Sunday, January 10, 2010

EL CONTROVERTIBLE PODER DE LA PALABRA.

Hoy recordé la primera vez que me cagué en mi abuela o sea, que le menté la madre a mi madre. Lo hice porque estaba molesta y, porque lo había escuchado y se me hizo fácil repetirlo. Mi madre antes de morir y mientras estuvimos conversando, sobre la suerte del que se puede ir de este plano y de lo que todavía le espera al que se queda; se puso a repasarme sucesos del pasado cuando tenía yo mucho menos de veinte años. Y entre estos eventos estaba uno que ella atesoraba, y era el de mi primera mentada de madre. Según ella, aconteció cuando apenas tenía tres años y unos meses, y ya ella había podido observar en mí severos signos de rebeldía, lo cual a ella le parecía perfecto porque le indicaba que si ella se moría, que podía ser en cualquier momento; podía irse con la tranquilidad de que había dejado detrás a alguien, que sin necesidad de atacar a nadie, sabría defenderse. ¿De qué?, bueno digamos que de esa tendencia humana a dejar de verse uno a sí mismo, y en su lugar meterse en la vida ajena. Eso que se asemeja a que tenga uno su propio jardín, y lo descuide por estar ocupado en ver lo que su vecino; hace en su propio jardín.


Lo que posibilita que para limpiar pisos en un hotel, el jefe necesite saber la preferencia sexual de la limpia piso, no sea que se le ocurra a la señora limpia pisos enamorar a la escoba y en lugar de trabajar, estar cogiendo a la escoba para otras cosas en horario de trabajo. Pero en cambio al jefe no se le ha ocurrido la brillante idea de, antes de meterse en lo que no le incumbe; hacerse una tomografía cerebral que corrobore que sólo la ausencia de masa encefálica, pudo ser la causante de que deseara saber de una limpia pisos, un dato que le podría interesar más bien al que esté contratando mujeres; para hacer películas porno. Esta tendencia tan humana a descuidar la propia vida por meterse en la de los demás, explica el que sólo los que están pendientes de lo que hacen con sus vidas, sepan lo que están haciendo mientras que los otros metiches nunca saben lo que hacen, ni siquiera cuando lo que están haciendo es un ridículo, del tamaño del mundo. Como el que hacen esas damas que cuentan con las cualidades apropiadas, para concursar en el certamen que se organiza anualmente en las pirámides de Egipto; con el fin de seleccionar a la más momia. Que por un lado afirman estar en contacto con la realidad y por el otro, se restiran el pellejo con la ilusión de ligar a un hombre mucho más joven que las ame; pero sin cobrarles por ello. El contacto que tienen con la realidad es tal, que cada vez que chocan con la realidad se desbaratan.

Y con este psicótico afán de no vivir ni dejar vivir a nadie, vive tanta gente; que no es extraño que la palabra haya llegado a cobrar más relevancia que lo que indican los hechos. Haciendo que el mismo arte de enlazar las palabras para formar una frase coherente, se pudiera denigrar hasta el punto de poder servirle de herramienta comunicativa a unos tarados que llevan la lengua, conectada al recto. Lo cual explica que lo mismo las palabras que dicen como las que escuchan, para lo único que pueden servirles sea para limpiarse el culo. Estos artistas capaces de con su degenerado arte, elaborar frases tan significativas como las que saldrían de las patas de un mono; que tecleara en una máquina de escribir, son los que también de la hipocresía han hecho un arte y para acabar de rematar, han hecho del arte de comunicarnos a través de la palabra tal cagazon, que al que sepa el valor de una frase con sentido no le queda más remedio, que aceptar que hay que ser comemierda; para en lugar de usar los labios para conversar como un ser humano, elegir ponerle a la boca la misma función que Dios le asignó a otro orificio. Con un poco de dinero que estos artistas logren acumular, simplemente con denigrar a la generosidad hasta convertirla en mezquindad; podrían tener también el poder para elevar al chanchullo hasta el estrellato y a la vez denigrar la claridad del que no le gusta, andar metiéndose en lo que no le incumbe.

