¡Maestro!
¡Maestro!
Para hacer algo
distinto a lo habitual, como método idóneo para zarandear a quienes se acogen a
los hábitos sin tener que convertirse en monje capuchino o en monja de las
Carmelitas descalzas, voy a pasarme por alto el prólogo y los agradecimientos
ya que esto no es un libro como tal sino tan solo un simple folleto que recoge
la opinión de un observador imparcial. Este sencillo recurso literario, me
servirá también para pasarme por abajo a esos pobres ignorantes que se dedican
a criticar todo lo que no son capaces de hacer, supongo que por mediocres. Y
una vez hecha la aclaración, paso a lo siguiente que será explicar el título
que encabeza este humilde folleto dedicado con amor, respeto y admiración
absoluta, a esos seres que irradian luz a través de una humana apariencia y que
mientras respiran sobre la faz de la Tierra, cumplen el divino propósito de dar
de sus luces al mundo. Un mundo, dicho sea de paso, plagado de androides que
miran, con absoluta indiferencia, cómo es arruinado un planeta creado para gozo
y celebración de TODAS las especies vegetales y animales que habiten su
superficie. Un viaje del calibre de nacer en un entorno de submundo donde los
animales se muestran más inteligentes que esos que dicen ser hijos del Creador,
en lo que se defecan en su magna obra terrena; es lo que avala la infinita
compasión de todos esos MAESTROS que no vienen a esta esquina oscura del
universo donde la hipocresía es una norma de conducta, más que para ser una
flauta en las manos de esa infinita conciencia de la que absolutamente TODOS
formamos parte.
Si el lector ha sentido alguna vez cierta inclinación
hacia la lectura de textos bíblicos ya sea con la retorcida intención de una
mente socialmente adoctrinada o aplicando el claro enfoque del que sabe que el
pensar es una dádiva divina y lo que pensemos es un regalo que a nosotros
mismos nos hacemos, le será familiar esa frase que sale en los evangelios en la
que se dice que un Maestro preguntó a sus discípulos: “¿Por qué me llamáis: ¡Maestro!
¡Maestro!, y en cambio no hacéis lo que os digo?”. Nada mal para haberme estudiado la Biblia
hace unos veinte años, con el objetivo de tomar la comunión y poder comulgar
con otro espíritu que cuando se manifestó en la carne, también fue un
incomprendido por los elementos del rebaño social y tanto… que según afirman
unos relatos considerados sagrados, fue desacreditado, masacrado y asesinado
por la misma caterva de hipócritas llamada por el maestro Jesús: RAZA DE
VÍBORAS que hoy por hoy… siguen predicando la palabra de Dios con una descarada
demagogia mientras que se cruzan de brazos demostrando una insensibilidad digna de rechifla, ante la
cada vez más obvia bestialidad de unos seres humanos que lo son tan sólo en
apariencia porque con suma facilidad; bajan la cerviz para que cualquier aborto
de la naturaleza con complejo napoleónico les utilice y conduzca hacia el
matadero.
La simple
observación objetiva deja claro que en este planeta lo que abunda es la
inconsciencia que, dicho sea de paso, no es otra cosa que la natural consecuencia de que un ser humano ignore
absolutamente lo que realmente ES; más allá de sus inculcadas creencias y del
limitado concepto del que se cree terrícola hasta que el último aliento le
corrobora todo lo contrario. Supongo que este folleto no caiga en manos de un
lunático cuyo desequilibrio mental le impida captar el significado de la frase
póstuma: “EL POLVO AL POLVO” pero si mi
suposición fuese errada, como toda
conjetura puede llegar a ser, le pido a dicho trastornado en sus facultades
mentales que no esté encerrado en un manicomio por no haber cama para tanta
gente, que haga este folleto a un lado y se haga el favor de conseguirse el manual
de instrucciones que el maestro carpintero Geppetto, dejara escrito para que
cualquier otra marioneta tan mitómana como su querido Pinocho, pudiera cumplir
su anhelo de convertirse en un niño de verdad.
