Dado
que respeto el derecho que tienen quienes prefieren mendigar el aprecio ajeno
antes que amarse a sí mismos, de aferrarse con colmillos y pezuñas al conflicto
interno que se desencadena entre una mentalidad socialmente programada y un
corazón que defiende su divino derecho a
hacer lo que le dé su reverenda gana; es menester que antes de proseguir con un
tema que a los conflictivos les pone los pelos de punta y les precisa a defecar
blandito, advierta que para mí tanto la paz como la libertad que se debe asumir
para poder sentirla, son naturalmente estados de Ser imposibles de satisfacer,
a través de ideas preconcebidas que distorsionan la realidad a las que por
intrascendentes, denomino puñetas mentales o apelando al uso de determinados
símbolos que evocan lo que no se puede describir con palabras y que, no por
casualidad, son objetos de adoración de esos puñeteros idólatras capaces de acudir
a la infinita estupidez; para pretender reducir la extraordinaria inspiración
que se obtiene en presencia de un ser
humano PLENAMENTE satisfecho, al retorcido y pernicioso influjo de un fetiche
religioso con el que el idólatra, en pleno uso de un descojonadísimo estado de
desequilibrio mental, puede establecer un monólogo multitemático, peripatético
y superpedigüeño más propio de una
mentalidad que, por ESTRECHA, no conoce la diferencia entre pensar y sentir,
que de un ser humano que no por humano deja de ser: regio, divino y maravilloso
dada la naturaleza de su mismísima esencia.
Una
vez advertido el lector de que en este planeta, aunque sean pocos los que
ELIGEN decir: ¡Presente!; al llamado que a TODOS los elegidos se les hace,
también existen seres humanos capaces de MARCAR la diferencia entre el hedor
que las miserias humanas expelen, y el aroma que se desprende de lo que
reconoce su verdadera naturaleza y por tanto, no está dispuesto a degradarse a
la condición de un aborto que parece un ser humano pero está muy lejos de serlo,
por si fuera de esos fantoches que consideran a la paz como el último recurso a
tener en cuenta únicamente; cuando sus restos mortales descansen en un
camposanto, le advierto al lector que me dispongo a argumentar acerca de esa vital
necesidad cuya satisfacción se debe tener tan en cuenta, como la satisfacción
de las necesidades básicas que garantizan una constitución humana saludable que
pueda revelar fácilmente, el verdadero propósito para el cual fuera creada.
Por
si algún despistado no lo ha captado aún, aclaro que la innata necesidad a la
que me refiero y cuya satisfacción no se debería pasar por alto porque SÍ es
posible, es la de sentirse uno en paz consigo mismo aunque en el exterior esté
reinando el caos y a pesar de la
hostilidad de los conflictivos que, por no darse ni un segundo de tregua en la
lucha que libran contra ellos mismos, habitualmente no pueden sentir ni la más
mínima consideración hacia quienes ansían estar en paz con ellos mismos con el
mismo anhelo con el que una persona verdaderamente sedienta, ansía beber el
agua que puede calmar su sed. Y me refiero a una sed real que una vez saciada
realmente, le pone fin al suplicio del que se siente fatalmente impulsado a
encontrar fuera de sí, y en pozos casi sin agua o completamente secos, una
satisfacción que sólo podría sentir plenamente si se zambullera en una fuente
cuya sinceridad resulta tan fresca y vivificante, que una vez empapados de ella
nos resultaría prácticamente imposible seguir considerando a la hipocresía,
como una norma de conducta. Por si los hipócritas se dieran por ofendidos con
esta imagen, me dispongo a meterles el dedo en la llaga para que, al menos por
esta vez…, tenga un buen motivo para quejarse por la susceptibilidad no herida,
sino hecha pomada para que puedan untársela.
Me
consta la facilidad que tenemos los seres humanos y el empeño que somos capaces
de emplear, para ocuparnos de satisfacer otras necesidades que podrán
satisfacer al cuerpo físico que acabará convertido en polvo o hinchar a una
importancia personal que resulta emocionalmente desgastante pero que, para el
alma que está en este plano tan sólo de paso y con un propósito específico que cumplir,
resultan intrascendentes. Y no afirmo que dichas necesidades tengan que ser rechazadas,
sobre todo en cuanto a las que requiere el cuerpo físico para su normal
funcionamiento porque las exigencias de un ego manipulador y flatulento, si no
se tienen en cuenta ya eso es ganancia. Lo que quiero destacar es que, si es
importante sentir sed para asegurarnos de que el cuerpo no se deshidrate,
sentir hambre para que el cuerpo obtenga los nutrientes que le sirven para
sostenerse con vida, sentir las necesidades fisiológicas para poder excretar el
material de desecho y sentir el repapaloteo hormonal para contribuir a la
multiplicación de la especie, también resulta importante y por demás
significativa, la capacidad de sentir la necesidad de considerarnos en paz con
nosotros mismos para que sea esa SED, la que nos guíe en pos de su satisfacción
plena. Como resulta imposible describir la naturaleza de dicha SED, voy a
auxiliarme con una imagen que pone en evidencia la necesidad de calmarla, A
COMO DÉ LUGAR.
