“AMIGOS DE QUÉ”.
El tema de la amistad en un mundo superpoblado por abortos de la naturaleza
que como tales suponen, todo lo estúpidamente que se lo permiten, que pueden
ser amigos de cualquier otro estando enemistados con ellos mismos, resulta
bastante escabroso o inconveniente o contraproducente sobre todo para esa pobre
gentuza que deja demostrada su falta de lucidez; cuando rechaza la posibilidad
de ser espontáneo con tal de poder hacer de la simulación, una obra maestra
digna de admiración. Esto se pone de relieve cuando uno se informa lo
suficiente hasta que llega a enterarse
que históricamente, en este manicomio intergaláctico más conocido por planeta
Tierra, quienes prefieren guiarse por otros antes que tratar de pensar por sí
mismos han tachado de insociable, de irreverente o de estrafalario a cualquiera
que se haya atrevido a llevar el natural sentimiento de empatía que se genera
entre seres humanos que ciertamente no pertenecen a la clase de los reptiles,
de las palabras huecas a los hechos en concreto. Aunque pareciera un argumento
de película de ciencia-ficción, puedo asegurar que cuando los sabios nos
advierten respecto a unas culebras ponzoñosas que aún con la cabeza cortada,
pueden inocular el veneno que conservan en sus colmillos; están haciendo
alusión a esos reptiles de humano aspecto y sangre fría que cuando se le
acercan a un ser humano con sus fraternas presunciones o afectuosas
pretensiones, es para tratar de perjudicarlo en la misma medida en que estos
desnaturalizados mequetrefes, se perjudican a sí mismos.
Si el lector ha sentido de repente el impulso de salir en defensa de los
antes mentados mequetrefes
desnaturalizados, le sugiero que se ahorre lo de retorcerse el hígado hasta
hacérselo una trenza por haberse identificado con los mamarrachos que se
adjudica de clientes, y en su lugar… procure visitar urgentemente a un
psicoanalista que pueda hacerle un simple test mental que sirva para deducir el
estado actual de su autoestima. Por si el psicoanalista sufre también de desequilibrio
mental porque no es lo mismo la cordura teórica que la que ha sido practicada, y
por tanto, no le notifica que si su autoestima es la misma que la de un
escupitajo de borracho, es simplemente por haberle dado más valor a lo que se
puede comprar con dinero que a lo que no se puede obtener ni con todo el oro de
este mundo, con gusto se lo notifico sin cobrarle honorarios y encima de eso le
señalo que con una autoestima nula o
vacía o ausente o perdida en ese lodazal que inevitablemente
suelen formar las miserias humanas, no resulta difícil sino absolutamente imposible tratar de entablar una
relación que pueda ser recíproca en lo que a expresiones amables se refiere, y no me refiero a expresiones
orales porque, desafortunadamente, en cuanto a decir una cosa y hacer todo lo
contrario, no hay quien le gane a los políticos corruptos, y valga la
redundancia, y a esas “amistades peligrosas” que, al ser
de sí mismas sus más insuperables enemigas, en lo que al desinterés que
caracteriza al ser humano naturalmente amoroso se refiere, suelen ser como la
rana: BOCA NADA MÁS.
Y para hacerle el favor completo, aunque no me lo pueda agradecer en caso
de que fuera el lector uno más de esos cadáveres maquillados que respiran
maldiciendo su propia existencia, me gustaría advertirle que si tuviera la
fortuna de encontrar, en su aberrante y patético arrastrarse imitando el
ejemplo de otros ofidios que aparentan ser personas, a un ser humano que le
acepte a sabiendas que tras la amistosa fachada de la amigable sabandija se
esconde un embustero fantoche que, tratando de engañar a otro todo lo que logra
engañarse a sí mismo, mejor no se meta en eso. Sucede que ese ser humano, al
sentirse cómodo consigo mismo y no verse obligado por tanto a mendigar la
aprobación ajena, no podrá evitar con su mera presencia mostrarle al guiñapo
humano que se niega la posibilidad de amarse a sí mismo que él o ella, definitivamente,
no puede ser amigo de nadie puesto que si eso que aspira a hacer de la amistad
un arte sin ser de sí mismo su mejor amigo/a fuese un pozo y su amistad fuera
el agua; entonces esa ruin imitación de un amigo verdadero no sería más que un
pozo seco del que no se podría extraer más que piedras o impedimentos, o
limitaciones u obstáculos. De ahí que existan personas que desaprueben y
sermoneen con sus dramáticos y envidiosos reproches, todo lo que diga o haga el
ser humano que, al no inspirar lástima tal como lo hacen las amistosas sanguijuelas,
sea digno de admiración. A esas mezquinas alimañas que, debido al progresivo
deterioro de sus facultades mentales, consideran redituable aparentar lo que no son ni en sus más
disparatadas alucinaciones, siempre me ha gustado decirles en sus hipócritas
jetas cuando hacen alarde de sus supuestamente fraternales sentimientos: AMIGOS DE QUÉ.