Para esas
humanoides berenjenas que envejecen con una inmadurez que se nota a la legua
por sus desabridos frutos, aclaro que un niño de verdad se encuentra;
independientemente de su edad cronológica, en el corazón de cualquier ser
humano que elija ser un instrumento de la verdad y no consienta, por tanto, en
usar la vida que cada aliento le otorga, para ser un pobre mequetrefe que se
siente miserable simplemente porque para engañar a otros… precisa de
autoengañarse. Y no hay nada que traiga más amargura que el disparate que todo
iluso comete de no estar en contacto con la realidad ya que esto; es lo que le
impulsa a cometer la barbaridad de ponerse a luchar contra lo inevitable.
Y cuando de
engaños se trata tocando el tópico de la enseñanza escolar que actualmente prevalece,
no hay que pasar por alto el gran embuste que a todos los niños que nacen en el
continente americano les inculca dicha EDUCACIÓN PEDAGÓGICA, al insistir en que
unos navegantes europeos descubrieron dicho jardín del edén siendo que en el
terreno que hoy conocemos como una América dividida en norte, centro, sur e
islotes adyacentes, a la llegada de los tales “conquistadores” ya habitaban
seres humanos cuya sabiduría no incluía a esa déspota posición de unos
arrogantes energúmenos que ignoraban esa regla de oro que reza: “NO HACERLE A
OTRO LO QUE A TI, NO TE GUSTARÍA QUE TE HICIERAN”. Pero qué maestra de estos
tiempos que corren, se atrevería a explicarles a los estudiantes que se supone
enseñe con la verdad en los labios, que esos lobos de mar que supuestamente
descubrieron el continente americano surcaban los mares, no con la intención de
ampliar los lazos de amistad entre los hombres y mujeres de buena voluntad incapaces
de rebajar a la paz a un simple concepto cuya comprensión es sólo intelectual;
sino que se aventuraban en los océanos sin siquiera saber usar una simple
brújula y mucho menos un astrolabio, con el objetivo de ser amplia y
materialmente recompensados por encontrar más tierras que saquear y más seres
humanos que oprimir vilmente en nombre de un USURPADOR cuya insana manía de
grandeza con avaricia incluida, era tan así de ilimitada que no ponía reparo
alguno en tratar a sus semejantes como si fuesen bestias y para justificarlo…
es muy posible que dichos CLEPTÓMANOS usaran esa otra “teoría” que los actuales
pedagogos inculcan en las mentes de sus estudiantes y que afirma que el ser
humano es un animal superior. Con razón tiene que ir uno por ahí escuchando
tantas rebuznancias y para colmo de males… expresadas en un tono solemne que
pone aún más en ridículo, al erudito con complejo de inferioridad que trata de
impresionar a otros con su colosal ignorancia.
No pretende este fascículo
responder a las banales preguntas que acosan a esa gente presuntuosa y
coprófaga por demás que presume de ordinaria con chabacana desfachatez, a pesar
de sus inútiles esfuerzos por aparentar una excelencia que no pueden demostrar
con sus actos así que quien sea que cumpla con los requisitos indispensables
para comportarse como un orangután con apariencia humana y modales aprendidos,
debería desechar en el acto la idea de continuar la lectura y haría mucho mejor
en ponerse a imitar la pose de esos
simios que, existiendo en cautiverio, se dedican a mendigar de lo que sea que
le ofrezca quien esté fuera de la jaula.
No es mi intención herirles la susceptibilidad cuando comente acerca de la
diferencia entre maestro y pedagogo, y mucho menos procuro excitar la
irritabilidad del bruto, al poner en evidencia que para ser un ignorante basta
con NO CONOCERSE UNO A SÍ MISMO.