No
están para saberlo esas infelices víctimas de la embaucadora verbodiarrea de
una alimaña con complejo napoleónico, pero sucede que al tener la posibilidad
de saciar dicha sed por la gracia de un maestro; no me complace observar con displicencia
el cinismo con el que unos líderes de manada se refieren a la paz, no como una
necesidad innata en cada ser humano que debe ser plenamente satisfecha sino como
una probable circunstancia mundial que sólo se puede alcanzar, con el reiterado
empleo de guerras fratricidas que sirven, exclusivamente, para aniquilar
valiosas vidas humanas y para acrecentar las ganancias materiales de unos
verracos con complejo de alcancía, y es por ello que con este escrito que surge
de mi propia inspiración, me resuelvo a arrancarle la venda a quienes confían
ciegamente en la capacidad de unos esperpentos con maquiavélicas intenciones;
para traer paz a este mundo que hay que ser ciego para no ver que va de mal en
peor.
Y por
si eso fuera poco, para marcar aún más la diferencia entre especular por los
siglos de los siglos y practicar sin tener en cuenta especulación alguna, me
pronuncio abiertamente en contra de unos hipócritas lobos que, disfrazados de
machos cabríos para poder adjudicarse el papel de pastores, se dedican a hacerle
a los integrantes de un rebaño compuesto por seres que tienen que aparentar que
son seres humanos, unas promesas cuyo cumplimiento con toda confianza se pueden
poner en duda y, en el caso de que tales pastores relacionen al Todopoderoso
Creador con la paz que mora en el corazón de cada ser humano que pise la faz de
la Tierra, como si fuera poco con el disparate de reducir su presencia a un
representación religiosa que supuestamente se trasmite con un simple apretón de
manos, dicho sea de paso, entre entidades que no se han puesto en contacto aún
con la paz que llevan por dentro; hasta tienen la desfachatez de ir a Dios
rezando pero con el mazo dando. Ya que no hay peor ciego que el que no quiere
ver, utilizaré una imagen que revela por sí misma el motivo de que, hace más de
dos mil años, un maestro perfecto clasificara a estos perfectos hipócritas que
se hacían expertos en verle a los incautos la cara de pendejos como una: RAZA
DE VÍBORAS.
Si al
lector le parece que con colocar las cartas sobre la mesa, he cometido una
herejía que podría condenarme a arder eternamente en las llamas del infierno,
permítame quitarle esa preocupación aclarándole que, por fortuna, no admito
intermediario alguno entre lo que en verdad soy, y la divinidad que siempre me
favorece residiendo en mi interior sin pagar renta por hospedaje. Y, residiendo
permanentemente en el reino de los cielos,
¿a quién le importaría visitar el Vaticano y escuchar los aburridos sermones de
un viejito decrépito que sabe sermonear pero sin dar el ejemplo? Espero que
esta pregunta, le haya revelado al lector la consecuencia inmediata de sentirse
uno en paz consigo mismo, aun viviendo en un mundo donde la paz no pasa de ser
un acuerdo que unos megalómanos se pasan regularmente por sus santos genitales
y relacionándose uno con gente que, ordinariamente, antes de sentirse en paz
con ellas mismas prefieren pintarse una palomita blanca en el trasero e
insertarse una ramita de olivo en el orificio anal. Sí, porque no hay nada que
resulte más atractivo que el simbolismo, para esos ilusos que gustan de
chapoletear en sus puñetas mentales mientras que ignoran que el que vive de
ilusiones, inevitablemente muere de desengaño.
