a los que en su crecimiento personal utilizan a su favor el geotropismo positivo (crecer hacia la Luz). Antes de que el geotropismo negativo se utilizara como una opción humana, y las palabras comenzaran a ser fuente de malentendidos tales como: “ya sé leer, entonces ya no debo ser un borrico”; el término cultivarse era derivado del verbo cultivar que se empleaba (desde el inicio del lenguaje articulado), para el acto de dar a la tierra y a las plantas los cuidados necesarios; para que la tierra permanezca fértil y las plantas fructifiquen. De manera que una persona consagrada a esa obrafaena o labor, tan sencilla como campechana; era considerada una persona culta ya que la cultura en ese entonces, no era el resultado de ingerir información a granel suministrada mediante la palabra escrita, sino el justo efecto de cultivar la tierra con esmero y brindar a las plantas las atenciones requeridas para que crecieran fuertes y saludables.

 A ese verbo era al que se refería el Maestro y Poeta cubano José Martí , cuando en sus Versos Sencillos, que según sus propias palabras; “se imprimieron porque el afecto con que  los acogieron, en una noche de poesía y amistad; algunas almas buenas, los ha hecho ya públicos.  Y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras”, plasmaba:



CULTIVO UNA ROSA BLANCA
EN JULIO COMO EN ENERO,
PARA EL AMIGO SINCERO
QUE ME DA SU MANO FRANCA.
Y PARA EL CRUEL QUE ME ARRANCA
EL CORAZON CON QUE VIVO,
CARDO NI ORTIGA CULTIVO,
CULTIVO UNA ROSA BLANCA


  Extrapolando todo esto a los seres humanos, podríamos decir que la tierra es uno mismo, algo que reconocemos sin lugar a dudas, cuando recordamos eso de “polvo al polvo”, y que la semilla que nosotros mismos deberíamos cultivar para ser lo que somos y,  no pecar de ignorancia en lo que respecta a que somos mucho más que un puñado de tierra; es la semilla del Conocimiento de que aunque humanos por un tiempo, somos divinos por toda la eternidad. Esto ya hace más comprensible el que en el lenguaje oral, se le llame cultura al arte de cultivar los valores sublimes e incultura, a la nefasta maña de ensalzar las miserias humanas, obtenidas de no dedicarse al cuidado de la tierra y no apreciar la semilla de la divinidad dándole su justo valor. Espero que con esta explicación haya quedado claro, que no es inculto aquel que no tiene hábito de lectura sino quien ilusamente cree;  que con haber pasado la enseñanza primaria, secundaria, terciaria y cuaternaria; tiene suficiente para que todos lo respeten como se respeta a una persona, verdaderamente dedicada al arte de cultivar lo cultivable. Dichas personas, ya sean analfabetas o graduadas universitarias, se caracterizan por no especular con sus conocimientos como hacen aquellos incultos que, no se conocen a sí mismos pero pretenden no pecar de ignorancia respecto al nivel cultural de sus congéneres.

 Este arquetipo de ser humano, que pública y notoriamente promueve las ventajas de llegar a transformarse en un gran tu-bér-culo; penetrando cada vez más en la tierra y alejándose lo más que pueda de la claridad del sol, hace ostentación del desprecio que siente hacia las personas que cultivan lo cultivable del mismo modo, en que aprecian lo apreciable y detestan lo detestable, simplemente porque no se necesita leer un libro escrito por manos humanas para saber la diferencia que existe entre lo amable y lo aborrecible. A todos los seres humanos, hechos a imagen y semejanza del Creador; se les otorgó un sexto sentido conocido por intuición. Este sentido que no es controlado por los cinco restantes, es el que le permite a un ser humano común y corriente; detectar la vibra que trae un congénere cuando se le acerca, aunque este traiga consigo a esas buenas intenciones con las que está empedrado, el camino del infierno. Y por consiguiente cuando un prójimo se le aproxima, puede vislumbrar si este es una persona culta o si por el contrario; se trata de un adicto al geotropismo negativo y por tanto; lo que tiene por cerebro es una cebolleta (cebolla que se vuelve a plantar y se come tierna antes de florecer).  Para nadie es un misterio que todo órgano que no se usa, se atrofia. De modos que no entiendo que tiene de malo, el que le llame garbanzo mentalista a lo que se obtiene de subutilizar, esa herramienta que algunos conocen por materia gris,  a la que unos “locos bajitos” prefieren darle algo de colorido. Tan sólo para que no se aburra…