A Sócrates lo
condenaron a beber cicuta por insistir
en esa simple expresión grabada en un
templo de Delfos donde se consultaba a un oráculo o pitonisa y que invitaba a
CONOCERSE A SÍ MISMO; al visitante que iba a consultar a la vidente para que le
pronosticara el futuro pero afortunadamente ha llovido mucho desde entonces y
no creo que en estos tiempos en que la demagogia ha alcanzado una posición tan
encumbrada, se utilicen métodos tan poco
sutiles y tan atroces para silenciar al
que prefiere sincerarse abiertamente por no tener nada que perder si es su personal
decisión; rechazar todo acto que provenga de esa norma de conducta obligada
para vivir en sociedad que genera la máscara en un rostro que sin ella;
mostraría que la plenitud no es un mito sino una posibilidad que cada aliento
le ofrece a un ser cuya humana apariencia es de carácter transitorio. Por si
alguna duda quedara de la brevedad de la existencia de un Ser en una humana
apariencia, dejo aquí una cita del gran cómico de todos los tiempos que sirva
de recordatorio ya que en estos tiempos los llamados “centros de
rejuvenecimiento”, ofrecen la posibilidad de engañarse aún más respecto a la
inevitable llegada del último aliento y esto, créalo o no, es el motivo de que
la esquizofrenia en este mundo sea un mal incurable que permite que la inmensa
mayoría de los seres humanos, permanezcan en un estado de histeria colectiva.
Y lo más curioso
es que a nadie se le ocurre cuestionar ese ultraje que se le hace a ese derecho
que cualquier niño posee de decidir, dado el libre albedrío que le asiste, si
desea ser víctima del dogma religioso y/o la doctrina política imperante o
prefiere cultivarse de manera autodidacta. Porque de cuestionarse tan esencial
asunto que incluye la violación de un derecho humano, lo de transformar a un
niño en un autómata esclavo de un sistema inoperante sería responsabilidad de
unos progenitores que no se amaran a sí mismos y por ende, fueran capaces de
imponerle a una criatura un modo de vida que va contra ese inalienable derecho
de todo ser humano de poder pensar por sí mismo para así; entre otras cosas, no
tener que depender de las ideas de otros que tal vez… no estén encerrados en un
sanatorio para desquiciados mentales simplemente porque en sus más alocadas
fantasías creen estar lúcidos. De ahí se infiere que la raíz de la inoperancia
del sistema escolar que actualmente opera a nivel mundial, se encuentra en esos
progenitores que no estaban aún maduros para atraer una nueva vida a este
planeta y que, por no respetarse a sí mismos cual le corresponde a un Ser que
sabe perfectamente quien es, son capaces de irrespetar la posición de una
criatura de la que no son amos y señores sino momentáneos tutores. El poeta Gibran
Khalil Gibran en su obra “El Profeta” expresó al respecto:
Si
trato ese asunto de respetar el libre albedrío de toda criatura que nazca en la
forma humana y, en lugar de imponerle un caduco y obsoleto sistema de
creencias, brindarle la posibilidad de decidir por sí misma en base a lo que
para sí misma desea, es porque conté con esa posibilidad simplemente porque
recibí el respeto de una madre que se respetaba a sí misma y por consiguiente,
tenía absolutamente CLARA esa regla de oro que nos recuerda “no hacerle al otro, lo que a uno mismo no
le gusta que le hagan”. Luego de demostrarme con hechos más que con
palabras, que en esta vida todo lo que importa es agradecer día a día por la
posibilidad de existir y aceptarse uno a sí mismo como un ser dichoso que sólo
está aquí como ave de paso, me explicó que había nacido en un mundo donde
habitaban algunos seres humanos que convivían con otros que no podían hacer
otra cosa que aparentarlo por imitación y que como estos brutos con ilusas
aspiraciones; habían degradado a la mujer a un nivel bestial, al madurar tenía
la opción de venderme al mejor postor y convertirme en “ama de casa” o hacer el
esfuerzo de obtener un título universitario que me calificara para encontrar un
trabajo que fuera bien remunerado y me garantizara el respeto de los machistas
que, ordinariamente, no respetan ni a la que los trajo al mundo. Así fue como
pude elegir, entre ambas opciones, la que me pareció más acorde con mi
aspiración de no ser propiedad de ningún energúmeno que me utilizara para
servirle de sirvienta domesticada y con el fin de asegurar la descendencia
mediante una cópula donde el amor si brilla, será por su absoluta ausencia.
