Friday, January 8, 2010

HASTA EL SER INTEMPORAL, PUEDE RECONOCER EL VALOR DEL TIEMPO.

 Aunque no es precisamente de esos espectáculos, que uno pagaría lo que fuera por ver; tengo que decir que así como he tenido la fortuna de compartir con seres humanos extraordinarios, que sabían exactamente quienes eran y el propósito que los trajo a este plano de existencia, también me ha tocado presenciar la superficialidad con que se toman la vida esos, digámosle caricaturescos personajes de taranovela mierdadramática, que son mucho mejor conocidos por: mentecatos, lelos, idos de la mente, perdidos en el llano, incongruentes, ridículos fantoches, dementes mamarrachos, cobardes titiriteros, ruines marionetas, grotescos monigotes, antiestéticos maniquíes, melones plastificados, etc., etc. Y lo peor del caso es que al estar ciegos, no pueden percibir que en medio del papelón o el papelazo que están haciendo; existen gentes con la suficiente claridad de enfoque como para verlos aunque prefieran, mirar hacia otra parte. Seres humanos que igual que ellos, llegaron de un lugar donde la inmortalidad no es un mito; y que sencillamente no lo han olvidado con el paso de los años, como lo han hecho esas parodias de Homo sapiens; que entre todas las cretinadas que hacen (por no saber que las están haciendo…), está la de burlarse de otros que si bien pueden ser igual de tarados; al menos lo reconocen y se meten la lengua donde no le dé el sol, en lugar de usar a la sin hueso para soltar rebuznancias con faltas de ortografía, además.


 Si quien esté leyendo esto no se ha se ha tropezado aún, con alguno de estos chocarreros espíritus temporalmente encarnados, que en su vacuidad tanto mental como espiritual creen ser algo, que ni remotamente son y ni por enterados se han dado, que la muerte se les puede presentar; cuando ellos menos lo esperen, y que sintiéndose orgullosos de sus payasadas, entre una y otra bufonada no se detienen a contemplar a la vida; desde una perspectiva menos frívola, entonces caben dos posibilidades: la primera es que tal vez se está engañando a sí mismo, creyendo que restarle a la vida importancia y vivirla con una futilidad, más característica de una ameba que de un Ser creado, a imagen y semejanza de la Divinidad; es un lujo que se pueden permitir los saltimbanquis. Y si ese no es el caso, entonces se puede considerar una persona con tanta pero tantísima suerte; que ahora mismo puede dejar de leer esto y salir a comprar un billete de lotería con la completa seguridad, de que saldrá premiado el número al que le jugó aunque se trate del 666.

 Y si es de los peripatéticos que leen cualquier porquería que les cae en las manos, que usan la visión del ojo humano sólo para satisfacer a la curiosidad y que al pasar sus pupilas sobre la palabra escrita, lo hacen sin la menor intención de emplear al hacerlo un nivel de entendimiento que esté, al menos un peldaño por encima de la capacidad de raciocinio de un asno; antes de que se moleste y empiece a tirar coces al aire o, cáscaras de plátanos como hacen los monos en el zoológico, le sugiero que se detenga y se abstenga de seguir leyendo. Mejor le vendría ocuparse de otras cosas más esenciales como: sacarse los mocos, quitarse las espinillas, seleccionar la ropa que le hace lucir, tirar la que no sirve para disimular que debajo de ella hay pura paja, en resumen cualquier cosa que no se refiera a vivir la vida, conociendo y apreciando su verdadero valor. Porque en definitiva, ¿para qué darle valor a la vida si mientras que uno respira, puede ocuparse de todas esas cosas que el dinero puede comprar?

 Cualquiera puede notar que a estos no les va a gustar, absolutamente nada de lo que escribo y muchísimo menos saber, cuál es el propósito de vivir una vida que se les puede acabar, en cualquier momento y cuando ellos menos se lo imaginen. Es más, hasta dudo de que sepan lo que es propósito y quizás crean que es un despropósito, ocuparse de averiguarlo. No saben o prefieren ignorar, que un propósito es simplemente la intención o voluntad para hacer algo que en verdad, resulte provechoso para el que la hace. Sólo por poner un ejemplo que supongo, no le va a agradar a un zopenco porque obviamente un tarugo, no tiene problemas para pasarse de listo, pero a la vez ignora para lo que le serviría ese ingenio que no usa y que algunos que lo utilizan llaman: sabiduría; voy a referirme a una persona que está en una habitación, completamente a oscuras pero creyendo que sin un mínimo de claridad, puede ser capaz de saber todo lo que encierra esa habitación y además, ir directamente hacia donde esté lo que necesite y que haya visto previamente; sin necesidad de encender aunque sea una vela que arroje un poco de luz, sobre el cuarto que está cerrado a cal y canto, para que la luz del sol no penetre.