Y por
si esto tampoco pudiera captarse, voy a poner como ejemplo el de esos lunáticos
que, por razones aún desconocidas para mí, en lugar de estar en una celda
acolchonada se encuentran detrás de un volante y que, para anunciar a los
cuatro vientos su condición de devotos cristianos, colocan en el cristal del
auto que conducen una pegatina que le recuerda al transeúnte que “Jesús te
ama”. Pero si el transeúnte que leyera ese mensaje pudiera ir como copiloto del
supuesto seguidor del Señor Jesucristo y
no estuviese al tanto de las sagradas enseñanza de dicho maestro, creería que
este sólo era otro lunático que le había enseñado al idiota que iba conduciendo
el automóvil, que lo más conveniente era odiarse a sí mismo para así poder
odiar, en esa misma medida o más…, al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo y la
madre que le pariera nada más por no reventarse. Quienes han tenido la
oportunidad de relacionarse con entidades que presumen de amar al prójimo con
ese supuesto amor que no son capaces de sentir hacia sí mismas, las han
descrito como antipáticos sujetos cuyos
irracionales actos concordarían con los de unos abortos de la naturaleza
que cuando se amontonan, constituyan una jauría humana. Por si las dudas… voy a
insertar aquí una imagen que explica gráficamente lo que significa ser parte de
una jauría humana y espero que sea cierto eso de que: perro que ladra no muerde porque aún, no me he reactivado la antirrábica.
No
creo que para nadie que haya viajado por las carreteras que existen en este
planeta sea un secreto, el cagastrófico proceder de unos personajes de submundo
que parecen sacados de una película de terror que, mientras que anuncian en una
pegatina su condición de seres humanos que le atribuyen a la paz una merecida
devoción, con la sombría expresión facial que se cargan y con cada uno de sus despreciables
actos demuestran todo lo contrario. Tal vez sea el lector uno de estos psicópatas
que al estar en contra de sí mismo; se le facilita pasarle por encima a alguien
que no le haya tirado ni una hollejo de naranja y siendo así, es posible que
ignore el motivo y las consecuencias de insistir en engañarse a sí mismo al no poder
demostrarse a sí mismo, que existe una coherencia entre lo que predica y lo que
se puede confirmar con cada una de sus actitudes. Al igual que Sócrates, el
filósofo griego que por respaldar sus palabras con sus actos; unos homicidas condenaran
a beber cicuta, opino que: “Si alguien
busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar las causas de la
enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle.”, pero como en este
caso me resulta imposible preguntarle al lector si desea evitar las causas que
le impulsan a actuar como un desequilibrado mental que para colmo de males…cree
estar en su sano juicio, voy a regalarle una imagen que puede servir lo mismo de
revelación si funcionara como un espejo, que como pretexto para que el chiflado
se disponga a hacer catarsis al verse reflejada/o en ella. De cualquier modo…
¡PROVECHO!
Si la
imagen anterior fuera una revelación, le puedo confirmar al lector que está listo
para tomarse seriamente el asunto de sentirse plenamente satisfecho y si sirvió
como justificación para que el lector se saliera de sus casillas por haberse
reconocido en ella, todo lo que puedo hacer es sugerirle al lector una visita a
un psicoanalista y advertirle acerca de que este artículo promete darle más
chucho… que el que ha recibido hasta llegar a este punto. Y no creo herirle la
susceptibilidad al enajenado que crea que soy yo la neurasténica, si afirmo que
no me interesa en lo absoluto ganarme la estimación de alguien que ni siquiera
conoce la diferencia entre inspirar lástima y generar admiración. Lo digo
porque, para empezar, es imposible poder apreciar algo cuando el aprecio hacia
uno mismo; se desnaturaliza hasta llegar a expresarse en una actitud
autodestructiva y para concluir, si mi objetivo fuera congeniar con lunáticos
que dicen una cosa y hacen todo lo contrario, entonces me daría la lengua con
unos miserables idólatras que, cada vez que el maestro señala a la luna, se
quedan como idiotas mirándole el dedo y todavía… tienen la desfachatez de
presumir de sabios. Puede que algún mojigato y fanático seguidor de estos
llegase a leer este artículo por consiguiente, es un placer insertarle una
imagen que le recuerde lo que no quiere comprender ni siquiera cuando es
expresado, clara y sencillamente, a través de un ser humano plenamente
realizado al que es imposible que engañe, el pobre mequetrefe capaz de
traicionarse a sí mismo sin tan siquiera notarlo.
Si la
mera idea de sentirse uno en paz consigo mismo fuera admitida por menos de la
mitad de la población mundial, seguramente que en este planeta no se respiraría
el hedor de tanta hostilidad que se da tanto entre hermanos, como entre amigos,
como entre parientes y, a pesar de que el amor nada en contra tiene del placer
sexual y viceversa, entre amantes que hacen gala de profesarse un amor que
puede que esté circunscripto a un orgasmo y limitado por el interés que exige
un elevado precio; por la bagatela que entrega.