Mi intención al plasmar mi sentir utilizando a esa fuente
de malentendidos que son las palabras, es honrar la labor que en un mundo de
mentiritas plagado de farsantes, realiza un ser humano que con sus actos
demuestra estar totalmente lúcido y, al enaltecer tan magna tarea, poner de
relieve que un maestro como tal es el que enseña lo que todos sabemos pero
hemos olvidado y puede hacerlo; por la sencilla razón de que es un ser humano cuya dignidad no ha
sido convertida en un tapete o felpudo y por consiguiente, puede servir de espejo para que otro ser humano se
refleje como tal y si es el caso, deje de creer que es un aborto de la
naturaleza diseñado para autodestruirse y en consecuencia, estar a favor de la
extinción de la flora y la fauna de un planeta que es obra de una consciencia que todo lo abarca
y de la que él o ella forma parte. Y al respecto no me dejarán mentir esos
reportes que informan acerca de los miles de especies animales y vegetales que
un día existieron y hoy están extintas o en vías de extinción. Respalda lo
escrito en este párrafo el hecho de que a pesar de todos los organismos que
existen y están enfocados, según el decir de sus organizadores, en establecer
la paz mundial, desde hace siglos la humanidad esté enfrascada en uno u otro
conflicto que, dicho sea de paso, sólo le sirve a esos oscuros intereses que
están invertidos en artículos bélicos que promueven los mismos que están interesados
en hacer de la humanidad un manso rebaño destinado a ser trasquilado por lobos
disfrazado disfrazados
con piel de oveja.
Un verdadero maestro, al poder reconocer que la
excelencia es parte del potencial de un ser humano, puede mostrar la manera de
trascender los límites que los conceptos suponen en lo que un pedagogo, por
guiarse por un programa que le cercena la espontaneidad, se limita a implantar
conceptos en una mente cuyo principal obstáculo consiste en no poder ir más
allá de los conceptos y, siendo una ley
universal la que aplica INEXORABLEMENTE lo de que: “se recibe con creces de lo mismo que uno da”, es natural que un
pedagogo encuentre ciertas dificultades para transitar el trecho que va de las
palabras a los hechos. Dicho impedimento es el que obstaculiza el soberano
derecho que a todo ser humano asiste de poder llamarle al pan, pan y al vino,
vino incluso estando entre gente ignorante que le llama pan de vida a algo que
sabe a hostia y que comete alcohólico vampirismo, tomándose un vino que creen
se transforma en sangre de un maestro perfecto que ya no respira sobre la faz
de esta Tierra. Olvidan estos demagogos mamertos que a dicho maestro lo
crucificaron precisamente por darle más valor al ser humano, que a lo que
estuviera escrito en un libro considerado sagrado, “casualmente”, por unos supersticiosos
farsantes, y valga la redundancia, que se valían de este para esquilmar a las
masas populares que, por contar con elementos que no están conscientes de su
propia valía, son fáciles de ser azuzadas a manera de rebaño por cualquier lobo
ataviado de macho cabrío.
