Tuesday, March 9, 2010

EL MIEDO NO ANDA EN BURRO.

 Como le sucede a las comunes “polillas de biblioteca”, nunca he leído un libro sin acompañarlo con un profundo análisis, de lo que se tragan mis pupilas. Ellas son demasiado selectivas con sus alimentos y no  toleran fácilmente cualquier bazofia. De que tienen sus propios gustos, me lo demostraron cuando me dio por leer, cursando la enseñanza secundaria (la primaria me la ratificó mi progenitora); varias novelitas de Corín Tellado. Con haberles dado tan sólo una a leer era suficiente, pero me empeñé en darles a ingerir más de esas cursilerías hasta un día, que me incliné por el misterio de la Gata Triste, como era informalmente reconocida Agatha Christie antes de que le apodaran: la Reina del Crimen. De inmediato mis dos pupilas se fascinaron con el personaje detectivesco de Hércules Poirot y la delicada  Miss Marple. Las inicié con “La muerte de Roger Ackroyd”, uno de sus primeros libros famoso por su sorprendente desenlace, que demuestra que la autora era escrupulosa en jugar limpio con el lector; al asegurarse de darle toda la información para que como los detectives, pudiera resolver el problema y encontrar al culpable ya se tratara de un robo, o de un asesinato.

 Recuerdo que mientras se posaban sobre la escritura, quedaban hechizadas por la tenacidad de Hércules Poirot, que en su empeño no pasaba por alto ni el más mínimo detalle y no cesaba de investigar profundamente, para llegar al meollo del asunto y encontrar al verdadero culpable del crimen. Sin darse por enterado este detectivesco personaje ni la escritora que lo creó, las invitó a ser detallistas y observadoras y eso, me ayudó a no ser prejuiciosa y tener paciencia para esperar a que el prójimo, se delatara por sí sólo. Para poder expresar con fundamento sólido eso de: “a las pruebas me remito”. Como me ha sucedido con esos personajes femeninos y caricaturescos, que viven de las apariencias y por tanto, son ficticias de pies a cabeza. Basta con que le cuentes algún suceso referente a una arpía,  a la que le brindaste tu entera confianza y la traicionó; para que confiesen que por eso, ellas no son amigas de nadie. Para que vayas haciendo boca. Y te lo dicen porque en su pendejismo anoréxico o bulímico, no se dan cuenta de que su propio aspecto delata que son de ellas mismas, sus peores enemigas. Se necesita tener un espíritu autodestructivo bastante desarrollado, para hacer el ridículo y todavía vanagloriarse de ello. Por lo que me dieron ese personaje y su autora me siento agradecida y como diría Magdalena La Pelúa (personaje que sale en Esta Noche Tonight, canal 22, “La Mega”) tengo que decir: “¡Gracias Herculito y Gata Triste! ¡Los quiero!”.

 Y también gracias a la selectividad de mis pupilas, por lo que puedo intercambiar con otros sus impresiones y trasmitirlas con claridad, para que se entiendan sin lugar a las dudas, ni tener que hacer gala de pendejas  interpretaciones de gente que piensa y piensa… pero puras cagadas. En cuanto a esa frase popular que reza: “el miedo no anda en burro”, mis pupilas indagaron hasta encontrar una historia, sobre un hombre sencillo que no tenía ni donde caerse muerto; que entró en un lugar montado en un jumento y aún así, fue aclamado como si fuese un rey. Por lo que leyeron ellas, estas pupilas mías que se han comido al mundo y que se tragará la tierra; supe que ese hombre era sincero y precisamente por eso, las zorras y los lobos que gobernaban en ese entonces por tener un poder transitorio, lo condenaron a morir crucificado después de que le dejaran el cuerpo como falda de hawaiana y el corazón partido en mil pedazos.

  Y por experiencia conozco que un mundo  donde la hipocresía predomina y el egoísmo en el sentido mas ruin, pulula , el menos aceptado y el más reprimido será aquel que tenga el coraje,  de llamarle a cada cosa simple y llanamente por su nombre, y que además se exponga a expresar lo que siente aunque para esos “locos” ; el derecho a la libertad de expresión esté manifiestamente limitado. Precisamente por unos insensatos, que presumen de ser más cuerdos que Buda. De lo que deduzco que para ese hombre que se montó en un burro, mereciéndose un corcel de súper lujo; no debió ser fácil enfrentarse a un poder miserable, que se nutre de las falsas creencias que en los hipócritas anidan y se retuercen, como las ponzoñosas culebras en la cabeza de la mitológica Medusa. No hay que ser un estudioso de los textos, para saber que oponerse a lo que está “normalmente establecido”;  es como ponerse uno mismo una soga al cuello o, tratar de pelear con un león hambriento; mientras que uno está enterrado en la arena y con sólo la cabeza afuera. En México le dicen: meterse con Sansón a las patadas. Eso me hace llegar a la conclusión de que el hombre que iba montado en el burro, era valiente en verdad. E igual de audaz sería si en lugar de sobre un asno, hubiera entrado montando patines,  porque la valentía no tiene nada que ver con un medio de transporte. Los cobardes no lo saben, pero el valor se lleva dentro de un corazón pero para usarlo, se necesita humanidad y de humanidad sólo saben, los de corazón humilde.

 Entonces ya lo saben aquellos que procuran hundir a los que prefieren ser ellos mismos, y ensalzar a los que viven como ellos, de las apariencias. No importa que un poder mezquino y pusilánime pretenda apagarles la voz y humillarles la dignidad humana, ellos seguirán siendo lo que siempre han sido y serán, aun después de haberse ido; porque aunque los que están dominados por la arrogancia los subestimen y avasallen, nunca será igual lo que recoja la historia sobre un hombre como Jesús, que usó un burro como medio de transporte que lo que escriba respecto a un tipejo como el rey Herodes; que se paseaba en un lujoso carruaje pero no le importaba nadie más que él. No  simplemente por decirlo sin tener que corroborarlo, como hacen los charlatanes; ese hombre valiente, humilde, milagroso y sencillo afirmó que: “los primeros serán los últimos y los últimos los primeros”. Y con su ejemplo corroboró que: “el miedo no anda en burro”.

 Como los cobardes no se reconocen a sí mismos como tales, por razones que la autocritica no se explica;  dejo aquí este pensamiento del gran  Aristoletes: “El hombre que abusa física o verbalmente  de una mujer es un cobarde, pero si de la que abusa es de la madre, entonces el tipo no tiene calificativo”. Sobre los que no son burros sino astutos como zorras y también cobardes, además abusadores y al mismo, tiempo fríos y  calculadores; trata este video, que me gusta por ser harto elocuente. Y aporta una explicación a la sospecha de que por algunos cuerpos humanos,  todavía corra la herencia de los primeros cobardes y abusadores que acabaron con el continente americano. Y si eso fueron capaces de hacer con un continente...

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