 Habiendo dejado clara la diferencia entre culto e inculto, entonces voy a revelar que las palabras chingonerías y chingaderas no son modismos mexicanos ni mucho menos malas palabras. A pesar de que no hay palabra maldecida sino malinterpretada y que ambos términos son usados mayormente  por los hermanos y hermanas mexiquenses; uno para referirse a algo realmente encantador y el otro para describir a lo que la mayoría calificaría como la obra de un macho cabrío o de una cabra hembra (cabronadas); estas palabras tienen su origen en la China del popularmente conocido como: 孔子, Pin yin  o Confucio. El mismo que, teológicamente hablando; está considerado como un filósofo chino, creador del confucionismo y una de las figuras más influyentes de la historia china. No muchos confusionistas saben que: 孔子, también se puede escribir Kung-fu-tzu, mismo que se traduce literalmente por Maestro Kong.

  Como este Confucio apareció sobre la faz de la Tierra, aproximadamente  unos 500 años antes de Jesucristo; no aparece canonizado en el santoral editado por la Santa Madre Católica Apostólica y Romana, ya que, por no haber esperado a su madre y nacer por cuenta propia antes de que ella estuviera en la sala de parto; esta madre no pudo convertirlo en otra cosa más confusa que Confucio. Debido a no haber recibido el sacramento del bautizo, que cristianizaría a 孔子 o Maestro Kong;  para convertirlo en el Sr. Congfucio Congtreras; supongo que este buen samaritano se esté quemando ahora en las playas del averno. Así que ya están advertidos y lo sabrán los confusionistas de buena tinta, no sea que por equivocación se les ocurra ir a buscar al venerable  孔子 en la cima  nevada de alguna montaña escarpada. Por lo que he venido observando, los seres iluminados saben perfectamente que es en el llano, donde los cultivos prosperan.  Y también comprenden que los Alpes están diseñados por la Mano Divina, como habitáculo de las cabras montañesas.

 Para que ningún malpensado se encabrite, aclaro que me refiero a unos cuadrúpedos vegetarianos que viven en manadas pero, al contrario que sus próximos parientes, las ovejas (género Ovis), son animales adaptados a comer arbustos y matas correosas propias de medios secos y montañosos. Las cabras y machos cabríos, suelen ser animales ágiles, capaces de trepar con facilidad por pendientes sumamente empinadas y saltar de un risco alejado a otro. Las especies más salvajes presentan un marcado dimorfismo sexual, manifestándose grandes diferencias de talla, color y cornamenta entre los machos y las hembras; sin embargo las diferentes razas domésticas tienden a suavizar estas diferencias y se ponen los tarros más discretamente.

 Las enseñanzas de Confucio (孔子, en chinohan llegado a nuestros días aparentemente, gracias a las Analectas;  que no son las chancletas de palo que usaba Confucio sino el título de una obra, que superficialmente recogía el mensaje original en chino del Maestro Kong, que inicialmente había sido recogido en un manuscrito titulado Lún Yǔ; frase que traducida al castellano y según un pastor jesuita significa “discusiones sobre las palabras", y que si aún existe (gracias a Dios y a un descuido de la Santa Inquisición), debe contener escritas con letras del auténtico alfabeto chino, algunas de las amigables charlas que sostuvo con sus discípulos el Maestro Kong,  mientras que estuvo respirando. Y por tanto si algún charlatán decía que él había dicho alguna  otra cosa, que el maledicente había malinterpretado; entonces él podía darse por enterado e ir directamente con el calumniador;  para dejarlo en ridículo y muy malparado.