Con encender el televisor y buscar uno de esos programas que legalizan el chisme y lo colocan a niveles estelares según los ratings; se explica el que muchos estén perfectamente enterados de la vida de las estrellas pero de sus propias vidas, no sepan absolutamente nada. De hecho esa gente, que sabe cuando y donde Jennifer López se tiró un pedo , y cuantas masturbadas lleva Elvis Crespo; resultan ser las mismas que tienen un montón de pedos atorados y además se han reprimido tanto y en tantos sentidos; que no tienen ni la menor idea de lo que es un orgasmo. Cuando usted quiera saber donde hay una gente de esa, lo único que tiene que hacer es mencionar la palabra: orgasmo, de manera que el o la que, independientemente de lo carrereado/a que esté; no haya sentido un orgasmo en su vida, lo escuche. Luego sólo debe esperar un poco, que no tardará en saltar alguien a quien le picó la palabrita simplemente, porque esta le recuerda que está ignorando algo que ya está bastante grandecito/a; para haber sentido digamos, un millón de veces; mínimo… Hay gente que no entiende que no es el dinero lo que los hará millonarios, porque de esos millones que guardan no se podrán llevar ni el recuerdo. Y se ofenden cuando les recuerdo que si han tenido un millón de orgasmos, esos millones si se los podrán llevar, junto con los millones de carcajadas y miles de sonrisas sinceras recibidas a cambio y con otros millones más que seguramente cualquiera, que no haya intercambiado sus neuronas por camotes(boniatos); puede ser capaz de reunir y llevarse porque no le representan una carga al espíritu.

Gracias a mi madre que aunque le pique a alguien; era un ser magistral de esos que uno siente que para agradecerle tanto amor, puede ser capaz de cualquier cosa; supe que las palabras eran solo eso: palabras. Sin el más mínimo poder para sustituir la experiencia, pues no creo que alguien sea tan baboso como para afirmar que, prefiere escribir cien veces la palabra orgasmo en una libreta antes que tener tan sólo un orgasmo en su vida. Porque seamos sinceros…hasta el desequilibrado mental que anda diciéndole a los niños que si se masturban, Dios los va a castigar cortándoles la mano; sabe perfectamente que si eso fuera cierto hasta Sus Eminencias serían mancas. Lo que prueba que no es la palabra la que ofende o puede molestar a alguien, y eso los cubanos lo probaron limpiándose el culo con los discursos de Fidel Castro; que salían en el periódico Granma, órgano oficial del veintiúnico Partido de las Mulas y Borricos dirigidos; por un Rey de la Selva mentalmente castrado. Eso tan sencillo que tal vez para alguien sea algo nuevo, me lo demostró mi madre, una meretriz para muchos pero para mí una santa; cuando no se medía estando encrabonada para exclamar: ¡Me cago en Dios cabrón, coño! Y sin tan siquiera taparle las orejitas a su hijita, o séase, yo.

Nadie que no sea yo hubiera podido comprenderla y cualquiera que no la hubiera conocido, la habría acusado de blasfema. Pues así como permitió que yo escuchara semejante palabrota, siendo una criaturita que ella sabía de donde venía; también supo lo que respondía cuando la niña de su mamá le preguntó: ¿Mamá, tú me puedes decir quién es papá dios? Evidentemente contrariada, porque cuando su papá se dirigía a ella , la miraba desde lo alto como si él fuera Júpiter y ella, la babosa que estaba debajo de la piedra que estaba mirando el dios del Olimpo desde una nube. Pero por otro lado ella veía que los que la rodeaban, se postraban ante un señor con una barba como si este, los fuera a salvar de algo. Y encima una viejita le decía que Papa’ Dios la estaba vigilando desde el cielo, para castigarla si se portaba mal; mientras que la otra siendo racista, le decía que se olvidara del Dios ese del cielo que ni siquiera existía y que mejor confiara en un negro mandinga que la estaba cuidando muchísimo mejor de lo que la podría cuidar Júpiter. Con tantas figuras divinas para escoger como Padre es lógico que una niña se sienta confundida y acuda a la persona que sabe que la ama y por tanto, puede sacarla de la duda. Entiéndase que un niño es muy simple y eso hace que tenga dificultades, para escoger entre varios candidatos a un padre que le sirva como tal, pero en cambio sabe la persona que realmente le ama con la misma facilidad que tiene para reconocer, al que dice que le quiere pero realmente no lo quiere tanto.