Por si alguna hipócrita sabandija que ilusamente aspire a ser igual de
sincera que un sencillo ser humano que sabe que no tiene nada que perder; al
rechazar el trocarse en un consumado hipócrita con tal de ser socialmente
aceptable, estuviese leyendo esto ahora mismo, aprovecho para insertarle esta
imagen y si el entendimiento no le alcanza para captar el mensaje lo siento
pero debería saber que la claridad para entender lo que resulta obvio, es una
cuestión que depende completamente de si uno francamente desea ser una LUZ para
este oscurantista mundo o más bien prefiere ser un cirio pascual que se
enciende únicamente en los rituales donde los más sublimes valores del Ser que
realmente vivifica al mortal pedazo de carne con ojos, se reducen a símbolos
que funcionan a manera de fetiches que supuestamente puedan recompensar al
fetichista que prefiere adorar imágenes; como despreciable sustituto del amor
que es incapaz de sentir hacia sí mismo.
Pero sucede que estas dizques amistades, debido a sus egoístas acciones y sórdidas
tendencias, no encuentran fácilmente en este mundo a quien las acepte tal como
son de desagradecidas y desconsideradas y desleales y desgraciadas por
tanto es menester que quien sea de sí mismo su mejor amigo; pase por alto el
hedor que usualmente emiten esas miserias que llevan por nombre el de: falsedad,
envidia, resentimiento, mezquindad, etc., y se brinde incondicionalmente para
mostrarle al pobre esperpento con mentalidad de cuervo y facha de Crisanto
Buenagente lo que es la amistad pero, a diferencia de cómo lo hacen esos
pusilánimes bichos con horchata en las venas, caminando el trecho que va del
dicho al hecho. Me consta que estos mamarrachos que no pueden apreciar la
amistad de una persona cabal debido al desprecio que sienten hacia sí mismos,
por ser expertos en engañarse a sí mismos creen que siempre pueden tener éxito
al engañar a cualquiera con sus malas mañas y astutas artimañas, por eso les
advierto a través de este artículo que aunque es innegable que constituyen una
abrumadora mayoría también es cierto que en todas las épocas e
independientemente del nivel que haya alcanzado el oscurantismo entre quienes
eligen ser apenas la sombra de lo que es un ser humano plenamente realizado, han
existido personas lo suficientemente clarividentes o de clara perspectiva como
para marcar la diferencia entre un verdadero
amigo y un amigo de qué. Tengo que admitir que poder localizar a un
ser humano sencillamente espontáneo y naturalmente lúcido, en este mundo
plagado de orates que presumen de una cordura que si brillara sería por su
ausencia; es como encontrar una aguja en un pajar pero como el que busca con
sinceras ganas de encontrar finalmente encuentra lo que estaba buscando, tengo
el privilegio de poder presentarle al lector a uno que SÍ sabe cómo marcar la
diferencia entre el SER y el APARENTAR.
Desafortunadamente muy poco o casi nada ha cambiado el panorama, desde que
una caterva de mentecatos, instigados por una raza de víboras que ejercían el
cargo de líderes religiosos, crucificaran a un maestro perfecto que predicara
el amor con su propio ejemplo y que previniera al amigo o discípulo que más se
vanagloriaba de ser su mejor aliado, de que renegaría tres veces y antes del
cantío de un gallo de su tan proclamada devoción; hacia ese espléndido ser
humano que brillara con luz propia y por consiguiente, no precisara de un
librito para guiarse en su vida porque él mismo, podía ser la palabra viviente.
No fue por casualidad que poco antes de ser crucificado, según afirman escritos
que serían considerados sacrílegos por la Santa Madre de los degenerados, dicho
supuesto amigo del célebre maestro admitiera su hipócrita talante pidiéndoles a
sus verdugos, que le crucificaran en posición invertida. Para mí el mensaje de
este gesto está muy claro y consiste en que el Cristo sólo puede estar vivo, en
la persona que sea capaz de confiar en sí misma y por tanto, consiga tener
esperanza en la posibilidad de todo ser humano de desplegar su verdadero e
infinito potencial, y se convierte en un Anticristo cuando no tiene la más
mínima seguridad en sí misma lo cual le obliga a desconfiar, hasta de su propia
sombra. Me arriesgo a que no me deje pasar cuando toque a las puertas del reino
celestial pero tengo que señalar que el canonizado San Pedro, tiene mucho más
que ver con esos viejitos cagalitrosos y pederastas en potencia que se creen
con derecho a indicarles a las personas con libre albedrío lo que deben o no
deben hacer con sus vidas, mientras que ellos se niegan a celebrar la
existencia con más acciones y menos sermones; que con un ser divino en esencia
que puede declarar públicamente que no es de este mundo y con cuya presencia es
capaz de destacar la diferencia que existe entre lo mediocre y lo
extraordinario. Y si alguna duda quedara al respecto, espero que baste con esta
imagen para anularla al menos en el buen entendedor.
