Thursday, July 8, 2010

LOS MISMOS TARUGOS DE SIEMPRE.

Por cuestiones idiomáticas tal vez no todos conozcan lo que es un tarugo, por eso aclaro que según los académicos de la lengua española tarugo, es como se le llama tanto a un pedazo de madera corto y grueso, como a un persona ignorante que no sabe quién es y por tanto, sin importar cuantos títulos universitarios ostente ni lo bien vestido que esté; cuando menos se lo piense comienza a dar coces a lo bruto y a prorrumpir en rebuznancias sin ton ni son. La historia recoge reseñas bibliográficas completas de tarugos famosos, cuyas limitaciones humanas les impidieron proyectar la condición divina y por no detectar a lo sublime que habitaba  en ellos, no pudieron hacer otra cosa que el más absoluto ridículo. Los nombraría pero no tiene caso siendo que en la actualidad hay más tarugos que seres humanos por la sencilla razón de que es más fácil mantenerse en un seguro estado de inmadurez que aceptar el reto que supone crecer y madurar. Por razones idiosincráticas a los tarugos los cubanos les decimos: comemierdas. Y ese nivel de claridad en el lenguaje es lo que hace realmente que a los tarugos, los cubanos les resultemos insufribles, supongo que por ingobernables e irreverentes que somos. Si no lo cree mire a Cuba, una perla del Caribe a la que un orangután le quiso plantar las patas encima y los cubanos en respuesta le jodimos toda la economía a un país que antes ostentaba un panorama diametralmente opuesto, solamente para hacerle ver al mundo que el gorila además de ser un miserable dictador también es un cerdo gobernante de un chiquero, y que ni para alcancía sirve.

  Los avances tecnológicos han ayudado mucho a que la simulación se convierta en un arte y que los antes ordinarios hipócritas, pasen a ser considerados unos artistas del simulacro.  De ahí que ahora parezcan más reales de lo que realmente son, esas amistades que antes, aunque las aceptaras tal cual aceptas a los animales de sangre fría; podías notarle la falsedad a la legua pues al simular que te ayudaban, lo que en verdad hacían era ponérsete encima para procurar hundirte. Atrás quedaron esos tiempos en los que podías sincerarte con cualquiera y al que no le gustara, más valía que saliera huyendo con el rabo entre las patas porque si con algo liga la hipocresía es con la cobardía, y ambas encuentran en un tarugo a un sincero devoto. En mi humilde opinión los avances tecnológicos sólo han servido para que el tarugo cobarde pueda darle zarpazos al aire, que es lo que ha aprendido a hacer porque es sabido que los cobardes y las ratas, nunca dan la cara a los que saben su verdadero valor. Más ya que está a mi disposición los uso para lo mismo que hacía antes, meterle a los tarugos el dedo en la llaga y así mostrarles que si no se ocupan de curársela, entonces sólo les quedará aferrarse al lastimoso patrón del victimismo que aparte de patético; no les ofrecerá una manera para saltar la línea sutil que divide a lo ridículo de lo sublime.

  Así como lo que usan el derecho a expresarse libremente, nunca claudicaran ante los que se tragan la lengua con tal de no tener que rebuznar en público y pretenden que los demás hagan lo mismo, tampoco un tarugo se rinde fácilmente ante las evidencias que le indican continuamente sus ambigüedades y desatinos. Un tarugo puede llegar a ser tan tarugo como para alzar la voz para defender a todos los tarugos del mundo, lo cual si lo eleva a algo, es al nivel de Tarugo Supremo, que es algo similar a que siendo un cura de pueblo lo sienten en el trono Papal para cuidar a un rebaño de cuadrúpedos herbívoros; que balan en lugar de hablar. Y al menos a mi no me molestan los tarugos en lo absoluto porque lo que se hacen a sí mismos, a mi no me lo pueden hacer ni en sus más alocados sueños. A menos que incida a favor de ese acelerado proceso de bestialismo, en el que los seres humanos intervenimos para llevar a la ruina total al Planeta Tierra; para nada me puede importar que una niña haga esfuerzos sobrehumanos, con tal de llegar a convertirse en una muñeca plástica rellena de silicona. Y como no los parí, comprendo que ni una sola de mis lágrimas pueda conmover a los que juegan a los soldaditos, pero con jóvenes de carne y hueso que al parecer desprecian tanto a la Vida; que prefieren ofrendarla para que mezquinos intereses puedan alcanzar sus atroces fines.

  Espero que con esto sea suficiente para que los tarugos que lean esto, se den por aludidos y se ofendan porque de otra manera no sabrían que a la sensibilidad auténtica, la han transformado en lastimosa susceptibilidad que, independientemente de lo que deseen presumir; los hace ver como patéticas víctimas de la estupidez que asume como divinos dones, a lo que a todas luces corresponde a las miserias humanas.  Pero si quieren actuar como un chimpancé que por estar vestido de verde y llevar un escalpelo en una pata superior, ya se cree cirujanos, allá ellos con su condena. En cuanto a mí sólo me corresponde actuar de otra manera y de acuerdo con mi descendencia. Pues si la opinión que los demás tengan de mi no cuenta, la que tenga yo de mi misma sí que me importa.

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