En el hospital, recuerdo que se reía mi madre haciéndome esta historia, como si la estuviera viviendo de nuevo. Según ella su hijita al hacerle la pregunta, tenía esa expresión que pone uno, cuando le han tratado de explicar algo así como que la guerra es necesaria para que haya paz en el mundo, o que trabajar como una bestia es imprescindible para ser prósperos, o que habiendo millones de mujeres uno tiene que atarse a una; para toda la vida, o que los hijos pueden iluminar y llenar de dicha tu existencia. Ella sabía que su hija no preguntaba, cuando podía encontrar la respuesta por ella misma. Lo sabía, porque ella había sido niña y no lo olvidaba, y eso es todo lo que una madre necesita para conocer y amar a su hija por sobre todas las cosas. No es que fuera mi madre ni que me haya decidido, a valorarla después de muerta; pero debo decir que ella no era como esa gente petulante y soberbia, que no se mide para soltar por la boca toda una verbodiarrea pero a la vez, se siente lo suficientemente prepotente como para decirle al que no habla tanta cagada; que para decir lo que quiera decir es mejor que “vaya al grano”. Lo cual no hacen por prepotentes sino por gallinas, porque qué otra cosa puede tener en mente un ave de corral que no sea un grano de maíz.

Ella que, según personas que la conocieron veinticinco años antes que yo; sabía leer y escribir desde los tres años, que con cuatro se había leído entre otros, los conocidos como libros sagrados e intercambiaba con su abuela Clara Luz ( meretriz reconocida en La Habana Vieja) comentarios sobre el Bhagavad Guita, acerca de los versos de que además trataba con amor hasta a su madre (que era mucho pedirle) y que sin importarle las consecuencias, le dijo con tres años a mi abuela (King Kong después de la operación de cambio de sexo): - “Si mamá tu sabes mucho… mucha mierda la que tu sabes”- , era capaz de sentarse a escuchar y prestarle toda su atención a cualquier charla ya sea que esta proviniera, de alguien al que ella le doblara la edad o, de alguna de esas personas de la tercera edad que cuando uno las escucha, le da la ligera impresión de que se pudrieron sin llegar a madurar. Nunca encontré una palabra que definiera esa actitud de mi madre, porque no podía asociar la grandeza de una reina con el respeto del servidor; ahora sé que la palabra que se le acerca es humildad pero no, la que aparenta la falsa modestia de los que por engañar; hasta a si mismo se estafan; sino la que mezcla magnanimidad con sencillez y produce a un Ser; capaz de distinguir a un Rey aunque este vaya vestido con harapos, y a un mendigo aunque el miserable vaya engalanado con los más caros y lujosos trapos.