Si alguien se preguntara el por qué del rotundo fracaso
de un sistema escolar que ha dejado demostrado con creces y con sus frutos, a
saber seres totalmente DISFUNCIONALES, que sólo sirve para transformar a una
divina criatura en un cuadrúpedo orgulloso de andar en dos patas y saber calcular fríamente cada uno de sus pasos,
tal vez este folleto le sirva para resolver un cuestionamiento totalmente
válido para quien sabe la diferencia que existe entre un ser dotado de una
chispa de inteligencia y una berenjena con humana apariencia que puede vegetar…
mientras que cree estar viva pero no puede ser útil; ni tan siquiera formando
parte de la cadena alimenticia. Debido a que cualquiera que lea este folleto, aún
siendo uno de los tantos... puede no estar familiarizado con el término de
DISFUNCIONAL antes mentado y exhibido desfachatadamente por la inmensa mayoría
de lunáticos que no ponen los pies en la tierra por pasárselas alunizando, aclaro
que la disfuncionalidad en un ser humano se refiere a la pérdida de la
comprensión de su verdadera naturaleza lo que conlleva a que en lugar de
saberse un ser vivo con consciencia de sí mismo y absoluta comprensión de que
este es un viaje astral con principio y fin; comience a considerarse un aborto
de la naturaleza que recibe la bendición que cada aliento le proporciona, ignorando
que este vaivén de la existencia le brinda en su totalidad algo tan invaluable
e insustituible como la vida misma y por tanto, el pobre mequetrefe creerá que
respira en este magnífico y pródigo planeta sin otro propósito que el de
vegetar hasta el último aliento y acogerse sin remedio, a la brutal opción de
sobrevivir bajo la ley de la selva que glorifica la fuerza del bruto y rechaza
la opción de vivir en santa paz celebrando la existencia. Dicha ley es la que
conlleva a que el hombre se convierta en el lobo del hombre o en su defecto… en
el borrego de esos lobos con humana apariencia que pretenden hacer de la
humanidad un rebaño de ignorantes que se dejen trasquilar mansamente.
Con el propósito de que este comunicado pueda ser al
menos medianamente comprendido, por esos mediocres que parlotean de la
excelencia y hasta se acuestan con ella sin tener la más remota idea de la
grandeza de un ser humano porque la gente mezquina, ordinariamente posee la
escasa o nula autoestima del que no se aprecia a sí mismo, debo señalar una y
otra vez que no es lo mismo maestro
que pedagogo ya que el primero te
recuerda todo lo que ya sabes pero sustituiste por ideas, creencias,
ideologías, tendencias, doctrinas y demás banalidades que los pedagogos,
incluso en la forma de disfuncionales progenitores, se encargaron de inculcarte
simplemente porque cuando le arrebatas a un ser humano la posibilidad de ser
quien es y hacer con su vida lo que le dé su regalada gana, lo que obtienes es
un esclavo de las miserias humanas que se la pasará mendigando la aprobación
ajena porque cuando se mira a sí mismo, ya no ve al rey sino al mendigo.
Y ni que señalar
tengo pero lo hago por si las moscas… que la factura que pasa la obsesiva
necesidad del ajeno beneplácito es bastante elevada y tanto… que no diría que
es cara sino carísima. Y si lo señalo es porque sería estupendo que las nuevas
generaciones, al menos los despiertos, no conozcan por experiencia propia la
insatisfacción del mamarracho que, en lugar de agradecer cada instante en que
un aliento le permite existir en una vasija de barro, dedica entre 70 y 104
años de vida a pedir más y más y más… a un dios que debe tener la forma de un
becerro de oro porque todo lo que piden lleva un precio colgado de una etiqueta
y dichos pedigüeños más que dignos seres de luz con una efímera apariencia
humana, parecen borregos pastoreados por Don Billete.
Para reafirmar mi
opinión respecto a que el sistema escolar que imperialistamente domina en la
actualidad resulta obsoleto, deprimente, represivo, deplorable y decadente, voy a poner como ejemplo al
premio Nobel Albert Einstein que siendo un genio, con sistema escolar incluido,
no pudo advertir que todos los políticos en este mundo, independientemente del
país que crean gobernar, no son ni más
ni menos que unos pobres lunáticos con complejo napoleónico cuyo único
propósito es dominar imperialistamente puesto que para dicho propósito, fueron
educados por el actual sistema escolar que sigue siendo el mismo de hace unos
cuantos años tras por lo que es además ANACRÓNICO. Arrepentido por haber
cometido el error de creer que un megalómano presidente norteamericano, tuviera
alguna diferencia con el sicópata presidente de su Alemania natal, antes de
morir dejó dicho que si volviera a nacer en este planeta en lugar de científico
prefería ser fontanero.
