Friday, January 1, 2010

A los pies del Maestro.

 El asunto de este mensaje, es el título de un hermoso libro de J. Krishnamurti. Antes de escribir una sola frase, este hombre sencillo e infinitamente sabio, basándose en un experiencia personal y no en lo que leyó en un libro, escribió las palabras que le han expresado al Maestro vivo de sus épocas; todas esas personas que han anhelado sentir la paz en sus vidas, con la misma intensidad que el caminante en el desierto anhela unas gotas de agua, tan siquiera… Y esto resulta muy difícil de explicar, para quien no haya sentido esa sed. Lógicamente nada necesitan saber sobre la sed; esa gente que prefieren sustituir el agua por la coca cola, ni los soberbios que prefieren callarse y rumiar sus mezquindades, antes de bajarle la frente a eso que algunos sabios han llamado: yo inferior, ego alfeñique, insignificante pendejo, alter ego y que a mí , como me gusta que la gente entienda perfectamente lo que escribo, me complace mucho en llamar simplemente: gargajo, por el impacto que tiene esta imagen a nivel cerebral en los que, por ahorrar ahorran hasta las células de sus cuerpos y para pensar se sirven tan sólo de un minúsculo 10 %, que por supuesto, mantiene el potencial del 90% restante en estado latente.


 Y la prueba es que para el que lee esto, ahora le resulta más fácil de razonar que a un gargajo que se crea muy importante o medianamente superior; nunca le resultará fácil cambiar. Simplemente porque un gargajo; nunca, jamás de los jamases, ni en sus mas alocados sueños y menos aun en sus negras pesadillas podría llegar a ser superior, al ser humano que lo escupió. Y eso hasta el más gargajo, perdón; comemierda, lo puede asimilar. Llegado este punto se sobreentiende que, resulta sino inútil al menos bastante pesado; el tener que explicarle al gargajo que se retire, para poder dirigirse uno al ser humano que lo escupió tal vez hace 30, 40 o 50 años y, todavía está contemplando el esputo que su cuerpo expulsó por inservible; como si este salivazo, resultara una parte muy esencial de sí mismo. Do you know what meant? El sabio sabe que tratar de establecer una diálogo con un escupitajo, es prácticamente perder inútilmente el tiempo que, by the way; es la única moneda del sabio y lo único que lo diferencia de los que pierden su tiempo, echando monedas en un puerco que tienen por alcancía.

 Una vez entendido esto, puedo trasmitir el verdadero sentido de las palabras que han brotado de los labios resecos y las gargantas ardientes; de aquellos que al ver al Aguador ante ellos cayeron literalmente de rodillas, para suplicarle por agua. Y más fácil aun resultará de comprender, hasta para los que se hacen pendejos solitos porque no engañan a nadie; lo que podrá sentir por y expresar del Aguador, ese caminante que no solamente gracias a él pudo saciar su sed; sino que recibió del Aguador las señas que lo llevarían directamente a un Oasis. Por eso es que los sabios no dan las gracias por cualquier pendejada y prefieren pasar por alto lo que la etiqueta ordene al respecto. Porque un sabio sabe, que las etiquetas no le sirven ni para limpiarse el culo, obviamente y los sabios no se inclinan ante los convencionalismos sociales porque al parecer; no les queda muy claro si la palabra sociedad se escribe con o o, con u, después de la primera s. Además para un sabio, aunque este tenga solamente tres años de edad; la gratitud no es simplemente una frase de cortesía, no, no.no, eso puede resultar digno de creerse para quien ha vivido una vida más superficial y vacía; que la de un piojo en la cabeza de un calvo. Pero un sabio lo es por haber profundizado en sí mismo y por consiguiente sabe perfectamente, que a través de él no trata de expresarse una ventosidad intestinal, que tiene alojada en el recto y está aspirando a salir afuera para poder convertirse en un pedo trascendental…

 El sabio, ya sea que tenga dinero hasta para inventar la jalea de billetes, como que lleve los bolsillos del pantalón rellenos de telaraña prefiere; para no cagarla hablando mierda y haciendo puras porquerías, mejor determina hacerse un lado y dejar que a través de ‘el o de ella, se exprese un sentimiento único y arrollador que, no puede describir con palabras pero si puede sentir que es; infinitamente más grande y al que le debe el sabio su propia existencia. Por eso es que la persona sabia tiene una humildad auténtica y no necesita hacer uso de la falsa modestia. Y si tuviera dinero hasta para hacer dulce; vestiría elegante en lugar de ponerse harapos como hacen esos mendigos; que viven miserablemente toda sus vidas y cuando mueren, se les encuentra miles de dólares guardados en una lata de galletas de soda, que simula a un sarcófago por haber estado enterrada. Esto explica la eterna e irresoluble contradicción que existe, ha existido y existirá por los siglos de los siglos; entre el sabio y el ignorante. Pues no sería milagroso que un ignorante pudiera llegar a entenderse con un asno, en definitiva ambos tienen en común las rebuznancias, pero imagínese usted a una persona sabía, tratando de convencer a un ignorante de que le resultaría más conveniente, tratar de comunicarse con uno de su misma especie. Eso por no proponerle imaginarse al sabio, tratando de hacerle entender a un borrico tan solo la primera letra del abecedario; lo cual ya caería en el terreno de lo inimaginable y absurdo.

 Afortunadamente para mí, los ignorantes que conozco me subestiman lo suficiente como para no abrir mis mensajes. Los que han sido más considerados conmigo, han tenido la delicadeza de retirarme de la lista de sus contactos, lo cual es digno de admirar teniendo en cuenta que la gente bruta; también suele ser muy desconsiderada. Y si la curiosidad les pica sus hocicos de jumentos; tengo por seguro que al leer no pasan del primer párrafo y eso con suerte. De manera que ahora si puedo escribir, esas palabras que demuestran una sed sincera y que han sido expresadas desde el fondo del corazón del agotado caminante del desierto; al Aguador que encuentra como respuesta a sus ruegos:

DE LO REAL CONDUCEME A LO REAL

DE LAS TINIEBLAS CONDUCEME A LA LUZ

DE LA MUERTE CONDUCEME A LA INMORTALIDAD

 Estas frases solo pueden ser pronunciadas por aquellos que saben que un hambriento no se satisface mirando la comida y diciendo que está buena; preciso es que para saciarla, extienda su mano y coma. Y de igual modo puede concluir que no basta con escuchar las palabras de un Maestro, sino que se debe poner en práctica cuanto Él dice, atento a cada palabra, cumpliendo cada indicación. El sabio sabe que si alguna indicación no fuere seguida, si pasara inadvertida una palabra, estarán perdidas para siempre porque Él no las repite.

http://www.youtube.com/watch?v=bIQvnzIcik0&feature=related

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