Un Ser con semejante gracia, que teniendo conocimiento como para sentirse superior a un animal superior, es capaz de tratar a un animal superior con el mismo aprecio, con que se trata a si mismo ; aunque no se haya leído un sólo libro en su vida sabe que no es de este mundo, sabe que su talento no se lo debe a que su madre; le haya dado compota de talento Gerber, sabe que es un ser humano y por tanto; no confunde a un semejante con un cuadrúpedo, sabe que sin amarse y respetarse no puede amar ni respetar a nadie, sabe que la paz no es una paloma; sino un sentimiento que necesita sentir, y si de saber se trata; sabe que si es Dios como se llama el que le permite respirar, entonces más le conviene poner a Dios más cerca de lo que tuvo a su madre, al momento de parirlo. Y si con su madre pudo tener una relación sincera, profunda, fraternal y amistosa; a un Ser de esa dimensión no se le ocurriría llevar con Dios un contacto tan superfluo y convenenciero, como el de esas amistades virtuales que sólo una máquina puede creer, que “eso” es lo que significa hermandad. Una máquina no sabe que si de tan amistosa manera fuera como se llevara el aliento, que le permite estar vivo al supuesto amigo, con el que presume de ser buen amigo; entonces este supuesto buen amigo hace tiempo que sería historia. Sabe que respira por Obra Y Gracia de un Poder, y sabe que no tienen con qué agradecerle a ese Poder por permitirle, nada más y nada menos que existir. Y sabe que lo menos que puede hacer, para demostrarle a ese Poder que es digno de Su Amor; es mostrarse tan humano como ese Poder lo concibió.

Por no saber que una palabra es sólo una palabra, y que no significa nada hasta que se convierte en una experiencia, me ha tocado ver a un gorila modelando ropa de marca y vociferándole a una empleada; como mismo le gritaba a la mona que lo parió, y seguidamente decir que él se consideraba un humanista, delante de gentes que estaban comiendo en su negocio. Muchas de las cuales habían sido testigo de que el humanista orangután, trataba a sus empleados sin el menor respeto ni la más elemental consideración. Incluso otras, que habían escuchado al petulante simio presumir de humanista; sabían que a sus propios compatriotas les pagaba una miseria y a las camareras, hasta les quitaba la propina simplemente porque un cliente arrogante y equivocado se iba; al no ser atendido a la velocidad de un rayo. Por eso mi madre, luego de que me explicó que Papá Dios era como le decían a un Poder inimaginable, capaz de crear todo lo que alcanzaban a ver mis ojos y lo que mis ojos no podían ver, que estando en todos y en todas partes; también estaba en mí y que si no fuese por esa Fuente de Vida inagotable; ni ella, ni yo y ni mi abuela podríamos existir; añadió que antes de creer en un Dios que después de haberme creado, se alejó de mí para irse a vivir a un lugar tan ignoto como remoto, creyera en que si Dios no estuviese en mí tanto como en los otros entonces mejor creyera en ella que al menos cuando me parió, no me dejó en el hospital materno infantil para irse a Ámsterdam a recoger amapolas.

Esperaba que habiendo entendido su pequeña hija esa explicación, aún le quedara una duda, así que no se sorprendió cuando le escuchó decir: - “Y si gracias a Dios todos estamos vivos entonces ¿por que cuando tú estás brava dices: me cago en dios cabrón coño?”. Entonces fue que me explicó, que ese dios en el que ella se defecaba solamente de palabra, era otro que aparecía cuando las personas se olvidaban de lo que sabían cuando eran niños. Y que se trataba de un personaje que ocupaba el lugar de ese niño y hacía con este, lo mismo que la Madrastra de la Cenicienta hacía con su hijastra. Me dijo que ese personaje aunque creyera en Dios, prefería poner a Dios donde no le hubiera gustado que estuviera su madre; en el momento del parto. Y por tanto podía ir a Dios rezando, pero con el mazo pegándole a sus semejantes. Y también podían creer que eran generosos cuando realmente, caminaban con los codos. Que no debía extrañarme tampoco que siendo unos perfectos hipócritas, me rechazaran cuando yo fuera sincera con ellos pero que eso; no era una justificación para que yo me volviera tan hipócritas como ellos tan solo para conquistar el aprecio, de esos personajes que creían que vivían por lo que hacían estando vivos y no, gracias a un Poder se los permitía. Esa fue una de las tantas veces que me recordó que para amarme con toda su alma y aceptarme incondicionalmente, yo no tenía que hacer nada más que no fuera ser yo misma; y que si alguien me exigía que me amoldara a lo que deseaba que yo fuese, le dijera que si ella que me dio a luz en este mundo no me exigía semejante disparate, entonces quien para quererme necesitara que me convirtiera en lo que yo no era; podía agarrar afecto tan ruin y mezquino para usarlo como supositorio. En un dios así de pendejo, miserable y exigente; era en el que pensaba mi madre antes de exteriorizar su enojo con un: “Me cago en dios cabrón, coño”.