Si esto no
confirmara mi opinión respecto al sistema escolar que transforma seres humanos
en mediocres androides, entonces tengo que decir que fue vana la vida de Albert
Einstein y que el premio Nobel que recibiera en vida, no le sirvió ni para
soplarse los mocos mientras lloraba la muerte de todas esas personas inocentes
que habitaban Hiroshima y Nagasaki. Luego de que un fatuo títere manejado por
oscuros intereses que promete la paz en lo que declara la guerra recibiera dicho
premio, como Albert Einstein también he decidido que si regreso, me dedicaré por
entero a la fontanería. Total que algo de experiencia he adquirido en eso de
destapar conductos obstruidos y sólo sería cuestión de escoger el tipo de instalaciones
en las que me quiera especializar.
Innumerables
son los ejemplos que podría traer a colación de personas que nacieron sabiendo
lo que tenían que saber y que, gracias al inoperante y dogmático sistema
escolar que ha imperado durante siglos, redujeron dicho conocimiento a la mera
interpretación intelectual que estando al nivel de una mente que piensa pero no
siente, es incapaz de pasar de las palabras a los hechos que las respaldan. Y
así es cómo a partir de una divina criatura como materia prima, se obtiene a
una retorcida entidad que puede desechar a la sinceridad que traía al momento
de nacer para acogerse, sin cuestionárselo tan siquiera, a una norma de conducta
que le permita socializar al mismo pútrido nivel en el que socializan todos los
mediocres que por serlo, tiene que presumir de lo que carecen y relacionarse
con otros sin dar la cara, la verdadera digo, la que esconde el hipócrita tras
su máscara de farsante. Y esto me recuerda que los mediocres; en el pecado de
ser vulgares, grises, triviales y anodinos llevan la penitencia de ser
mezquinos antes que con otro, consigo mismos. Ojalá que ninguno de ellos se
tropiece con este artículo porque ni siquiera para odiar son buenos los pobres,
con eso de que todo lo hacen a medias… Pero si así fuera sepa Ud., susodicho
mediocre, que lo que sea que le provoque la expresión escrita de mi más sincera
opinión, a mí me tiene totalmente sin cuidado y es más, sepa por si lo ignora,
que todas las emociones perniciosas dañan seriamente el organismo del bilioso.
Y para más claro dejárselo, le informo que acostumbro cada día de mi vida a bañarme virtualmente en
emulsión de quimbombó para que todas las sandeces de los mequetrefes me
resbalen. Lo podría escribir con mayúsculas por si además de mediocre fuera
miope existencial pero más claro, imposible.
Volviendo al tema del sistema escolar que considera
hiperactivo e ingobernable a un niño que, naturalmente dado que sabe más allá
de los conceptos que la vida es digna de ser vivida, no está en lo absoluto
interesado en estar encerrado en un cuartucho lóbrego escuchando a un ave
parlanchina que se aprendió de memoria determinada materia, para expresarla a
manera de diarrea cerebral ni comprende que para disfrutar plenamente de su
existencia, tenga que obedecer ciegamente a unas bolsas de carne y huesos que
todo lo que llevan por dentro es un sancocho de ideas preconcebidas, dogmas
obsoletos y convencionalismos sociales, simplemente porque la luz que un niño
lleva por dentro antes de que la sumisión la apague, le permite ver claramente
que nació en un mundo donde unos pocos seres humanos están celebrando la vida y
otros, la inmensa mayoría; llevan años respirando para demostrar que vegetar es
superior a celebrar el milagro de existir, comento que ha demostrado constituir
un medio muy conveniente para que una bestia con apariencia humana y rellena de
egolatría, se pavonee creyéndose superior a un ser humano que no haya pisado
esos pestilentes claustros que le llenan de humo la cabeza al alumnado o que
los haya pisado tan sólo para ver cómo funcionan más allá de las apariencias.