Únicamente un pendejo que haya
permitido que le hagan la lobotomía parcial del cerebro sin dar su previo
consentimiento, podría creer que la simple idea de darle cabida a la paz en
donde debe anidar que es en el pecho de cada ser humano; podría tener una buena
acogida en un mundo donde una criatura divina puede correr el riesgo de
convertirse en un implacable depredador que, a la hora de satisfacer sus más
bajos instintos, literalmente no cree ni en la madre que le dió a luz. Es
precisamente por eso que, cuando la idea de sentirnos en paz con nosotros
mismos se contempla, de ordinario es tan sólo para supuestamente asegurarnos un
boleto que nos permita viajar a otra vida que, también supuestamente…, existe
después de esta y en la que estar en paz con uno mismo es una posibilidad mucho
más viable que en una vida estéril que, dicho sea de paso, no es más que una
bendita oportunidad para sentirnos VIVOS que sólo un imbécil utilizaría sin
sentir por ello ni un mínimo de gratitud y para colmo de males… sintiéndose a
gusto mientras que se defrauda a sí mismo.
Admito
que hay imágenes que no dicen nada, como esas fotos que la gente desgraciada
publica en Facebook con el propósito de convencer a otros pendejos, de que
ellos son en verdad dichosos pero eso no quita que existan otras imágenes que
sí pueden resultar reveladoras ya que no sirven; en modo alguno, para sostener
el macabro sortilegio que aplican unos esperpentos rellenos de paja y saturados
de egolatría, para hechizar a unos ridículos mamarrachos que aparentan ser
personas y que no tienen nada en contra de amputarse el criterio propio. Esta
es una de ellas, y me complace insertarla en este escrito porque podría
prescindir de la cita, para poner de manifiesto lo que pasaría si la paz fuera
una palomita que, cual espíritu santo, deseara anidar en un ser humano; en el
caso de esas abominaciones ambulantes que aparentan ser seres humanos mientras
que se comportan, públicamente, como aberrantes abortos de la naturaleza. Antes
de colocar dicha imagen, le recomiendo al lector que se identifique con un
despojo humano sin propósito definido alguno que, antes de abandonar su cubil,
se asegure de llevar un paraguas no sea que la palomita aparezca luego de
haberse terminado de leer el librito con las instrucciones, para poder
defecarse sobre un pendejo que aparenta ser un espécimen más de Homo sapiens.
Siendo que la mayor parte de los habitantes de este planeta se encuentra
evidentemente programada y por tanto, sometida por una teledictadura que
glorifica a la estupidez generalizada y estigmatiza a cualquiera que se atreva
a MARCAR la diferencia entre lo sublime y lo ridículo, no espero encontrar la
aceptación de la mayoría cuando coloque una imagen que revela cual es mi
relación con quienes opinan que la satisfacción de la necesidad de sentirse uno
en paz consigo mismo, es algo que debería pasarse por alto y dejar para el
último minuto. Especifico que dichas consideraciones resultan absurdas, a menos
que uno considere favorable presumir de ser una pobre víctima de los
convencionalismos sociales y un patético mendigo de la aprobación ajena, puesto
que es natural que uno se haga un experto en todo aquello que practique más a
menudo y siendo así, no sería de extrañar que el perfecto conflictivo se
encuentre realmente en aprietos; para poder encontrar dentro de sí mismo una
paz con la que no quiso ponerse en contacto mientras que aún contaba con la
bendición de respirar en un cuerpo, que le hacía viable dicha posibilidad.
