A lo largo de la historia de la Humanidad, sobran los casos de los seres humanos que han creído ser superiores a otros y se han dado a la tarea de dejarlo demostrado mediante el abuso de poder. Estos pretenciosos humanos, supuestamente mejor dotados que el resto; se atrevieron a pisotear todo lo que se opusiese a sus sueños de grandeza. Y la cobardía para hacerlo, la usaban lo mismo con seres humanos allegados y supuestamente queridos, como con los que consideraran extraños a su núcleo familiar. Desde tiempos inmemoriales, la cobardía ha sido asociada con las gallinas porque estas aves de corral, no se esfuerzan por ser libres durante todas sus vidas.
Los cobardes comúnmente lo mismo dominan que reducen a la mínima expresión cualquier tipo de enseñanza pero, no poseen el valor que le otorga al ser humano el conocimiento de s’i mismo. Esto los impulsa de manera obcecada y necia, a preferir coartar la libertad de muchos para asegurarse la potestad; de imponer un limitado criterio de la libertad y un pobre concepto de la Vida, a los que sólo tiene en común con ellos el espíritu que alienta la vida en una estructura carnal. Esa es la nefasta consecuencia de la ausencia de un estado consciente, que es innato y que se puede conservar mediante una actitud meditativa (regular y sincera). Cuando dicho espacio para estar con uno mismo se excluye; la paz vuela del corazón para que el nido lo ocupe el desconcierto y eso explica el que, en lugar de recapacitar como lo haría un ser humano valiente, los cobardes se dediquen a emplear el abuso de poder para convencer al que tiene conocimiento de s’i; de que el cobarde no es la gallina humana con un desequilibrio espantoso.
Una vez que un ser humano elige comportarse de manera pusilánime y ambigua, automáticamente deja de interesarse por los valores del Ser y por tanto, necesita darle un hipotético valor a otras cosas que no sean humanas y para obtenerlas en cantidades apreciables; se convierten en usurpadores. Para no llevar detrás del nombre un calificativo que los relacionaba con los de: tramposos, defraudadores, timadores, abusadores y bandoleros, se les ocurrió desfalcar a seres humanos y los territorios donde estos vivían pacíficamente enarbolando el apodo de Conquistadores. Mismos que para no perder la gallinácea condición de una bestia, imponían su poderío a la fuerza y lo que obtenían de ello no se lo ganaban en buena lid; puesto que es más propio de las criaturas divinas establecer la paz y hacer el amor, que provocar la discordia y darle rumbo a las hostilidades como sucede con las alimañas.
Según el Wiki, la de conquistadores es la denominación que suele definir a los guerreros; que extendieron el dominio de los imperios a los que pertenecían. Algunos de los conquistadores destacados de la Historia Universal han sido: Genghis Khan, Tamerlán, Ciro II el Grande, Cambises II, Darío I el Grande, Alejandro Magno, Julio César, Trajano, Atila, Belisario, Túpac Yupanqui, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Napoleón Bonaparte y Adolf Hitler. También se suele utilizar la denominación genérica de conquistadores, sobre todo en los idiomas no españoles, para denominar a los exploradores y guerreros españoles que conquistaron gran parte de América durante el siglo XVI.
Esta caterva de ladrones que nunca tuvieron piedad con el género humano, jamás se interesaron por los seres iluminados por razones que saltan a la vista. Pero la diferencia básica entre unos y otros es que los conquistadores creían que este mundo era conquistable y los seres iluminados, por disfrutar de la claridad propia de una criatura etérea; siempre han sabido lo que es este mundo y por tanto no han tenido el más mínimo interés en dirigirlo, y mucho menos en hacerse propietarios de algo que saben que no crearon y que tendrán que dejar donde mismo estaba cuando llegaron. Unos tienen que rebajarse para imponer un criterio que no poseen, ni las más feroces bestias y los otros como no tiene nada que demostrar, pueden permanecer elevados aunque tengan los pies en la tierra.
Cualquiera que lea o escuche un discurso, salido de las fauces de alguno de estos insaciables pseudohumanos; y luego preste oídos a la charla de un Maestro Perfecto que esté con vida, podría notar la abismal diferencia entre el contenido de ambos. Para mí la oratoria de un tipejo ambicioso y sin escrúpulos humanos, no pasa de ser igual de ininteligible que el cacareo de una gallina clueca mientras que la charla de un Buda, es como un río de agua fresca y cristalina que limpia mi corazón, de todo lo que le impida sentir gratitud por la Vida en s’i misma. Los que no pueden ver más allá de sus narices es imposible que puedan concebir, la naturaleza de un Buda pues la persona interesada en satisfacer sus ambiciones personales; no puede tener conciencia del tesoro de conocimiento que cada ser humano lleva dentro.