Ahora que la experiencia me ha demostrado que una mentada de madre, puede servirme para recordar a la autora de mis días; en lugar de para provocarme una alteración nerviosa. Que he podido constatar que lo que se ofende por una palabra, no es la criatura que Dios hizo a Su imagen y semejanza sino un escupitajo; que aspira a ser persona algún día. Que reconozco que un amigo no es aquel que en su cicatería, pretende ser generoso. Que vale mucho más por uno mismo ser sincero, aunque los que se engañan a sí mismos les escupan su desprecio en la cara. Y que para dejar de ver gente malagradecida, mezquina, hipócrita y que pone a Dios en una nube, antes de desear sentir su presencia para agradecerle la vida; no hay nada mejor que tomar el último aliento, puedo reírme de esos que suponen que leyendo sobre Dios pueden llegar a conocerle, y de los que le rezan a Dios pidiéndole más sin agradecerle, el que les permita respirar a pesar de que no son más que unos latosos pedigüeños. Me puedo carcajear de los que no viven, ni duermen, ni descansan en paz, con tal de pensar en que el dinero les puede asegurar el futuro y comprarles el pasaporte a la inmortalidad. Del que presume haber recibido una educación muy elitista, por pertenecer a la flor y nata de los espíritus encarnados (temporalmente) y cuando le preguntan, que si ha leído determinado libro solo puede rebuznar que si el autor es un hombre, ella no lo ha leído por ser lesbiana y que si es mujer, por solidarizarse con los gays que en definitiva también son homosexuales como ella, tampoco puede saber de qué libro se trata. Con semejante bestia enfrente a uno no se le ocurriría ni mencionar a la Biblia, con eso de que ponen a Dios como un macho y ni siquiera instalan a alguien como la Madre de Teresa de Calputa, como La Mesías; ya puede olvidarse uno de que un animal de la jet set que se sienta así de superior; sepa algo sobre “amaos los unos a los otros”. Los demás tendrán que conformarse con que aparente que lo sabe, del mismo modo que aceptan tomarlo por millonario cuando en verdad; se siente más miserable que una rata de cloaca pero eso sí, una rata poderosa porque por el poder de la usura; ha sido capaz de llegar a amasar una fortuna que le asegura tener un lugar privilegiado, en el mundo de los roedores.

Y si uno cree que eso es patético… lo es pero hay cosas más patéticas que las que hacen; los que presumen de un educación elitista. Porque mirándolo bien, una vez que uno o ambos progenitores le dejan demostrado a un niño con sus actos, que puede haber en este mundo seres humanos tan especiales que se permitan; mirar por encima del hombro a los que son seres humanos comunes; ya es poco lo que se puede hacer. Si ese niño crece y decide ir a un monasterio budista, para reconsiderar la enseñanza de sus progenitores y meditar el modo de sacar tanta bazofia de su cabeza; puede que lo logre pero también es probable; que de adulto no sólo supere en arrogancia y ruindad a sus padres, sino que delante de la gente presuma de haber sido monje budista cuando él sabe mejor que nadie que al monje budista que había en él lo masacró y que el niño que una vez fue y que está esperándolo en el Reino de los Cielos, cada vez que lo ve baja la cara avergonzado por tener que ver, en lo que se ha convertido. Así de dañino puede ser ese gusano roñoso de la ilusoria supremacía, que se inocula en una criatura al convencerla de que ella es de una clase superior y posee privilegios que desconocen por inferiores; el resto formado por los que solo son unos simples mortales.