Antes
de colocar la imagen y como usualmente comparo con un cirio pascual, a toda esa
gente APAGADA que no puede cumplir con el propósito de dar de su LUZ al mundo
porque sólo se encienden de Pascuas a San Juan, se me ha ocurrido aderezarla
con una cita que aunque trate de masticar una y otra vez…, puede resultarle
indigesta al conflictivo CIRIO PASCUAL que entre todo lo que sabe, ignora que
el instante siguiente bien podría ser el último de su complicada, patética y
frustrante existencia:
"La
manera en que mueres refleja toda tu vida y cómo la viviste. Si puedo observar
tu muerte, podré escribir tu biografía porque en ese momento; se condensa toda
tu vida. En ese momento, como un relámpago que todo lo ilumina. Una persona
miserable morirá con los puños apretados, aferrándose y apegado, intentando no
morir y no relajarse. Una persona generosa, en cambio, morirá con los puños
abiertos, compartiendo...Compartiendo su muerte de la misma manera que
compartió el TESORO de SU vida". Osho
Si
deseara el lector interrumpir la lectura porque prefiere cavilar sobre la
diferencia que se puede percibir entre mezquindad y generosidad, ya que al leer
la cita sobre la diferencia entre una persona miserable y un espléndido ser
humano poco antes del último suspiro; sintiera un breve ramalazo de
arrepentimiento con respecto a la cicatería que ha venido practicando más que
con cualquier otro, consigo mismo, no lo piense dos veces porque a lo que voy a
hacer referencia a partir de este punto y coma; es al aliento que nos acompaña íntegra
y lealmente desde el principio hasta el fin de esta maravillosa aventura que
consiste en sentirse vivo, existiendo en un plano de existencia material donde
la amplitud de horizontes puede manifestarse incluso; ante la estupefacta
mirada de quienes presumen de estrechez mental. Y dado que el aliento nos
ofrece a cada ser humano, sin esperar algo a cambio o sea incondicionalmente,
el más valioso tesoro que consiste en sentir que la VIDA está totalmente a
favor de que tengamos una existencia real; no creo que a la persona capaz de
ser mezquina hasta consigo misma le interese continuar con un tema que sirve
como recordatorio de que seguirá siendo incapaz de amar a alguien a menos…, que
se esfuerce por quererse a sí misma.
Y no
creo que tenga que cantarle al lector en el oído, el mexicano tema musical en
el que el charro le propone a su “cielito
lindo”, que si a su ventana llegase una paloma la tratase con cariño que es
su persona, para que se dé por enterado de que la paz, al igual que el amor y
la plenitud, son como aves que para poder anidar en su pecho y ofrecerle a
cambio una quietud tal que sólo podría compararse con la del ruiseñor que se niega anidar en la jaula para que
la esclavitud; no sea el destino de su cría, requieren en primer lugar del beneplácito del anfitrión. Lo que significa
que la persona que esté dividida y luchando contra sí misma por tanto, en tan
esquizofrénico estado mental no resulte muy seductora que digamos… para que tan
sublimes aves se decidan a establecer en ellas su residencia permanente.
Es
por esa renuencia a inclinarnos humildemente ante la necesidad de sentirnos
plenamente satisfechos que, cuando se trae a colación el tema de la paz,
resulta tan común escuchar a quienes hacen hasta lo indecible; por reprimir una
contienda interior que se les nota hasta por encima de las vestimentas de marca
o las vestiduras monacales, cotorreando lo que se aprendieron de memoria al
leer un librito que crucifica a la paz y luego la reduce al nivel de un fetiche
religioso que resulta ideal, para que los extremistas supersticiosos al fin y
al cabo…la idolatren como si de una alucinación que no se puede hacer realidad se
tratase. Esos cotorrones esperpentos que resaltan por cotorrear acerca de lo que no
saben absolutamente nada y que se dedican a predicar la paz; sin percibir
primeramente la diferencia abismal que existe entre puñeta mental y experiencia
propia, si leyeran este artículo deberían detenerse a recapacitar sobre tan
mañosa y malsana tendencia mientras que, con detenimiento, se dedican a
contemplar la siguiente imagen pero sin confundirla con un espejo.
Habiéndome
ganado el rechazo de quienes tienen la desfachatez de hacer mención de la paz;
mientras que promueven conflictos bélicos que aniquilan valiosa vidas humanas y
que están financiados por quienes no notan la esencial diferencia existente
entre lo que el dinero puede y lo que no puede comprar, puedo darme el lujo de
expresar que hay que tener un grave problema de alcance de miras o sea ser de
mente bastante estrecha cuando uno no puede percibir la diferencia, entre
únicamente saberse la teoría y, sin saberse la teoría incluso, poder practicar
lo que no necesita de las palabras para ponerse en evidencia. Y mire el lector
si será grave dicho problema, que puede darse el caso de que cualquiera pueda
escuchar, de los mismísimos labios de un
Premio Nobel de la Paz, una verbodiarréica arenga que justifica la
manifestación de un conflicto bélico como si dicha conflagración, no conllevara
al exterminio de valiosas vidas humanas que no se pueden reemplazar con
absolutamente nada de este mundo aunque algunas personas, que ilusamente creen
ser padres, sean capaces de conformarse con recibir una suma monetaria a cambio
de la vida irreemplazable de un ser querido.