Afortunadamente a ningún orate con delirios de grandeza, se le ocurriría
entablar una relación amistosa ni siquiera con la señora que le hiciera el gran
favor de parirlo para no reventarse pues por lo general, y de eso está al
corriente cualquier psicoanalista, a una monomanía le sigue otra y debido a esto
es frecuente que estos antropoides con complejo napoleónico, también sufran de
una esquizofrenia paranoica que les incita a ver al enemigo donde sea y en la
cara de cualquiera que se les pare enfrente. Por suerte para ellos, en este
mundo habitado mayormente por fronterizos
(residen en las fronteras o límites de la inteligencia pero ni siquiera la
rozan), suele tener mayor popularidad la diplomacia
o el tejemaneje que la franqueza que a un ser humano
caracteriza en su estado natural. Y por desgracia para ellos, la astucia o la marrullería o el pasarse de
listo o tener el diablo en el cuerpo
sigue siendo el pecado que les lleva a cumplir la penitencia o condena del
que se siente, por más que lo disimule, culpable de un delito. Aclaro que no es
necesario haber alcanzado la cima del poder mundano pisando a un sinnúmero de humanas
calaveras, para estar corrupto por las ansias de dominar. Sucede que esas
mezquinas pretensiones que se notan a la legua en la gente intolerante, inepta
e insegura, sólo pueden desenrollarse a
gustito en un ser humano cuyo complejo de
inferioridad sirva como caldo de cultivo a unos despampanantes delirios de grandeza. Por si las
biografías de Alejandro el Magno, Atila el Huno y Napoleón el Complejista no han sido lo suficientemente explícitas,
me complace dejar impresa esta imagen que patentiza la decadencia de lo que
otrora fuera considerado un soberbio líder de manada capaz de gobernar a una
manada de mandriles pero incapaz de orientar ni a su queridísimo hermano menor.
Y no hay que guiarse por las apariencias del desquiciado enemigo de sí
mismo que obviamente ignora que la verdadera autoridad, la que no se impone por
la fuerza sino por la benevolencia, debe estar respaldada por la sabiduría de
un ser humano en lugar de por el delirio intelectual de un primate con
aspiraciones de animal superior, puesto que el complejo de inferioridad se
adquiere muy fácilmente y en cuanto se logra convencer a un niño, ya sea que
haya nacido en cuna de oro o en un sencillo pesebre, de que tiene que dejar de
SER para poder llegar a ser alguien
en la vida. Al parecer el amor de los
progenitores que copulan sin amor para reproducirse sin pensarlo ni media vez,
no alcanza para percibir que le están pidiendo a una divina criaturita que se
multiplique por cero o se ningunee; con la finalidad de poder convertirse en un
mero aborto de la naturaleza con una autoestima nula o vacía. Supongo que esta
aberración fuera la que le inspirara a Antoine de Saint Exúpery a crear su obra
“El pequeño príncipe.”. Pues sin
importar la época en que un ser divino nazca, exista y muera en un humano
carapacho, hay que ser invidente para no percibir que de miserables
progenitores que no se estiman a sí
mismos y por tanto sobrestiman todo lo que se puede comprar con dinero, no se
pueden conseguir príncipes con corazones tan puros como los de una divina
criatura con una autoestima saludable. Y como en este mundo, desafortunadamente,
resultan mayoría quienes no perciben la diferencia entre quien puede ser de sí mismo su mejor amigo y quien
siendo su propio y más acérrimo contendiente, no puede ser amigo ni de Dios; voy a insertar esta imagen que lleva
impresa una cita del pequeño príncipe, recreado en la magistral obra de Antoine
de Saint Exúpery.
Supongo que estaría de más advertirle, a quien sea que busque afanosa y
tontamente cultivar la amistad de un
lunático con complejo de líder de manada, que se proponga volverse un poco más
selectivo en cuanto a quien considera merecedor de pertenecer a su círculo
amistoso o de lo contrario, se va a ver en la penosa obligación de mandar al
carajo sus más elementales escrúpulos humanos para que el chiflado con manía de
grandeza y paranoica conducta, le considere digno de ser uno de sus perros de
caza y por consiguiente, merecedor de alimentarse de las migajas que su codicia
descarta. En caso de que ya sea tarde para poner en práctica dicha advertencia
porque en algún punto de su vida, el lector haya considerado provechoso el
relacionarse con pobres ratas con apariencia de personas que sienten un
profundo desprecio hacia los individuos de la raza Homo sapiens; le regalo esta imagen que a mí me sirviera alguna
vez… para enviársela por correo electrónico a esas amistades enemistadas consigo mismas y de esta manera, poder
desembarazarme de algunas garrapatas que me confundieron con una perra callejera
supongo que porque al verme a mí, de algún modo les recordaba a sus mismísimas
progenitoras. Le advierto que ni siquiera una imagen así de explícita, le
garantizaría que los amigables roedores que aparentan ser personas capten un
mensaje que precisa de un humano entendimiento, para ser fácilmente comprendido.
