Wednesday, September 8, 2010

ACLAREMOS LO DEL TAMAÑO.

 Cuando uno se vuelve intemporal, suele suceder que la revisión de los tiempos de antes y de después de nuestra Era se hace  tan fácil, como el tragarse toda la historia de la Humanidad contada y escrita; a través de la cegata visión de los miopes mentales. Debe ser por eso que hoy pude revivir una escena de mi niñez. Y entonces pude notar los cambios aparentes y lo que al parecer nunca cambia. De los cambios aparentes no voy a hablar porque, de saber que se cumpliría mi deseo de que en el futuro; hubiese unas máquinas que lavaran la ropa por mí, entonces cuando era niña habría deseado algo así como que en el futuro todo fuera como en la Edad de Piedra. Simplemente porque es mucho más práctico, más eficiente y más barato golpearle el cráneo con una maza a una sicópata insatisfecha de sí misma, que ni vive ni deja te vivir; que trabajar como una bestia para pagar la factura del psicoanalista. Y hasta te ahorras los cuernos que te pondría la neurótica con el idiota del psicoanalista.

 Me gustaría comentar sobre aquello que no cambia, y sin importar que se haya inventando en la época de las quimbambas. Como eso de tratar a un niño como si el niño, fuera el mismo minusválido mental que sólo le pregunta tonterías. Entre esas idioteces está la famosa preguntita capciosa: -“Y ahora a ver mi cuchi, cuchi de su abuelita…y ¿de qué tamaño quiere el nené a su abuelita?”-. La abuelita, además de que está más fea que una mala palabra con falta de ortografía y que huele a rayos, con dicha pregunta le hace ver al niño que ella no sabe que el tamaño no importa. Por eso el niño le mete a la anciana una mentira del tamaño del mundo, diciéndole que la quiere de aquí hasta la luna y como algunos niños no son tan buenos que digamos; con la doble intención de llamarle lunática a la madre de su madre. A estos se les llama niños precoces pero no porque sean especiales, sino porque en un mundo donde la minusvalidez mental es el pan nuestro de cada día; el ingenio natural de un ser divino en esencia, se tiene que tomar como algo del otro mundo.

 Ahora deja ver cómo le hago para echarle una manita, a esos hombres que se sienten inferiores a los que tienen los genitales más parecidos a los de un burro; simplemente por la gracia de la abuelita babosa que le introdujo la duda, sobre la importancia del tamaño. Hay tantos idiotas intelectualizados y teóricos en este mundo, que nunca falta el que, para aparentar que es todo lo profundo que está tan lejos de ser; se pone a alabar a la duda como si a través de la duda, en verdad uno pudiera llegar alguna vez a obtener una respuesta certera. Como si nadando en el océano de las preguntas pudiéramos hallar una respuesta. Algo así como creer que un pájaro puede obtener la libertad, quedándose dentro de la jaula aún teniendo la puerta de la jaula abierta. De cualquier modo si no era la abuelita preguntando babosadas, era cualquier otro pariente midiéndonos la talla como advirtiéndonos sutilmente que si nos quedábamos enanos, ya estábamos jodidos.

  A las que serán mujeres no les importa mayormente ese asunto del tamaño, a menos que lleven a un niño atrapado en un cuerpo de mujer y sueñen con ser el macho de la película. Y está visto que para que el aspecto físico le importe a una mujer, es simplemente porque; por ahorrativa, sólo usa un porciento de su capacidad neuronal comparable con el espacio que ocuparía un garbanzo, dentro de la bóveda craneana. Pero  los hombres, a partir de que notan que pueden pasar una parte de la masa encefálica a un lugar situado en la zona pélvica; se les disminuye notoriamente la capacidad de pensar usando todo su potencial y por tanto, comienzan a preocuparse por ese asunto del tamaño. Esto no les sucede, claro está; a los hombres que no dejan de ser niños para ser hombres, porque un niño sí sabe que el tamaño no importa y además, lo puede dejar demostrado de múltiples maneras.

  Este tema que para los puritanos pudiera resultar escabroso, lo toco simplemente porque es muy común y popular en nuestros días, en los que más importa la masturbación de un cantante en el asiento de una aeronave, que el hecho de que todos los gobernantes y líderes religiosos que nos prometen la paz, estén invirtiendo casualmente sus “ahorritos” en la industria armamentista. Y luego tenemos el cinismo de preguntarnos a nosotros mismos, que por qué el mundo parece tan loco…Volviendo a lo del tamaño, dilema que ha llevado a seres humanos del género masculino al extremo de meterse a pederastas o  de meterse algo que es mucho peor y más doloroso, me gustaría dejar bien claro que si lo del tamaño importara entonces, ¿qué les garantiza el éxito a algunas  lesbianas? Una vez aclarada la duda, posiblemente la porción de masa encefálica instalada en la otra cabeza pueda regresar a su posición anterior y entonces, ya libres del peso de la duda;  puedan estos hombres tener una idea de que si el tamaño no es lo que importa, tal vez amar con algo que está situado algo más hacia el centro podría hacer la diferencia. 

Es tan sencillo que hasta un niño podría entenderlo muy fácilmente pero como dijo el Pequeño Príncipe: “No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos”.

No comments:

Post a Comment