Debido a que la mayoría de las personas prefieren regirse por lo que mal escuchan, que buscar por si mismos lo que les impide evolucionar o madurar como individuos; estos cuatreros que siempre han tenido buen gusto para las cosas materiales y ninguno para los asuntos del alma, han podido implantar leyes que amparan a los que adquieren el poder de la manera más mundana posible: por la fuerza y sin piedad. Estos sátrapas que ponen a Dios en el Cielo y luego toman el lugar de la Divinidad en la Tierra, para entronizarse necesitan del apoyo de esas masas populares que, por no considerarse como un conglomerado de individuos creados a imagen y semejanza de un Poder Supremo; necesitan que las aguijoneen como si fueran una piara de cerdos. Antes de inventarse la televisión, ya dichos marrulleros jerarcas tenían los medios requeridos para entretener a la plebe, que es como le pusieron a la pandilla de animales superiores que los sostenían en el poder. Por ignorancia, puesto que ningún ser humano con sentido común sería capaz de inclinarse ante un tipejo, que se crea especial o superior en algo al resto de los seres humanos.
Mediante una somera observación a los datos de la Conquista del continente americano, se puede concluir que los considerados en este mundo como “poderosos”; no tienen el menor interés en respetar la divina dignidad del ser humano y muchísimo menos se tocan el corazón si, para tener más poder del que ya poseen, tienen que arrasar con la vida de millones de almas que experimentan la existencia; gracias a un Poder que s’i sabe lo que ellos hacen. Para nadie, a no ser que haya vivido aislado completamente de la civilización humana; resulta una nueva noticia que el poder de los conquistadores siempre fue respaldado por los líderes religiosos. Pues tanto los matones a sueldo como los que los bendicen, tienen intereses materiales que no tienen el más mínimo punto de contacto con las motivaciones divinas.
Estos aberrados usureros con mentalidad de mendigos zarrapastrosos, que reniegan de la naturaleza sublime del Poder que les permite Ser; por miles de años han vivido a la sombra de un autocracia de condición repugnante y ladina mientras desfalcan al ser humano, de todos los valores que les permiten sentir orgullo de constituir forma y parte de una Creación; que no viene de parte de estas sabandijas. Pero ya el corrupto andamiaje sobre el que forjaron sus imperios se está tambaleando y es tiempo, de que cada ser humano deje de andar como gallina clueca comiendo catibía y cacareando sin poner el huevo, para aceptar el compromiso que tiene con la Vida y determinar de qué parte se pone. Pues para bailar tango hacen falta dos y la ignorancia de muchos, permite que unos pocos se entronicen y abusen de un poder cuya supremacía viene dada por un poder m’as corrupto todavía: el religioso.
Supongo que a los creyentes les puede dar el patatús al leer una declaración como esta, pero se recuperarían si se informaran a profundidad para poder constatar cuál ha sido exactamente, el papel de la religión católica en la Conquista de América. Por no mencionar las Cruzadas, las cacerías de herejes y brujas, y otras andanzas que les reportaron hartas ganancias materiales; a las mostrencos que han ocupado el Trono Papal. La vida de Alejandro VI, Papa nº 214 de la Iglesia Católica entre 1492 y 1503, cuyo nombre de nacimiento era Rodrigo de Borja (padre desnaturalizado de los desnaturalizados César y Lucrecia Borgia), es uno de los tantos paradigmas del modelo de divinidad, que ofrecen los dizques representantes de un Maestro Perfecto. El mismo que no sintió temor alguno de llamar ¡Hipócritas!, a las viles figuras religiosas, que en su época hacían exactamente lo mismo que se lleva haciendo el Vaticano durante miles de años. Una ojeada por los Evangelios bastaría para reconocer que a la gente, como ese Maestro Perfecto; no le iría nada bien por tener el valor de enfrentarse abiertamente, a sabandijas de esa calaña que van a Dios rezando pero con el mazo dando. Y que al parecer no consideran pecado a la ruindad y a la indolencia.
No es una tarea fácil puesto que los cobardes, no sólo se encuentran reunidos en las altas esferas del poder mundano. También se encuentran entre los jóvenes que ignorando lo que llevan por dentro, se atreven a desafiar a los que conocen al poder que llevan adentro; aunque no puedan describirlo con palabras. Una amiga como no he tenido otra en mi vida, me dijo una vez que: las gallinas cacarean por cualquier motivo, los perros ladran por instinto y los seres humanos ni cacarean ni ladran pero, a las gallinas se las almuerzan y a los perros los reducen a la condición de mascotas. No será muy filosófica la frase pero a mí, me basta para saber que por más cacareadora que sea la gallina y más cruel que sea el perro; siempre será el ser humano el que lleve las de ganar. Este video, que es el primero de una serie; lo deja ampliamente demostrado y sin ánimo de ofender a ningún desalmado pone de manifiesto que bueno es lo bueno, pero no lo demasiado. Les guste o no, a los animales superiores con complejo napoleónico, será mejor que se atengan a este dicho popular cubano que expresa: “RECOGETE SERPENTINA QUE SE ACABO’ TU CARNAVAL”
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