Pero qué me podrían decir de esos, que por más que traten de ignorarlo no pueden ocultar su origen humilde y en lugar de celebrar; el no correr el peligro de transformarse en una rata presuntuosa como efecto de la simple imitación; que sabe hasta un mono, se ponen a envidiar a esos pobres micomillonetas que imitan lo que vieron hacer y no contentos con eso; se ponen a soñar en llegar a convertirse algún día en un gran micomillonario. Fíjese si mi madre confiaba en mí y en mis infinitas cualidades, que cuando yo le decía que nunca tendría la infinita paciencia que ella tenía; para tratar con gente tan tarada y comemierda, ella siempre me respondía que aunque yo no lo creyera; porque aún no había visto los suficientes milagros, podría estar completamente segura de que eso y más, podría hacer yo cuando como a ella fuera a mí; la que le llegara el momento de comprobar que la paciencia tenía tanto derecho a ser infinita, como lo tenía la estupidez humana. Por eso me permitió que me cagara en su madre en su cara y no solamente me rió la gracia, sino que ni siquiera intervino para hacerme renunciar a la misión; de recordarle a mi abuela que, si no superaba el que su mamá no le celebrara los quince no porque no la amara, sino porque iba a parecer un jugador de futbol rugby disfrazado de muñequita de cake; un día se iba a morir sin haber aprendido a vivir siquiera.

No la visité cuando estaba agonizando solamente porque detesto tener que decirle a alguien: “Te lo dije…” Es que luego por eso mismo es que la gente que cree que todo lo sabe, cree que es uno el que cree que se las sabe todas; cuando lo único que sabe uno, es que escoge que nadie lo quiera a tener que ser como ellos. Prefiero ser como mi madre que cuando abría la boca, era para decir algo que sabía que era así aunque no lo hubiera visto. Como cuando me dijo que llegado el momento, ya sabría yo de donde sacar paciencia para lidiar con los que; no soportan a los seres humanos extraordinarios porque estos, con su simple presencia les recuerdan su nivel de mediocridad. Sabiendo lo repugnante que era, mi madre nunca dudó de que mi paciencia alcanzara, para escuchar a esa gente que se llena la boca diciendo que quien sea que lo haya criado; le enseñó a ser respetuoso, considerado, generoso, honesto, etc. con las demás personas sin suponer siquiera que entre los oyentes, pueda haber alguien que conociéndolo más por sus actos que por sus palabras; al escucharlo sólo puede pensar en que, o bien se está engañando y por tanto engañando a los demás o de otra manera la culpa no es tanto de quien lo crió que si pudo haberle ensenado todo eso sino de que el muy bestia, no pudo aprender nada de lo que le enseñaron.

Porque puñetas mentales aparte y aceptando el hecho que hay gente; que tienen mucho éxito en eso de hacerles creer a otros que son, lo que ellos aparentan; lo que nunca va a cambiar es que si las palabras no van avaladas por la experiencia; entonces las palabras valdrán lo mismo que el pedo de una cigarra. Pues hasta el más pendejo del mundo sabe que, de nada vale encontrar las palabras adecuadas para describir un orgasmo si en toda la vida, se ha pasado uno de listo fingiéndolos sin haberlos sentido. De todos modos cuando del otro lado sus hermanos espirituales le pregunten, si al menos sexualmente quedó satisfecho/a no les quedará más remedio que abrir la bolsa donde debían ir los millones de orgasmo y mostrarla tan vacía, como estaba cuando se la trajo. Este hombre que aparece en este video, y que es el único que he encontrado en toda mi vida, capaz de recordarme lo que mi madre solía repetirme, es al que considero mi Maestro. Y al igual que a nadie le impondría la amistad de mi progenitora, tampoco pretendo que alguien esté interesado en escuchar pues lo que no es menos cierto, es que el maestro aparece solamente cuando el discípulo está listo para saciar con sus palabras, la sed de conocerse a sí mismo.Para los que se conocen lo suficiente, como para ya no quieren aprender más sobre ellos mismos, ya está disponible Patty Chapoy y el resto de los conductores ; de esos instructivos programas chismográfico - trasmisibles.

http://www.youtube.com/watch?v=o-mjZTEmvaA&feature=related

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