Y de
nada vale que hayan leído unas sagradas escrituras que comentan el caso de una
traidora alimaña que, haciendo alarde de una fidelidad que realmente no sentía
hacia sí mismo, vendiera por unas pocas monedas a quien todavía es mencionado
luego de más de dos mil años con el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Por si
las dudas… voy a colocar esta imagen que alude a ese hecho registrado en unas
escrituras que se consideran sagradas, pero no sin antes aclarar que no formo
parte de esa claque de payasos capaces de reducir a un ser humano plenamente
realizado, a la miserable condición de fetiche religioso y que, para colmo de
males… se caracterizan por confundir sincera devoción con hipócrita idolatría.
Si alguno de esos sepulcros blanqueados posara sus ojos en esta imagen, se
haría un gran favor a sí mismo teniendo en cuenta la observación que revela la
cita que le acompaña.
Cualquiera
puede notar que en este planeta, resulta muy rara la persona que pueda darse cuenta
fácilmente, ya que basta con escucharlos del pi al pa, de la contradicción que
se puede hallar en los demagogos discursos de un líder mundial, designado por
unanimidad por una caterva de pusilánimes mequetrefes que prefieren cometer
suicidio colectivo; antes que proponerse usar la capacidad natural que posee
cualquier ser humano de pensar por sí mismo y de guiarse, en lugar de por las
arbitrarias leyes implantadas por un adefesio con delirios de grandeza que
legaliza la injusticia, por los dictados de su propio corazón.
Y debido a que
no hay pobre diablo que reconozca, y si lo hace es sólo teóricamente, que
tanta culpa tiene el que mata a la vaca como el que le aguanta la pata,
no es de extrañar que en este planeta prolifere esa raza de megalómanos que,
como expresara el poeta considerado el apóstol del pueblo cubano, “…con el pretexto de dirigir a las generaciones
nuevas, les enseña un cúmulo aislado y absoluto de doctrinas, y les predica al
oído, antes que la dulce plática del amor, el evangelio bárbaro del odio". Por si necesitaran estos lunáticos un espejo donde
poder ver reflejados sus delirios de grandeza, aquí les dejo una imagen que les
puede servir para ese propósito y no se molesten en agradecérmelo que para
poder dar las gracias de corazón, es preciso ser algo de naturaleza más sublime
que la de un payaso con complejo napoleónico.
Ese mismo poeta, más conocido bajo el nombre de José
Martí y cuyos “Versos Sencillos” se pueden escuchar en ese popular ritmo cubano
mundialmente conocido por “La Guantanamera”, calificó de: “asesino alevoso, ingrato a Dios
y enemigo de los hombres”, a dicho mamarracho con complejo napoleónico
que, en lugar de estar jugando a ser un emperador romano ofreciéndole pan y
circo al populacho para garantizar que este, se preste a rendirle culto a
personalidad tan desquiciada; debería permanecer una larga temporada encerrado
en una celda acolchonada y vistiendo una camisa de fuerza, en lugar de un
provocador uniforme militar que le acredite como ejemplo digno de ser seguido
por las nuevas generaciones en caso de que estas quieran, naturalmente,
establecerse por una breve temporada en un planeta donde reine la paz entre los
hombres de buena voluntad.
Es imposible que un maniático que desprecie la
posibilidad de sentirse en paz consigo mismo, actúe de manera distinta a como
lo hicieron esos otros megalómanos que, en lugar de enfocarse en el intento de
conquistarse a sí mismos, se dieron a la tarea de exterminar vidas humanas y de
arrasar con el legado cultural de civilizaciones que no comulgaban con la
barbarie, por eso voy a dejar en este espacio una cita que constituye un
recordatorio para quien no haya notado aún que la vanagloria, sólo sirve para
irnos de este mundo con las manos tan vacías como las trajimos y con tanta
suciedad sobre el espejo de nuestra conciencia, que resulta prácticamente
imposible reconocer nuestro rostro original cuando nos contemplamos en él y es
así como, creyéndonos triunfadores y dignos de recibir grandes honores,
acabamos por morder el polvo de la derrota al tener que admitir cuán
equivocados estábamos cuando creíamos tener la sartén por el mango mientras que
en realidad, estábamos fritos.
“Incluso Alejandro
Magno murió profundamente decepcionado. Había conquistado todo el mundo
conocido para al final darse cuenta de que no se conocía a sí mismo. Y antes de
expirar dijo a sus vasallos: - “Cuando llevéis mi ataúd al cementerio, dejad
que mis manos cuelguen por fuera”-. Ellos le indicaron que eso no se podía
hacer y él les respondió: -“Yo lo ordeno y es mi última voluntad. No me
importa que no se haga así, quiero que se haga conmigo”-. Alguien le
preguntó: -¿Pero qué extravagancia es
esa?-. Y le respondió el que fuese el gran emperador: - Quiero que la
gente lo vea…, porque a la última procesión de mi vida asistirán miles de
personas y quiero que vean que me muero con las manos vacías. Ni siquiera
conquistando todo el mundo me he podido llenar las manos y mucho menos mi ser
interno. Me muero como un mendigo-”.