Estas conclusiones han brotado de la simple observación y
es de todos sabido que los resultados de la observación imparcial de cualquier
asunto, poseen la objetividad que le falta a las especulaciones de quienes se
conforman con creer que saben en lugar de tratar de llevar lo que saben de la
teoría a la práctica. Reconozco que esta cruda realidad no debe ser descrita
tan explícitamente porque resultaría inmasticable e intragable, sobre todo para
los que presumen de una estrafalaria estrechez mental pero dicho sistema
escolar ha probado, con creces, ser tan propicio para transformar a un ser
humano en un lobo o en una zorra que creen ser personas; que confío en que
habrá colmillos para masticarlo o en su defecto, unos molares de carnero que
puede andar en dos patas para poder rumiarlo. La observación de esta clase de
espécimen que aparenta por su aspecto externo, pertenecer al género Homo
sapiens, fue lo que hiciera expresar a Samuel Butler que: “Todos los animales,
excepto el hombre, saben que el mejor negocio en la vida es disfrutar de ella”.
No sé el lector
pero no recuerdo, en todos los años que invertí en llenarme la cabeza de
información ineficaz y caduca, a algún pedagogo que se dedicara a improvisar
atreviéndose a salirse de los límites de la educación didáctica y que, entre
col y col, se pusiera a conversar con sus estudiantes acerca de la necesidad de
sentirse plenamente satisfechos por el simple hecho de estar respirando
temporalmente; en un planeta al que obviamente no pertenecían puesto que el
último aliento lo ha dejado fehacientemente demostrado en un sinnúmero de
difuntos. A ninguno de mis profesores les escuché insistir en la importancia de
sentirme agradecida por una vida que absolutamente nada había hecho para
merecer, ni tampoco señalar que para cultivar una sincera amistad que es en la
que se puede pensar en voz alta sin problema, era imprescindible sentirse uno
cómodo en su propia compañía y poder prescindir de la enfermiza búsqueda de
aprobación externa. No escuché nunca a alguno de estos “educadores”, mencionar la diferencia entre guiarse por una
mente socialmente adoctrinada para anular lo humano y exacerbar la naturaleza
deformada del animal que cree ser superior y dedicarse por entero a escuchar
los sabios dictados de un corazón que sabe lo que es necesario saber para poder
sentirse en armonía con uno mismo y por ende, con su entorno. No es de extrañar
por tanto que de los claustros universitarios, surjan entidades con un diploma
que acredita la capacidad para memorizar de una materia gris pero que no
garantiza la excelencia de un ser humano y la plaga de mediocres que hoya la
superficie de este planeta no me dejará mentir al respecto.
“Un
ingeniero británico a cargo de unas obras de ferrocarril en la India, se quedó
atónito al ver que todos los días un joven aldeano llegaba y se tumbaba a la
sombra de un gran árbol y, se dedicaba a contemplar a los obreros y a los
ingenieros que les daban órdenes. Aquel tipo extraña que se presentaba todos
los días llegó a despertar el interés del ingeniero. El tipo se llevaba su
comida, comía y descansaba a la sombra del árbol. Un día el ingeniero no pudo
resistir más la tentación, se acercó al aldeano y le dijo:
- - ¿Por qué no trabaja? Viene todos los días y pierde
el tiempo nada más mirando.
El
aldeano replicó:
- - ¿Y para qué
voy a trabajar?
El
ingeniero respondió:
- - Pues para ganar dinero.
El
aldeano preguntó:
- - ¿Y qué voy a hacer con el dinero?
El
ingeniero respondió:
- - ¡Si serás imbécil que no sabes lo que hacer con el
dinero!!! Cuando tengas dinero podrás relajarte y disfrutar.
El
pobre aldeano dijo:
- - Pues qué cosa tan rara…, porque yo ya estoy relajado
y disfrutando. Anda que no hay que darle tantas vueltas: trabajar un montón,
ganar dinero y después, disfrutarlo y relajarte. Pero… ¡si yo ya lo hago!!!”.
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