Tuesday, February 2, 2010

LA PALABRA ES SAGRADA EN LABIOS DE UN SER HUMANO.

  Me parece que va siendo hora de hablar más claro, porque la claridad siempre ha tenido la facultad de poner luz; donde habita la duda y donde la confusión agita su sucia cola. Y aunque algunas personas creen que hablan, sería bueno aclararles que no hablan los animales, por más superiores que se sientan; pues la capacidad de expresar oralmente los sentimientos es una facultad exclusiva del ser humano. Los animales que se ofendan con esto, lo siento mucho; pero asumo que un animal no puede leer algo como esto, si lee es de milagro y para comprender que la palabra se usa con fines elevados, se necesita un entendimiento que no está al nivel de la irracionalidad de una bestia.

  Durante un tiempo le he estado enviando este tipo de mensaje a todos mis contactos, aun sabiendo que entre ellos hay algunos; que preferirían no haberme conocido, pero les falta algo para hacérmelo saber. A esos les digo, que uno puede morirse en el momento más inesperado y sería absurdo morir sin haber al menos mandado al carajo, a quien a uno no le gusta. Sobre la hipocresía tengo muchas anécdotas pero, las tengo reservadas para un libro que tengo en proyecto. Más lo que puedo decir en resumidas cuentas de la hipocresía es que me repugna. Porque la hipocresía es educada, es calladita, es modestica, es tolerante, es misericordiosa, es creyente religiosa y es más falsa que el caimán de Disney World. Y se ve reflejada en la mirada y hasta en el tono de voz del hipócrita. La hipocresía es tan difícil de ocultar, como la verdad en los labios de un corazón sincero.

  Por eso requiero de la persona que lea esto, un miligramo de sinceridad. No para decirme que le da gusto tenerme entre sus contactos, pues sin que me lo digan puedo saber perfectamente a quienes les da gusto. Sino para que al menos por una vez en su vida y antes de que reciba su último aliento, pueda haberle dado a la sinceridad una oportunidad para expresarse. Es realmente liberador. Ayer lo hizo una persona, que una vez me ofreció su amistad y yo, al ver la hipocresía reflejada en su mirada; le respondí que me acogía al derecho de escoger mis amistades. Pasando el tiempo coincidimos en varios lugares y de alguna manera logró meterse, como el moho…. Por años intercambiamos mensajes tanto virtuales como mirándonos cara a cara, pero en cualquier caso dándome constancia de una admiración, que yo sabía que era tan falsa como ella. Pero aun así, como me siento tan persona como los hipócritas; no desistí de seguir exponiéndole mi criterio en la misma forma, que ella me enviaba esos mensajitos de ositos cariñositos tan empalagosos como artificiales. Si te fijas cuando en verdad amas, las palabras salen sobrando. Los corazones sienten y las palabras que aceptan son las que trasmiten amor.

  Me alegró infinitamente recibir un mensaje, bastante escueto; en el que me decía que mis mensajes le daban hueva. Ves, eso es sinceridad y lo único que uno pierde con ello es algo que no quería tener. Para los que no son mexicanos, la hueva es una especie de flojera u holgazanería, que regularmente sienten los que no piensan, porque ya tienen a alguien que lo haga por ellos, y los que no viven intensamente la vida, porque de cualquier modo van a morirse. Es eso que les da a los que no saben, por ignorantes supongo; que de la palabra al hecho va un trecho, que sólo caminan los que no son cobardes. A mi ellos no me dan hueva, pero indudablemente lo que inspiran es pena. Porque habrán vivido una vida falsa y por menos que les guste que se los recuerde, al final lo verán claramente, y bajo la luz que la conciencia les preste. Pues la confusión no forma parte de la naturaleza divina del Ser.

  Antes de que me borres definitivamente de tus contactos, como medio eficaz de no recibir mensajes que no concuerdan con tu punto de vista; quiero enviarte un video muy corto, que tal vez toque a una parte de ti  que puede que desconozcas. Si te ofende, no es necesario que me disculpes porque tu perdón no lo pedí puesto que no me sirve, ni para comprarme un chiclet. Pero puedes emplear la palabra para mandarme, a donde me hayas querido mandar sin atreverte a decírmelo. No temas ofenderme que ese tipo de palabras no me ofende, pues desde siempre he sabido cuales son las palabras que debo tener en cuenta. Con las otras hago champola de babosadas que echo por un tragante, destinado para dejar ir las inmundicias. Como no sé exactamente cuál de esos alientos será el último que tome, prefiero estar siempre limpia de polvo y paja. Y viajar ligerita de equipaje…

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