Al menos a mí no me luce que la persona que está haciendo eso, tenga al menos una idea de lo que está haciendo. Y si de entender se trata me resulta completamente imposible de comprender, que la persona que está tratando de saber dónde está y lo que hay realmente en donde está, todavía tenga la arrogancia para despreciar a la persona que simplemente le sugiere; que encienda la vela que traía encendida antes de entrar a esa habitación, oscura como boca de lobo; y que debe saber donde puso antes de pretender que podía saber por dónde caminaba, mientras llevaba los ojos vendados. Esa actitud me resulta además de desagradecida y necia; tan presuntuosa, engreída y farolera que sólo podría compararla con la de esos políticos, que por lograr el apoyo irreflexivo y voluble de las masas populares llegan a creer, que con su demagoga y barata charlatanería han podido embaucar a todo un pueblo. Precisamente porque un imbécil no podría estar tranquilo, sabiendo que hay personas que no desean ser imbéciles ni imitar, ejemplos patéticos que degeneran al ser humano hasta convertirlo en un humanoide insensible, que funciona con un chip instalado en el occipucio que le sirve únicamente; para aparentar ser lo que no es.

 Por eso y aún a riesgo de perder el aprecio, de esos considerados estrellas de vodevil que hoy me quieren y hasta me admiran, y mañana me patean y desprecian, simplemente por no aplaudir sus bufonadas; escribo lo que he escrito y seguiré escribiendo mientras que un aliento, de esos que me han hecho el favor de permitirme estar viva; decida sostenerme en esta existencia que, ¡Bendito Dios!; abandonaré con la misma satisfacción que el agua de un río, finalmente encuentra al fundirse con el océano. Prefiero hacer eso, antes de ponerme a burlarme de ellos a sus espaldas lo cual, además de hacerme un persona tan hipócrita como ellos, también me haría cómplice de la inconsciencia que guía los pensamientos, las palabras y los actos; de esos que glorifican el ridículo al punto de tomar como SU verdad, la creencia de que mientras más ridiculeces hagan; mejor se verá la imagen que verán reflejadas en ese espejo llamado conciencia y que todo ser humano posee por constituir un don innato. Y que aunque algunos den por perdido, aparecerá inevitablemente cuando se haga la luz, en esa habitación donde caminaba a ciegas y golpeándose contra la pared, el iluso fantoche que nunca supo que de lo sublime a lo ridículo sólo hay un paso, y que para darlo solo se necesita tener la firme intención de hacer coincidir; el propósito de una vida humana con el de una lombriz de tierra.

 Ni que decir tengo que personas de esa clase, no pueden considerar el otorgarle algún valor a cada instante, que la vida le regala; sin cuestionarse si el tarado que se aprovecha de aliento que lo sostiene, para hacer una barbaridad detrás de la otra; verdaderamente conoce la diferencia entre manjar y bazofia. Incluso un Maestro, que consideraba cada instante de su vida como una perla, que ensartada a otras con el hilo de la existencia forjarían; un collar invaluable (su valor no está dado por una etiqueta con un precio) que se podría llevar como souvenir para su verdadero Hogar, les advirtió a los que prestaban atención a sus palabras sobre la inutilidad, de tirárselas a los cerdos. Siendo este escrito dedicado a los seres humanos, que no tienen absolutamente nada en contra de los marranos pero, antes de ponerse a platicar con ellos sobre asuntos humanos prefieren insertarles un pincho, y darles vueltas sobre brasas de carbón para una vez asado, comerlo acompañado de congrí y plátanos a puñetazos; espero que los seres humanos lo hayan entendido y también que sepan apreciar lo que opina un ser humano como ellos, sobre ese tema del tiempo perdido que se trata en el video; que se puede ver haciendo click en este enlace.

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