Osho
No hace falta llegar a hacerse merecedor de un
premio Nobel de Física, para darse cuenta de que sentirse uno en paz consigo mismo
es la garantía de que a uno no se le ocurra, ni remotamente, cometer el
disparate de convertirse en el soldadito de plomo de un maniático que tiene la
malsana intención de ser el Amo del Universo y cuyo complejo de inferioridad es
tan exorbitante, que para creer que es alguien en la vida precisa de una
prepotencia que obligue a otro ser humano a caer de rodillas, para besarle las
patas al gorila que aparenta ser un ser humano íntegro. Para evitar la
ordinaria y equivocada interpretación de los pendejos que no pueden percibir lo que
resulta más que obvio, aquí dejo un gráfico que algunos lectores consideraran
una irreverente bofetada en plena jeta y otros un acto de disidencia que serían
incapaces de cometer pero como, por fortuna, no busco la aprobación de los
pendejos que se desacreditan a sí mismos perteneciendo a una u otra abominación;
que les facilite dejar de comportarse como individuos y les permita actuar como
animales que deben ser pastoreados por carecer de voluntad propia, puedo
ratificarle al lector que su parecer me tiene tan pero tan sin cuidado que se
lo dejo demostrado, insertando aquí mismo esta imagen. Y para que no se me
tilde de descortés, antes de invitarle a tratar de digerir dicha imagen
permítame desearle: ¡PROVECHO!
Siendo así, tampoco es de extrañar que estos
lunáticos primates ignoren que la autoridad debe estar respaldada por la
sabiduría de los siglos, en lugar de apoyarse de manera vacilante en la manía
de grandeza de un orate. El trato regular con estos especímenes de Homo sapiens, capaces de exteriorizar
una ilimitada hostilidad hacia los miembros de su misma especie y de poner en
evidencia una malsana intolerancia a las opiniones que no coincidan con las
perturbadas ideas que brotan de un garbanzo relleno de vanagloria, me capacita
para afirmar que no es fácil que un
desequilibrado mental pueda llegar por sí mismo a estas conclusiones, por lo
que me apetece insertar aquí una imagen que tal vez le facilite, a ese ciego
que incluso disfrutando del don de la visión no quiere ver lo que salta a la
vista, la sencilla comprensión de un asunto que no puede ser tan trivial cuando
trata sobre la satisfacción de una sed que, de no ser plenamente satisfecha,
puede conducir a un ser humano a un grado tal de locura que la posibilidad de
lucidez tenga que darse prácticamente por perdida.
Esta imagen se la debo a esos niños que tienen que
soportar en silencio tan desquiciante situación porque han acallado sus voces,
y a esos amantes que no han podido realizar al amor en sus vidas porque han
confundido la Era del amor con un campo de batalla. Tal vez pueda tocar con
ella, ese bendito lugar donde todavía vive el niño que alguna vez tuvieron que
Ser, antes de consentir en transformarse en unos neurasténicos payasos que,
ignorando a la línea que separa a lo sublime de lo ridículo, todavía se atreven
a exigir respeto por lo que resulta obvio que no es digno precisamente de ser reverenciado.
Pero
si te olvidas de ti mismo al darle prioridad a las preocupaciones mundanas y al
pasar por alto que cualquier minuto puede ser el último de tu breve paso por
este globo terráqueo, ¿cómo vas a hacer para recordar esas cosas elementales
que ya sabías innatamente y por tanto, nadie te tenía que inculcar para que las
empollaras en tu memoria? Tú sabes que la paz comienza por ti y si puedes
entender eso, con eso es suficiente para que te enfoques totalmente en la
bendita labor de encontrarla en tu mismísimo centro. Y si el cinismo ha calado
tan hondo como para cobrar contigo a una víctima más, no será de extrañar que
te aferres a esa malsana tendencia que califica a un ser humano de orate y que
consiste en tratar de meter las narices en las vidas ajenas que, dicho sea de
paso, no son de su incumbencia y mucho menos el fruto de las alucinaciones de un
chiflado, mientras que dicha maña metiche conspira a favor de desgraciarle la existencia al idiota
que le acoge en su interior.