 Pero luego de llevar 孔子, varios miles de años siendo conocido como el venerable difunto Maestro Gong,  y como si hubiese caído del cielo; apareció Matteo Ricci, un jesuíta (miembro de una Orden de la Iglesia Católica, fundada por San Ignacio de Loyola antes de ser canonizado), que supuestamente fue la primera persona en latinizar el nombre chino: 孔子como "Confucio". Mismo que para introducir a Confucio en Europa, después de que  de 孔子 ya no quedaba ni una fotocambió por el de Analectas lo que tradujo de un supuesto manuscrito que teóricamente:  se titulaba Lún YǔDesconozco cómo se las arregló el monje este para cambiar charlas amigables por discusiones sobre la palabra,  pero supongo que recibió alguna ayuda del mismo santo que predicó eso de que: era mejor filosofar sobre la vida que vivirla y que consideró como sacrosanto que la mejor manera de vivir, fuera sacrificando esta vida  para poder vivir una vida mejor; en el otro mundo. Los que leen sin poseer una visión amplia, las traducciones de textos que pueden no concordar con los originales; no pueden obtener de estos el mismo mensaje encerrado en los textos auténticos. Y por consiguiente, corren el riesgo de colocar juntos y revueltos a un Testamento Viejo y un  Nuevo Testamento. Algo que cualquier notario público sería incapaz de hacer. Pues hasta un vulgar  leguleyo (persona que trata de leyes sin conocerlas bien),  es capaz de reconocer que un nuevo testamento  solamente se hace válido,  luego de  cancelar el anterior.

 Pero también hasta el que quiera hacerse pasar por el mayor desentendido del mundo (en mexicano: grandísimo pendejo), puede estar al corriente de la existencia de una vieja táctica conocida por la divisa: “Divide y vencerás”, muy usada para sembrar el sobresalto  que induce al ser humano a separarse de su divino propósito. Y para crear la confusión,  no hay nada mejor que confundir a  孔子 con Confucio y ponerse a traducir textos del chino al castellano con la misma facilidad, con que se tradujeron los textos del arameo al hebreo, del hebreo al latín, del latín al griego y del griego al católico y castizo castellano De ahí, a tratar de mezclar un testamento obsoleto con otro certificado y luego ponerse a adorar a un Dios que está bastante lejos de Su Creación, no va absolutamente nada puesto que a una confusión le sucede otra y así sucesivamente. 

 Por eso no es de extrañar que se hayan confundido con las palabras chingonerías y chingaderasque provienen de  Xhing Gong, tratamiento que se le daba a los discípulos del Maestro Gong que aspiraban a ser tan xhingones; como el Maestro que hoy se conoce bajo el nombre de Confucio pero bien pudo haber sido reconocido en su época bajo el título honorífico de Xhin Gong, que según el chino de los chinos primigenios tal vez significaba Maestro Perfecto. Aunque puedan llegar a creerlo, y supongo que sus razones tendrán para hacerlo; entre un budista y un confucionista existe la misma diferencia que entre un católico y un judío, que entre un protestante y un católico, que entre un dictador fascista y un comunista totalitario, y que entre un capitalista un pendejo que se guía única y exclusivamente por “El Capital” de Carlos Marx y Federico Engels, par de teóricos o filósofos burgueses que a falta de tener  algo más productivo que hacer, se  dedicaron a teorizar o hacer suposiciones sin fundamento real ni poseer pruebas irrefutables; respecto a la forma de vida en las originales Comunas que agrupaban a los auténticos seres humanos. Mismos que no usaban el dinero para el justo intercambio porque en ese entonces,  los seres humanos eran inocentes y puros por lo que no se les habría ocurrido, que podían asumir tratos injustos entre ellos.