Por lo que en este punto y coma; considero oportuno sugerirle que crea en los
milagros y si tiene lo que tiene que tener… para desechar la obsesiva necesidad
de aprobación ajena simplemente por apreciarse a sí mismo cual debe ser, le
envíe esta imagen a cada alimaña que en sus más lunáticos cavilaciones
considere que puede ser verdadera amiga de alguien mientras deja ver, a través
de sus amargos frutos, que sólo se puede relacionar consigo misma de una manera
avara, deplorable, engañadora y autodestructiva.
Por no haber dejado nada en este artículo que pueda servir para matar el
hambre de la alocada imaginación de un desequilibrado mental que como tal,
tenga que presumir de una cordura que da por perdida; por enésima vez voy a
tener que pedirle disculpas al lector que albergue en su interior serias dudas
respecto al grado en que puede llegar a idolatrarse u aborrecerse a sí mismo. Y
si no es mucho pedirle, dada la tacañería que caracteriza a cualquiera que se
sienta tan miserable como para no poder valorar ni a su mismísima autoestima,
me gustaría pedirle que apreciara en su justa medida a cualquiera que se tome
la molestia de advertirle que, en el caso de la amistad y en cualquier caso que
se refiera a la relación entre individuos de la misma especie o familia o
género, es ampliamente favorable obtener el profundo conocimiento que se deriva
de la propia experiencia, que limitarse uno a tenerse a sí mismo en tan bajo
concepto que no le quede más remedio que tener de lo que es ser: un amigo o un
progenitor o un pariente o un amante o un arquetipo de lo divino, una
percepción bastante restringida por no decir que abominable. Por eso no es de
extrañar que un verdadero amigo o sea,
alguien que prefiera valorarse desde la cuna hasta la tumba antes que
arrastrarse para mendigar la aceptación de unos pobres mequetrefes sin criterio
propio ni gota de dignidad, pueda proceder naturalmente de una manera
espléndida y completamente desinteresada mientras que un falso amigo o sea, alguien que haya hecho del autoengaño una
profesión aparentemente redituable, esté
obligado a comportarse de una manera tan ruin; que no pueda menos que
evidenciar su desprecio hacia esas cosas que no son cosas y que hacen patente
su inconmensurable valor, cuando quien las necesita desesperadamente comprende
que no las puede obtener poseyendo todo el oro de este mundo por la sencilla
razón de que lo sublime, NO TIENE PRECIO. Por si algún pusilánime que como tal,
sea incapaz de aceptarse dada su renuencia a conocerse a sí mismo, estuviese
posando sus aparentemente invidentes pupilas sobre estas páginas, aquí le dejo una
explicación a su incapacidad para poder entregar a otros lo mejor de sí mismo.
Esperar que una persona que prefiere el aparentar al ser
espontáneamente y sin necesidad de calcular fríamente cada uno de sus pasos, considere
de algún provecho la lectura de este artículo, sería algo bastante desatinado
de mi parte ya que la persona que lo es tan sólo en apariencia debido al aberrante
hábito de pisotearse la autoestima sin clemencia alguna; tiene tanta disposición
para descalificar a los demás como para descalificarse a sí misma. Y para colmo
de males ha de saber el lector que una persona que ignora que con la misma vara
que mida será medido, tampoco puede saber que al engañarse a sí misma creyendo
tener una autoestima en verdad saludable; le va a resultar imposible
comportarse amistosamente con cualquier
ser humano que a través de cada uno de sus actos; ponga en evidencia que conoce
la abismal diferencia que ciertamente existe entre ser digno de admiración y estimular
la lástima o pena ajena. Si no ha quedado claro el mensaje para esos amigos que
al cuestionársele la amistad que dicen profesarle a un ser humano, esta pueda quedar
en entredicho, haré un último intento con esta imagen que si no sirviera para
marcar la línea que separa a lo auténtico de lo ficticio, al menos servirá como
señal de tránsito para que los hipócritas sepan, sin lugar a dudas, hacia quien sería mejor que NO encaminen sus impostoras
tentativas. Y ojalá que en este caso, este folleto tenga la suerte de toparse
con el BUEN ENTENDEDOR.