Antes de proseguir y tan sólo para echarle una
mano al que dude hasta de sí mismo, insertaré otra imagen ya que me consta que
resulta entre difícil e imposible, persuadir a una persona hundida en el pesar
que la ausencia de paz provoca, de que se dé la oportunidad para poder sentir
la sed que dicha ausencia genera y con ello, se anime a satisfacer un anhelo
que, ciertamente, es el más noble que un ser humano puede abrigar en su pecho
mientras que respira sobre la faz de la Tierra. Y si dicha imagen fuera pasada
por alto, todo lo que puedo señalarle al conflictivo que elude la posibilidad
de reconciliarse consigo mismo antes del último suspiro, es que si se fijara
mejor en lo que a sí mismo se hace; por sí mismo llegaría a la conclusión de
que con sus “buenas intenciones” va empedrando el camino que le llevará hacia
su propio infierno y el que por su propio gusto arde…que la quemazón le sepa a
gloria.
Para hacer
sufrir a quienes se resignan a amargarse la existencia, he elegido una imagen que
es un placer regalar a esos miserables, antipáticos y calculadores esperpentos
que desconocen en qué se parecen las matemáticas a un papel higiénico, y a
quienes les haré un favor señalándoles que la similitud radica en que las
matemáticas se calculan y el papel higiénico seca el culo, porque esos
desdichados limoneros que por el amargor de sus frutos parecen ignorar la
diferencia que existe entre inspirar pena y causar admiración, ordinariamente
son quienes le dan más importancia a esas ganancias que pasan a ser pérdidas en
un abrir y cerrar de ojos, y que han obtenido cambiando el amor propio por todo
lo que se puede conseguir con dinero; al haberse habituado a convivir con el
conflicto interno que se produciría entre un desnaturalizado gusano que se
niega a convertirse en mariposa y el sublime potencial que hace de la mariposa
un Ser alado; en lugar de preferir sentirse en paz consigo mismos y así, hacer
de la vida una constante celebración que ni la muerte podría impedir, optan por
cometer el craso disparate de dedicarse a sufrir con lo mismo que otros gozan.
Es
por dicho motivo que estos conflictivos, que tienen la posibilidad de respirar
en un cuerpo que acabará hecho polvo sin sentir ni la más mínima gratitud por
ello, pueden servir como bueyes en caso
de que lo que quisiera uno fuera arar en el mar para sembrar vanidades y cosechar
inclemencias pero lo que NO pueden, de ninguna humana manera, es servirle a la
Vida como un afinado instrumento musical que pueda trasmitir su ritmo con
armonía y, siendo así, no les queda más remedio que sentir un pernicioso
rechazo que a duras penas pueden disimular, hacia quienes saben que teniendo a la
vida de parte de ellos ya lo poseen TODO y por tanto, pueden entregarse por
entero a la labor de mantener el instrumento musical libre de polvo y paja para
que la Vida pueda soplar a través de este, su más perfecta y magnífica tonada.
Para
satisfacer la curiosidad del lector, aclaro que la imagen pertenece a un film
cubano titulado “Vampiros en la Habana”
cuyo disfrute les recomiendo ampliamente, a quienes estén a favor de la
posibilidad de bailar constante y dichosamente con una paz que estando dentro
de ellos mismos; les permitirá sentir una plenitud que no se puede describir
con palabras y por ende, les facilitará lo que tan difícil se les hace a los
conflictivos que es brillar con luz propia, y que, para poner el parche antes
de que estalle el forúnculo y me salpique de pus, les advierto mirar con
cautela a esos colmilludos muertos vivientes que, al cambiar por horchata o
chicha la sangre caliente que corre por las venas de un ser humano que en
verdad se sienta vivo, rechazan la posibilidad de sentir una espontánea pasión
por la existencia y se resignan a enterrarse en vida en un ataúd confeccionado
con unos despreciables despojos humanos que expelen un hedor a mezquindad que,
dicho sea de paso, está muy pero que muy lejos de evocar al exquisito y fresco
aroma que se desprende de lo que es divino por naturaleza.
Así que me despido de
esos intolerantes mamarrachos que por conflictivos, tienen a la paz en muy bajo
concepto o restringida a una irrealizable utopía y que, como desconocen que: “Lo
que entra por la boca del hombre no es lo que le hace impuro. Al contrario, lo
que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca”, comúnmente
confunden al orificio bucal con la abertura anal y a la abertura anal, con el
sitio perfecto para que la ignorancia los posea mientras que ellos sufren de un
rapto de enajenamiento que no los lleva directo y sin escala a un manicomio,
simplemente porque en este planeta; NO HAY CAMA PARA TANTO ORATE.