 Pero eso fue mucho antes de que la religión, se entronizara como un método para desligar al ser humano de su divinidad, ya que los seres humanos originales se traían una parte de Dios con ellos;  para no sentir que eran unos simples bastardos terrenales. Sabiéndose dignos herederos de lo Divino, no sentían ninguna necesidad de impugnar el Supremo Testamento ni se atrevían a escribirlo; por considerarlo realmente Sagrado. Sencillamente distinguían a todo lo creado por la Vida como divino y tenían como divino,  a todo lo que inspirase admiración, veneración y respeto. Aún no manejaban eso de que de lo sublime a lo ridículo tan sólo hay un paso porque ese paso, no lo hubieran dado ni de broma. En la antigüedad se consideraba por patética (digna de lástima por ser dada al melodrama y recurrir a la manipulación emocional), a la persona que elegía darlo, pero actualmente ese gélido y plastificado arquetipo de desequilibrio mental; puede dar ese mal paso con una inconsciencia total mientras que aparece destilando glamour, en las revistas sensacionalistas.

 Aunque la intuición ha sido tratada como un don sobrehumano, se sabe que los primigenios seres humanos (indígenas) que los confundidos conquistadores europeos  (euro de moneda y  peos de múltiples gases intestinales) trataron como si hubieran sido unos indigentes,  ya conocían a través de la percepción extrasensorial  el lenguaje del viento, de las aguas y también el de todos los seres que poblaban la superficie terrestre.  Y según los textos bíblicos, bendecidos por una supuesta Madre o Madre adoptiva; un tal Yhavé ordenó hace sólo Dios sabe cuántos años, construir un palacio digno de su regia, divina y maravillosa categoría para lo cual,  utilizó personas de varias nacionalidades así como el más simple ciudadano norteamericano; aunque sea en contra de la ley, contrata a peones de otros países para emplearlos como mano de obra barata e ilegal, lo mismo para avasallarlos en granjas agrícolas que esclavizarlos en factorías y obras de albañilería. A mí me parece que el hecho de que las palabras fueran fuente de malentendidos; empezó mucho antes de que a este tirano prepotente, le diera por construirse una pirámide. Pero de cualquier manera este Yhavé cargó con toda la culpa, simplemente por contratar a emigrantes ilegales para hacer la Torre de Babel, en lugar de darle empleo a los que necesitaban tener trabajo en sus tierras, para no tener que verse obligados a emigrar. Los cubanos, que sabemos perfectamente lo que eso significa, sabemos que emigrar no es tan bueno como lo pintan algunos.

 Una vez que haya quedado claro todo lo anterior, también se puede uno tragar que chingonerías viene de xhingonerías, palabra designada originalmente para calificar las sabias palabras del Maestro Gong o Xhing Gong (孔子 en chino), y que chingaderas proviene de xhingaderas, que era como los chinos que escuchaban atentamente al Maestro Gong, designaban a todo lo que surgía de malinterpretar el mensaje de 孔子. Esto facilita comprender que no es lo mismo filosofar sobre la Vida, que vivir de manera que la Vida sea aprovechada al máximo. La diferencia entre una cosa y la otra se le nota a la gente aunque sea ciega, sorda y muda,  porque los que examinan la vida bajo una fría lupa y la analizan usando como calculadora a la lógica; ordinariamente llevan reflejado en el rostro un rictus amargo que a duras penas, tratan de encubrir tras una felicidad imaginaria o un aparente bienestar emocional.

 Mientras que los que tienen una imaginación muy pobre y por tanto, no pueden perder el tiempo filosofando; por más que los suspicaces ideólogos traten de hacerles la vida imposible y ellos, hagan hasta lo imposible por disimularlo para evitarle a los supuestos filósofos un derrame biliar, a la legua se les nota que desde hace un tiempo incalculable están gozando de la Vida de lo lindo y que para hacerlo ciertamente; no se pusieron en ningún momento a buscar al responsable de otorgarles el permiso para hacer esa gracia. Es que filósofos, son aquellos que cuestionan a la Vida en lugar de dedicarse a vivirla y filosofar es algo así como intentar buscar un reloj que ya uno lleva puesto en la muñeca. Pero sobre esto no saben absolutamente nada los que, como dijera un gran amigo mío; ordeñan a una vaca imaginaria, que ofrece una leche imaginaria, que sirve para añadir a un té imaginario que se toma imaginariamente, acompañado con tostadas untadas, con una mantequilla imaginaria que salió de la leche imaginaria, dada por la vaca imaginaria. En resumidas cuentas, no notan con facilidad que entre extasis amoroso y puñeta mental, existe una abismal diferencia.

