Monday, June 28, 2010

ESTÁ EN TÍ.

 Cuando llegamos a este mundo, somos la mejor representación de Dios que jamás haya existido. Lo siento por los tarados que no saben nada pero creen hasta que un viejito chocho, inmaduro, insatisfecho, frustrado y saturado de ego mundano, rezando la misma cantinela de siempre; pueda ser el mejor representante del Supremo Hacedor. Pero a estos les doy como pista el que mientras que en el Home del Vaticano un viejo le pasa el bastón al otro, hay habitantes del globo terráqueo muriendo de hambre, de sed, de miedo, de desesperanza, de desolación, de ignorancia y de descontento. Y si esa es la opinión que Dios merece de ustedes, entonces síganse parando debajo de un balcón como pendejos Romeos para que una Julieta decrépita y achacosa, les regale escupitajos a diestra y siniestra. Total que cada cual es libre de apreciar cada minuto que tenga de vida o simplemente desperdiciarlos, con la pendeja creencia de que luego, podrán robarles esos minutos a la Vida. Los primeros, siendo igual que los otros unos seres de luz encarnados; usan la sabiduría que siempre tuvieron y por eso los que saben; les llaman sabios. Y los segundos son los miserable pobrecitos que ignoran que la Vida o Dios, si así prefieren llamarlo; es la que los hizo a ellos y no viceversa.

 No puedo decir que hoy alguien me hizo recordar a mi madre, porque mi madre y su recuerdo, no se han apartado de ni un solo instante mi tal y como ella me solía prometer, cuando yo era la niña; que por siempre seré por más vieja que me haga. Pero hoy establecí contacto con dos seres humanos bendecidos con un hijo que no se avergüenza de admitir, que es un ser extraordinario porque aceptar ser lo contrario o, menos que eso damas y caballeros, es sencilla y llanamente una blasfemia. Algo que se han encargado de inculcar los que no celebran a la Vida ni de juego. Los que predican no juzgar al prójimo, mientras que sueltan sapos y culebras por la boca en discursos homofóbicos. Que viendo la infinita tristeza en los ojos de una mujer, que sabe que se ha casado con una máquina calculadora;  son incapaces de decirle a esa flor que se marchita sin ser tocada por un beso de amor, que huya en sentido contrario y busque a quien la estreche entre sus brazos; antes de que el último aliento se lo impida.

 Cómo estos gañanes pueden hacer algo tan ruin y cobarde se explica por sí solo,  cuando se ven a esos padres ordenándoles silencio a sus hijos pequeños, cuando estos se sinceran pues; siendo la hipocresía la regla con que la sociedad los mide a ellos, temen los padres que sus retoños no se ajusten a sus medidas. Le llamo gañanes a los que en lugar de hablar sinceramente, como hacemos los seres humanos a los que Dios otorgó el don de la palabra; lo que hacen realmente es gañir que es como se conoce al aullar del perro y de otros animales con gritos agudos y repetidos; como cuando los maltratan. Y son esas mismas las personas que, sin importar el credo, la raza, la clase social o cualquier otra pendejada que sólo un tarado que quiere sentirse importante; podría  tomar en cuenta, procuran disminuir  el divino potencial del ser humano al mínimo para elevar el oscurantismo y la superchería, a su máxima expresión. Y...¿me van a decir que no saben lo que hacen? Y qué pasa con las guerras fratricidas, con los gobernantes corruptos, con los miles de pulmones de la Madre Tierra indiscriminadamente extirpados, con el hogar de millones de especies marinas teñido de negro, con esta Joya del Universo que el Creador ha puesto en manos de sus divinas criaturas y unos cerdos están empeñados en manchar de lodo. ¿Nadie lo ve? Porque ese cuento mejor lo hacen en el país de los ciegos y sordomudos, donde el tuerto es rey y se cree que le están escuchando.

 No estaría nada mal, si lo que anhelamos es realmente ser tan divinos como el Divino Hacedor, que nos detuviéramos a ver lo que hacemos con esta vasija de arcilla que se nos entregó con suprema confianza,  para llenarla de maravillas. Porque llevo cincuenta años viendo a personas que como yo,  nacieron un día y un día dejarán de respirar; que la llenan de cuanta porquería encuentran y como las ausencias no son nada, creen que la vasija pesa por llevar algo cuando en realidad  lo que lleva adentro la vasija de barro; es un gran pedo existencial. Y por eso apestan los corruptos, apestan los ignorantes, apestan los ingratos, apestan los envidiosos, apestan los ilusos que viven en un mundo de fantasías, porque comparan a la realidad con el chiquero donde mismo se revuelcan. Por eso yo sólo divido a los seres humanos en dos: los sabios que utilizan a favor la sabiduría que Dios colocó en la vasija de barro para que se multiplicara y los necios que llevan la semilla en la vasija pero no la riegan con agua ni le ofrecen amorosos cuidados.

 Esto me recuerda este cuento con el que concluyo, antes de poner a disposición del lector un video que le invita a la refexión profunda que para darle a la superficialidad por la vena del gusto, ya existen la revista “Vanidades” y las demás banalidades que trasmiten los medios de difusión masiva:

Llega una mujer con su esposo a ver al rabino de la comunidad y le dice:

-         Verá usted rabino. Mi padre era un sabio y el suyo un ladrón de caballos. ¿Cómo voy a permitir que mi hijo se llame igual que un hombre como ese?

El rabino de puso a pensar en el asunto muy seriamente, porque se trataba de un problema verdaderamente delicado. No quería que una de las partes se sintiera vencedora y la otra perdedora, como en una competencia. Al fin dijo:

-         Les sugiero que llaman el niño Abiatar. Luego esperen a ver si llega a ser un sabio o un ladrón de caballos y entonces, sabrán si le han puesto el nombre de uno o del otro abuelo.

1 comment:

  1. Viviana,gracias nuevamente, he derramado unas lágrimas leyendo tu texto, al igual que tu tuve una madre excepcional, imposible de olvidar, que gracias a Dios no me dejó como herencia sus miedos,frustraciones,etc, que los tuvo, sino más bien me enseñó en la práctica el Amor, la Solidaridad, el valor de la Amistad y otros tantos valores que aún cargo en mi "vasija de barro", doy gracias a Dios y a ella por su ejemplo porque yo tampoco dejaré esa herencia a mis hijos, Mauro es una gran prueba de ello, por eso estoy tan orgullosa de él y porque no , también de mi , no le corté las alas. Un besote enorme Viviana .

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