 A los que preferían gozar de la vida antes que simular que lo estaban haciendo, los venerables chinos de la antigüedad los conocían por xhingones o, verdaderos discípulos del Maestro Gong. En cambio a los supuestos discípulos de 孔子, que lo adoraban ciegamente y le seguían como si fueran sus más fieles mascotas pero, no profesaban sus enseñanzas al pie de la letra porque las medio escuchaban y las entendían a medias, los que elegían llevar a la práctica el mensaje del Maestro Gong les llamaban xhingaqueditos. En la actualidad más conocidos por chingaqueditos, dada la habilidad que poseen los falsos seguidores de un  Maestro Perfecto (en chino antiguo: Xhing Gong) para hacer sutilmente chingaderas en lugar de chingonerías,  y para andar creyéndose los más  chingones cuando ni siquiera para mascotas le servirían al Maestro Gong, dado el quebrantamiento que exhibían desvergonzadamente al Principio del Amor. El mismo que contempla como Ley de Oro, el criterio absoluto de no hacer a otros lo que a un ser vivo no le gustaría que le hicieran. Los xhingaqueditos, al igual que los colonizadores europeos y aunque intenten aparentar lo contrario, realmente no tienen ninguna piedad pal indio. Pero en su defecto abogan por la tolerancia y la compasión ya que para ellos, de la palabra al hecho va un trecho que ellos no van a transitar por huevones. Según el diccionario mexicano se distinguen como huevones, los mismos zánganos que en castellano se les conoce por: inútilessuperfluos, redundantes, incompetentes, badulaques, mamelucos, irresponsables, mequetrefes, intrigantes, fantoches, mamarrachos y demás nulidades por el estilo.

 Así que si conoce a algún ejemplar de esos, lo único que puedo sugerirle es que le ofrezca una amistad sincerapues tal vez sea lo único auténtico que llegará a conocer el idealista Don Xhingón o Doña Xhingona la ficticia; en toda su tétrica y peliaguda existencia terrenal. Pero eso sí,  procure no hacerse grandes expectativas. Por regla general los xhingaqueditos, así como simularon en China ser perfectos discípulos de Gong el Maestro, también son capaces de simularlo todo y no creo que con la amistad puedan mostrarse muy genuinos que digamos...Al menos eso, es lo que mi experiencia con ellos ha dejado demostrado inequívocamente. Por sobre todas las cosas, debe saber que si algo detestan los que hacen pinches chingaderas es la sinceridad, de manera que al tratarlos procure ser lo menos hipócrita posible, pues lo mínimo que puede hacer quien se considere un ser humano legítimo; es predicar con su ejemplo.

 Los que consideren lo contrario están en todo su derecho y  pueden ir derechito a preguntarle a su muy Xhingona madre, para que los re-eduque y les aclare la diferencia entre lo que son puras xhingonerías,  y lo que a todas luces se evidencian como pinches xhingaderas de un Xhingón muy malcriado (en chino: Xhingaquedito yúnior). Si este escrito, por azares del destino; cae ante la vista de un perfecto hipócrita, le sugiero que antes de darse por ofendido mejor será que escuche cantar la “Guajira Guantanamera”. Y luego lo invito a meditar en esa estrofa, donde el apóstol cubano expresó públicamente: “Yo soy un hombre sincero, de donde crece la palma y antes de morirme quiero, echar mis versos del alma”. Tal vez eso le haga reconsiderar el hecho de cambiar sinceridad por felonía y puede que hasta se interese; por eliminar el infecundo anhelo de convertirse en un taimado felino en lugar de contentarse, con ser: un sencillo ser humano.

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